“Si no te supe ver y te perdí, si cada día que te das te haré sufrir”La quinta estaciónMientras María es plenamente feliz, Mario vive la amargura de estar con una mujer que no ama. Mónica sólo se ocupa en sus cosas y no tiene muchas ganas de apoyarlo a él. Ese fin de semana invita a algunas amistades a su casa, su hermano Niarco, se hace cada vez más presente en sus vidas.Mario baja a desayunar y ve como se divierten en la piscina. Mónica bebe sin parar, olvidando que ya lleva unos meses de embarazo, aquel comportamiento para él, es repugnante. Sale hasta el jardín, ve la mujer sensual, de cuerpo increíble, piernas largas y tonificadas, caderas anchas y piel morena que resplandece con el sol saliendo de la piscina. El cabello mojado en ondas sueltas la hace ver más sexy, camina hacia donde está él.—Hola primo —le dice
"Pueda que sea inevitable. Puede que en realidad tengamos que elegir entre no ser nada o fingir lo que somos”Jean Paul Sartre—Realmente no me imaginé que sería tan agradable estar contigo esta noche —le dice Laura.Mario sonríe, toma su trago, revisa su celular, algunos mensajes de Mónica, preguntando cuando regresa a casa.Los lee desde la pestaña de notificación. Y guarda nuevamente.—¿Mensajes de mi primita? Es tan intensa de verdad.—Sí, justamente preguntando cuando regreso a casa—¿No me digas que te tienes que ir? La estoy pasando tan de maravilla contigo, que de verdad no quisiera que te fueras —coloca su dedo en su pecho y lo desliza hasta el abdomen de Mario.Él se estremece, con el contacto de sus manos.—No tengo apuro en volver. ¿Tu esposo, no se molesta?—¿Qui&ea
“Existe un momento indescriptible para un hombre, esta ocurre cuando queda atrapado en la mirada de un hijo”AnónimoDurante la cirugía, la anestesia no le hace efecto, por lo cual, el parto es a sangre fría y Mónica sufre la mayor angustia y dolor que jamás pensó sentir. Treinta minutos más tarde, la enfermera sale con la niña en brazos hacia el área de neonatolgía. Mario logra apenas preguntarle:—¿Cómo está mi bebe?—Es niña, todo está bien, disculpe —le destapa la cabeza a la niña para que él la vea y acelera el paso.Mario siente una extraña emoción que jamás creyó sentir. “Soy padre de una hermosa niña” se dice a sí mismo. Dos dias después ya le dan de alta a Mónica y a la niña. Sin embargo, ella muestra un eminente rechazo por su bebé. El médico asegura que es producto de una sintomatologia por estrés post parto pero que luego volverá a su normalidad.Los días transcurren y el desapego emocional de Mónica continúa. Ni siquiera le ha importado amamantarla por lo que Juanita se h
“Nada es perfecto; nada es imperfecto. La perfección y la imperfección residen en tu percepción”Debasish Mridha MD.A veces en momento de racionalidad, ella misma se increpa sobre lo que está haciendo; dejó de ser la esposa para convertirse en la amante de Henry. ¿Sería esa la única manera de ser feliz? ¿a qué estaba dispuesto Henry por ella? ¿Acaso ella sólo le habia servido como escape oara calmar sus espasmos? Todas aquellas preguntan rebolotean en su cabeza.Henry en cambio, se está dejando llevar por aquellas emociones y siente que Martha, lo ha hecho dudar de lo que creía era amor. Con Martha se sentía libre, se sentía él; aunque María nunca lo había cohibido de serlo, él sentia que todo lo que hacía por su relación era producto de la necesidad de no fallarle, ni decepcionarla. Eso lo ven&iac
“El alma se cura al estar con los niños.”Fiodor DostoievskiMario desciende las escaleras, detrás de él, viene Juanita con el coche de la niña. Él la coloca dentro, mientras se acerca a donde está María.Pasa a su lado, parece no haberla reconocido. Tal vez, no esperaba verla embarazada, piensa ella. Aún así comprueba que es él, el hombre que amó y sigue amando. Pero cuya historia quedó atrás.Él se sienta en una de las mesas diagonales a la que ella está. Ella trata de disimular pero su mirada no deja de contemplarlo, no deja de admirarlo. Ver como cuida de su niña, si tan sólo él supiera que va a tener dos niños, todo sería perfecto, pero no puede. Él ya debe saber que Henry es su marido y conociéndolo, como cree conocerlo también debe creer que son hijos de él también
“El silencio es el gran arte de la conversación”William HazlittToca la puerta, abre y apenas asoma la cabeza.—¿Puedo entrar?María sonríe y asiente. Él entra y se acerca a ella.—¿Cómo te sientes?—¡Bien! Con un poco de dolor, pero bien —dice señalando la parte de baja de su vientre—. Quiero ver a mis niños.—Ya deben estar por traértelos. Son iguales a su madre, hermosos y fuertes.Maria se ruboriza como la primera vez que estuvo frente a él.En ese momento llega las dos enfermeras, con los dos niños en brazo. Una de ellas, coloca al bebé en los brazos de María para que ella lo amamante, mientras la otra enfermera selo entrega a Mario.—Felicidades, son idénticos a usted. —le dice la enfermera.El comentario de aquella mujer, lo rubori
“El pasado puede ser pasado si lo dejas atrás, pero si lo revises, seguirá marcando tu destino”A.K.MDespués de aquel momento vivido junto a Mario, donde el destino se dedicó a reunirlos nuevamente, las emociones de María están a flor de piel, de igual manera no puede ignorar lo mal que ha ido su relación con Henry, parecía que aquello había creado un abismo entre los dos.Ella estaba enfocada en sus niños y él, en su “trabajo”; lo cierto de todo, es que poco se veían. Además su afecto hacia los niños era comedido; aquello provocaba mayor ansiedad en María, porque al final de cuentas, él la había aceptado estando embarazada.Algo pasaba, era evidente. Henry por su parte, contrató a una empleada para ayudarla, Luz se encargaría de apoyarla con el cuidado y la atención de los niños.<
“Sabía que no podría hacer frente al futuro a menos que fuera capaz de reencontrar el pasado”Gene TierneyHenry sale del baño envuelto en una toalla, listo para arreglarse y salir a su trabajo.—¿Me das un par de minutos para conversar? —le pregunta María.—Claro princesa, dime —responde mientras se viste.—¿Estás saliendo con alguien más?—¿De qué hablas? —Henry responde con hostilidad ante la posibilidad de que Mario le haya dicho algo sobre Martha.—Hablo de tu supuesto encuentro con Joy, y del viaje inesperado a la finca de tus padres, ayer llamó tu hermano para saludarme y felicitarme por “nuestros” hijos. Y tus padres no estaban en ninguna finca la semana pasada.El rostro de Henry palidece y comienza a exasperarse con aquella conversación.—¿Est&a