—¿Alex, por qué no nos dijiste que venías a Guadalajara? Si Hugo no nos lo hubiera dicho, no habríamos sabido que ya estabas acá.

Alex levantó la taza de té sobre la mesa, con los ojos ligeramente desviados, mientras decía en voz baja:

—¿Hace falta una mención especial para venir a una reunión?

El rabillo del ojo del hombre llamado Julio se torció:

—¿Cuántos días te vas a quedar en Guadalajara esta vez?

El rostro de Alex estaba tranquilo:

—Déjame pensar, creo que tres o cuatro días, más o menos.

En principio, solo iba a quedarse menos de dos días, pero ya habían pasado tres.

Alex no esperaba que perdería el tiempo así un día.

—Tan pronto, entonces tú ...

Hugo estaba a punto de decir algo más cuando sonó su teléfono:

—Disculpe, voy a coger una llamada.

Al ver el nombre del director de Palacio Profundo que aparecía en la pantalla, las cejas de Hugo se fruncieron, ¿cuál es el problema a estas horas?

—¿Director Alejandro?

Tan pronto como escuchó la voz de Hugo, vertió sus quejas.

Tras