HOLA, DEJAME TUS COMENTARIOS O RESEÑAS GRACIAS POR LEER ♥
—¡Tú estás muerto! —exclamó Antonella —Eso fue un error, mi compañero fue quien murió, pero lo confundieron conmigo. El hombre tenía una herida en la pierna, que lo hacía cojear, incluso el doctor le dijo que esa secuela sería por siempre. —Ella no está, quiero decir, Alba. Antonella lo miró muy bien, hasta que su mirada se fijó en su mano izquierda, un anillo de plata estaba ahí. —¿Dónde está Alba? —Ella… salió de viaje con Román, vuelve en dos días, pero… ¿Y ese anillo, Rhys? Parece de boda, ¿Acaso te casaste? El hombre se puso muy nervioso, dio un paso atrás y balbuceó, la mujer lo noto. —dígale a Alba que volveré. —¡Espera! Déjame llamarla, quizás pueda respondernos, mi hijo tiene su teléfono móvil La mujer entró y él permaneció afuera. Rhys sabía que Antonella y Francisco lo aborrecían pro no ser ricos, no era que los Bertolli fueran ricos ahora, pero lo fueron en el pasado, lo único que tenían era su pomposo apellido. Antonella volvió segundos después. —Alba me ha dic
—¡Mientes! —exclamó con los ojos al borde del llanto—. ¡¿Por qué eres tan cruel?! —exclamó con dolor. —¡Juro que es verdad! Quiere verte, pero no te diré donde, hasta que hagas algo por mí. —¡Nunca te creeré! —Lo vi, Alba, está cojo, dijo que un amigo fue quien murió y hubo una confusión, en esa carta que te envié, él decía cosas, muy importantes, la razón por la que te dejó por otra, ¿Crees que no lo sé? Él dijo que no era cierto, nunca te dejó por nadie, sigues tú en su corazón, pero ¿Por qué lo hizo? ¿Quieres saberlo? Alba sintió que la ansiedad la carcomía —¡Dímelo! —Ayúdame, ayuda a Bea. —¿Qué quieres? —Nada para mí, solo quiero que tu marido pague la educación de Bea, y luego de que mi hija termine la escuela que le busque un marido rico. Los ojos de Alba se abrieron enormes. —¡¿Venderás a tu propia hija, mujer?! —¿Y que quieres? ¿Qué pase hambre? ¿Qué termine con un oportunista? Alba, el amor no existe, el dinero y la tranquilidad que da al dormir es todo lo que impor
Al día siguiente, Alba despertó en los brazos de ese hombre, miró a Evan, ayer no pudo escapar de su pasión, se sentía distinta. Fue al cuarto de baño y miró su rostro, sus labios hinchados de tantos besos, tantas caricias. Dejó el agua mojara su cuerpo «Tal vez se vuelve tierno y amoroso, sí, a veces me hace perder la razón, pero, él quiere vender a su pobre hermanastra», pensó Lo vio entrar a la regadera, tenía una sonrisa socarrona, y su rostro enrojecido al verlo. —¿Qué pasa? No te vayas, quédate conmigo —dijo tomando su mano cuando se iba a ir. Se quedó a su lado, él tomó el jabón y comenzó a lavarla con él —Puedo preguntar algo. —Lo que sea, dime. —¿Casarás a la pobre Piama con un hombre por dinero? Los ojos de Evan se abrieron enormes —¿Qué has dicho? ¡Claro que no! ¿De donde has sacado eso? —Ella misma me lo dijo. Evan arrugó el gesto, nunca tuvo un mal acuerdo con Piama, menos para que ella pensara algo así. —Lo resolveremos —dijo, luego talló su espalda Alba se
Cuando Piama salió de medirse el vestido, se quedó perpleja al saber que Alba no estaba ahí. —¿A dónde ha ido? —No sé, solo se marchó. «¡Maldita loca! Pero, seguro de que puedo aprovechar esto» —Bien empaque los dos vestidos, los pagaré. La mujer obedeció, Piama tomó los paquetes y le pidió al chofer que la llevara hasta donde estaba Evan Santori. Él revisaba la cosecha, verificando que todo estuviera en orden, que cada trabajador hiciera lo que le correspondía. Pronto vio el coche aparcado a una distancia de él. Arrugó el gesto, fue hasta ahí, pero solo vio a Piama ahí, Evan sintió un miedo, algo que le hizo saber que estaba mal. —¿Qué ha pasado, Piama? ¿Y mi esposa? —¡Evan! Ella… ¡Escapó! Esas palabras sonaron como terror en los oídos de Evan, su rostro se puso pálido, no podía creerlo. —¿Qué pasó? ¿Ella te dijo algo? La mujer negó. —No, de pronto, luego de probarme el vestido ella ya no estaba Evan tomó al chofer de los hombros con rabia. —¿Acaso no viste nada? —Lo…
—Tú sabes bien la verdad, ahora lárgate de aquí. Arturo Duarte esbozó una irónica sonrisa y se fue. Raúl que vio salir a ese hombre se acercó a Evan —¿Qué hacía ese tipo aquí? ¿Ha venido a molestar? —¿Acaso sabías que volvió al pueblo? —Me enteré hace poco, no quise decirte pues no quise molestarte, estabas tan feliz con tu boda. Evan bajó la mirada. —Parece que no te ha caído nada bien su regreso. Parece que el pasado te persigue. Evan lo dejó ahí, salió de prisa, solo quería volver a casa. Manejó de vuelta y de detuvo a la orilla del lago, pensó en ella, en Leonor sin importar que los años pasarán seguía recordando ese día cuando la encontró en aquel lago, muerta. Dos días después. Era el día de la fiesta. Alba se puso su vestido y se miró al espejo, se sentía bella, hace mucho que no estrenaba un vestido o se preocupa por cómo se veía, sonrió y se puso rubor en las mejillas, se puso labial. Estaba lista. La puerta se abrió y Evan entró, sus ojos celestes brillaron al ve
Evan siguió aquellas risas, sus ojos se abrieron en un tormento, su corazón se aceleró, agudizó su vista para comprobar que su visión no era irreal, ¡Alba estaba con él! ¡Su peor enemigo! El causante de su infortunio. Casi enloquece. Como si fuera dominado por un instinto infernal, caminó hacia ella. Ella se quedó perpleja enseguida al verlo, caminó hacia él. —Buenas noches, señor Santori, sea bienvenido —dijo Arturo sonriendo socarrón, pero sus ojos denotaban algo de nervios. Evan estaba rojo, sus ojos empequeñecieron de ira, —Evan, te presentó a la señorita Frida Mislan —dijo Alba preocupada al ver el rostro severo de su esposo Evan saludó a Frida y le brindó felicitaciones por su cumpleaños. —Muchas gracias, señor Santori, es un placer verlo aquí, su esposa es maravillosa, estaba invitándome a su casa. Evan lanzó una mirada asesina sobre Alba. —Claro, es usted bienvenida, cuando quiera. —¡Oh, muchas gracias! —exclamó Frida feliz—. ¿Será posible que mi incondicional amigo Art
Evan estaba en su despacho, de mal humor, no podía creer que Alba fuera tan dura con él. «No sé qué hacer, cualquier intento por lograr su amor me congela. Podría contarle toda mi verdad, pero ¿Por qué debo ser yo quien siempre ceda, quien suplique por amor? No, ella debe conocerme, debe amarme por lo que yo soy» Bebió dos copas más y tocaron a la puerta, creyó ilusamente que podría ser ella, más era Piama. —Ahora no, Piama, hablemos mañana —dijo juzgando que, además, estaba bebido, no quería ser duro con ella. La mujer se acercó. —Evan, ¿Qué sucede? Últimamente te veo tan triste, se supone que te casaste para ser feliz, pero presiento, que Alba no te hace dichoso. La voz de la mujer era aguda, y encendió una alarma al interior de Evan, quien se levantó de inmediato. —Ahora no, Piama, y no temas en mis asuntos, vete, por favor —dijo severo —¿Por qué me das ordenes? No quiero irme de ti. —Entonces, me voy yo —dijo enojado, salió tan rápido dejándola tan enfurecida y humillada,
—¡¿Evan la mató?! —¡Oh, no! ¡No Lo sé! Supongo que si eso fuera cierto él estaría detenido, ¿No lo cree? Claro está que un hombre tan rico como él, podría tener el poder para comprar el silencio del mundo entero, no lo sé, señora. Solo sé lo que he dicho, ¿Qué hombre podría perdonar a la mujer que manchó su honra revolcándose con un amigo? Sea como sea, Leonor está muerta, y desde entonces, hasta hoy, nadie sabe nada de su asesino. Los ojos de Alba se volvieron enormes y asustados, observó el medallón entre sus manos, se lo dio y la mujer le dio entonces aquel brazalete, luego besó sus manos. —Muchas gracias, ¡Señora Santori, es usted muy buena! La mujer salió a toda prisa, Alba liberó el aire contenido y tuvo miedo. —¿Con quien demonios me casé? —exclamó asustada. Alba se sentó en una silla, sus ojos estaban consternados, su corazón latía con miedo, sin saber en que creer, de pronto le sonó tan lógico «¿Por qué compró una esposa? Es atractivo y poderosos, cualquier mujer estarí