Días después en los que Gabriel no había podido dormir tranquilo ninguna noche, él se presenta en la mansión Palacios para hablar muy seriamente con Romina, lo habían pasado a la misma sala en la que tiempo atrás ella había intentado revelarle la verdad pero este día era él quien necesitaba hablar con ella.—Qué bueno que viniste—Romina estaba tranquila ante la visita de Gabriel— que yo tenga la niña no significa que no la puedas ver— comenzó romina con la conversación entrando en la sala y sentándose en el sillón que tanto le gustaba.—Sí realmente la extraño mucho y por eso estoy aquí.—Claro podemos ponernos de acuerdo para que ella esté lista si quieres jugar con ella o verla.—No me entiendes— Gabriel quería ser claro y conciso, había pensado en esa idea, le había dado vueltas y era lo más lógico, esperaba que Romina lo entendiera igual que él. —Gabriela es nuestra hija Romina, tuya y mía —sentencia Gabriel— después de tanto sufrimiento ¿no te parece que sería buena idea y más p
Emir estaba nervioso, toda la noche le había dado vueltas a una decisión que no podía postergar más, ella tenía derecho de saber la verdad. Mina acababa de salir de bañarse tan hermosa como siempre y le dolía en el alma que al verla tan feliz él tuviera que decirle una verdad que muy probablemente la destruyera, pero era algo que no podía seguir ocultando. — Cariño, te ves hermosa— Le dijo Emir creyendo que tal vez esta era la última oportunidad que tenía para decirle lo que pensaba. Mina se dio cuenta de la nostalgia que tenía su amor en los ojos y la extrañó, ¿qué lo tenía tan preocupado? Tan triste, ya todo estaba bien, Ángela estaba con ellos y él le había ayudado a cuidarla en varias ocasiones. —Gracias, tú también te ves muy guapo — le dijo de manera coqueta. —Tenemos que hablar. —Indicó Emir seriamente. Mina se puso en guardia, esa frase nunca presagiaba algo bueno normalmente con Gabriel o con su padre, siempre estaba antes de un reclamo, reniego o una molestia. Quería
Mina camina en dirección de la puerta trasera para ir al patio, ese lugar que había sido testigo de muchos momentos importantes en su vida y ahora lo sería de uno más, sin que ella lo anticipara en absoluto.Debajo del árbol la estaba esperando su familia, esa que se había formado con el paso del tiempo y reforzado con lealtad y confianza, ese árbol, cubría con su sombra a todas las personas importantes en su vida, Emir, Ángela, Eve y Loyola, sin olvidarse de su pequeño amor perruno, chocolate.Mientras Mina se acercaba, Emir se ponía más nervioso tenía mucho tiempo que no se sentía tan inseguro pero ya no había vuelta atrás tenía que enfrentarse y dar el último paso.Cuando él consideró que había una distancia prudente entre ellos y Romina le gritó: llama a chocolate.El pequeño cachorro siempre hacía caso y más cuando era ella quien lo llamaba, tenían una especie de conexión muy clara, Mina comenzó a gritar:—¡Chocolate! ¡Ven chocolate!— pero el perrito parecía haberse quedado sord
Mina estaba decidida a olvidar lo que había pasado con su padre, bueno con su encuentro con Emiliano Aguirre, porque a partir de ese momento al darse media vuelta, ella había eliminado de su vida y de su conciencia cualquier tipo de relación con él y los suyos. La boda estaba casi por terminar de ser planeada, Emir se había encargado de muchos detalles, él quería ser partícipe de la planeación de un momento tan importante para ambos. Ellos estaban divirtiéndose pensando en qué tipo de máscaras podrían entregar en su fiesta para que los invitados se divirtieron un poco. —Ya Emir, compórtate debemos decidirlo para mandarlas a hacer— insistía Mina. Emir de un hombre frío, calculador y enigmático que era cuando ella lo conoció, en este punto se había transformado en un hombre feliz, cariñoso, divertido y despreocupado, era el hombre perfecto. —De verdad sería divertido verlos a todos con unas caretas de changos— Emir repitió, le gustaba la cara que ponía Mina cuándo el salía con come
El día más esperado finalmente había llegado, la mansión Palacios se volvió un absoluto caos, gente yendo y viniendo, corriendo tratando de mantener todo en orden, Mina se mantiene en su habitación, por fin se iba a casar con el hombre indicado, a contraluz ella miraba su vestido blanco, un vestido sencillo pero qué le parecía realmente hermoso.Ella emotiva y nostálgica, no pudo evitar recordar, cómo había sido su primer matrimonio, ese día Romina estaba nerviosa y expectante en su habitación, esperando a que el vestido y los peinadores llegaran, para ella como para cualquier mujer, ese momento debía ser algo muy especial, la hora de la boda estaba llegando y ella no tenía la más mínima idea de qué iba a suceder.Rebeca había entrado a su habitación con cara de suficiencia diciéndole:—Aún no te cambias ¿por qué sigues en bata? el tiempo está en contra ¡apúrate!— Gritó ella tronando los dedos con impaciencia.—Pero aún no tengo el vestido, no han venido a peinarme, no me han maquil
Emir estaba impaciente, el momento había llegado, y esperaba con ansias a esa mujer que tan feliz lo había hecho. El jardín que tantos momentos maravillosos había compartido, hoy sería el escenario perfecto para culminar con esa unión que tanto habían esperado ambos, al final de un camino escoltado por cientos de flores que le encantaban a la novia, Emir vislumbro a Mina, maravillosa como siempre, pero ese día en especial, lucía un aura casi irreal, caminando de manera pausada hacia él, provocando que Emir contuviera el aliento. Loyola que era su padrino de ceremonias estaba a su lado observando todo lo que su amigo hacía, según le había dicho Eve, tenía ese trabajo, se acercó a susurrarle. — Amigo si quieres mantenerte consiente toda la ceremonia, te recomiendo respirar, sino todo terminará antes de lo que piensas. — No quería burlarse, apenas Emir sabía cómo se sentía, y Loyola al verlo tan inestable y alejado del hombre racional y seguro de sí mismo que siempre era y al cual a
Romina y Emir entran en la sala de visitas en la cárcel, estaban visitando a una de las causantes de tanto dolor pero también a la responsable de haber podido encontrar de nuevo a su pequeña.Estaban sentados detrás de un cristal a la espera que la dejaran salir, y de la puerta que estaba frente a ellos salió la mujer que se había encargado de arrebatarles a su pequeña.— Veo que no se querían quedar con las ganas de verme, así hundida.— La cigüeña se sentó tranquila, aunque a la defensiva, estaba harta de recibir insultos tanto dentro de la cárcel como fuera, no sabía quien había esparcido el motivo por el que estaba ahí y a unas cuantas reclusas no les agradaba nada la idea .— De hecho no—Emir estaba tranquilo ante la situación de esa mujer era normal que se sintiera atacada con cualquier acción.— ¿Vienes a sacarme entonces?— Sarcasmo, era todo lo que expresaba esa mujer con sus palabras y su pose.— Tampoco— Ésta vez quien contestó fue Mina, que quería enfrentarla cara a cara,
Eve llora muy triste, sabe que lo que está a punto de hacer es algo necesario para ella, aunque eso no le quita que sea doloroso, se había acostumbrado a estar rodeada de tanto amor que tener que irse y volver a empezar con su vida en solitario le costaba demasiado.Ya le había dado muchas vueltas y no quería traer sus problemas a estas personas que finalmente podían ser felices, sin conflictos y sin maldad, ya que pudiera ser ella misma sintiéndose segura, volvería pero por el momento no podía estar tranquila pensando en la posibilidad que la encontraran.—Sé que tal vez no entiendan —dijo en voz alta Eve al mismo tiempo que ponía una carta en el buró— pero espero que a mi regreso y con mi explicación, todo quede en el pasado.Eve tomó su maleta, miró por última vez esa habitación que había sido espectadora tantos momentos felices, al por mayor, momentos que le habían hecho falta en su anterior vida.—Eve estás haciendo lo correcto— se repetía ella queriendo convencerse de salir y de