Capítulo 4

Esa mañana la pareja se sentó a desayunar en la isla de la cocina. En silencio oían el cantar de los pájaros y la soledad de una pareja sin hijos pequeños.

Había música suave de fondo y nadie podria interrumpir aquel maravilloso momento, hasta que Will decidió hablarle a Avery.

—Ahora que estamos casados, deberíamos dormir en la misma habitación—espetó Will con cierta molestia.

Avery le dio un mordisco a su tostada con cierto resentimiento.

—No estoy lista.

—Deberías estarlo, eres mi esposa.

—Quiero mi intimidad como mujer y dicen que los esposos se desencantan de las mujeres una vez que conocen cada parte de su cuerpo, cada intimidad como retocarse y esas cosas—le explico ella, deseando por dentro estar convenciendolo—. No quiero que mi cuerpo se te haga costumbre.

Will la observó esta vez con ternura. No sabia si era por como se expresaba; con dulzura y paciencia, sino, por como sus manos se movían al explicarse.

Él estaba profundamente enamorado de ella.

—Jamás, jamás me desencanta
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