Cuando salgo de la ducha y me envuelvo la cintura con una toalla, veo a Shayla entrar en el dormitorio. Se detiene al verme con la toalla enrollada apenas apretada en la cintura. Sus ojos recorren lentamente mi torso mojado, con la cabeza inclinada hacia un lado y una mirada soñadora. Sonrío y me paso los dedos por el pelo, flexionando deliberadamente los músculos, y ella se muerde el labio inferior.

Me acerco a ella y Shayla parpadea, saliendo de su estupefacción, y me mira cuando le sostengo la barbilla, inclinando un poco la cabeza hacia atrás para mirarla profundamente a los ojos. "¿Te gusta lo que ves, cariño?", le digo con voz ronca. Shayla se lame los labios y se aclara la garganta.

"Quiero decir..." Respira, tragando con dificultad. "No es una mala vista para encontrarse".

Sonrío y me inclino hacia ella hasta que nuestras narices se tocan. "¿Es eso cierto?", susurro, pasando el dorso de mis dedos por su mandíbula. "Tú tampoco estás mal", le digo, rozando mis labios con los