Creo que acabo de morir y me he ido al cielo. Quiero darme una bofetada para asegurarme de que no estoy soñando, pero eso requiere tener que soltar sus hermosos senos, y eso no estaba a punto de suceder. Muevo mi lengua sobre un pezón rosado y lo succiono en mi boca, Shayla se arquea hacia arriba y gime, moviendo sus caderas, empujándose contra mi erección. Si alguna vez tengo la oportunidad de acostarme con ella de nuevo, este era el momento, ella está claramente tan excitada como yo, y no hay posibilidad de interrupción. Ella es mía esta noche.

"Jesús, Cole, ¿qué estamos haciendo...?", ella susurra en un tono entrecortado. Lamo con avidez el helado derretido de su estómago.

"Refrescándonos", murmuro mordiendo su cadera y succionando lo suficientemente fuerte como para dejar una buena marca. Ella gime moviéndose hacia arriba y agarrándose de la encimera cuando empujo mi pene contra su vulva.

"No me siento más refrescada", ella gime, mordiéndose el labio.

"Solo espera...", le susur