—Está bien esposo, espero te vaya muy bien… ¿A qué hora nos vemos? —A la hora de almuerzo, probablemente lo hagamos con tu familia —le dio otro beso y se despidió. Salió y su suegro lo esperaba. —¿Todo bien? —Si, me estaba despidiendo de Carlotta, me preguntó por Ren. —No me toques esa música…
Sandro se apartó de ellos, no queriendo seguir discutiendo, porque no valía la pena ensalzarse en una pelea inútil, él no necesitaba convencerlos con palabras que era él mejor, de hecho, ahora no le gustaba atribuirse ese título, era de quienes pensaba que mientras eras disciplinado y perseverante e
—Lo siento… yo solo jugaba con los niños —dijo con una voz tan suave que apenas pudo escucharla.—No te preocupes, no tienes por qué disculparte, tampoco es necesario que te levantes —en ese momento salió Carlotta y los vio, dibujó una sonrisa en su rostro —. Esposa, ya llegué, venía a buscarlas par
El piloto sostuvo el volante del automóvil con fuerza al mismo que este corría sin control fuera de la pista y giraba sobre sus propios cauchos, pese a ello, logró superar varios obstáculos, para segundos después estabilizar el monoplaza y ante la mirada sorprendida y un murmullo general del público
—¡Usted no sabe nada! ¡Es un inútil! ¡¡Maldit4 sea!! Busque a alguien que si sepa… usted es un incompetente, yo sí puedo volver a caminar—gritaba el hombre totalmente fuera de sí. —Yo siento haberle dado esa noticia… puede acudir a los médicos que desee, le aseguro que todos le van a dar el mismo d
Sandro ya estaba en la cima de la F1, desde que había ganado el GP de México, se coronó como el campeón de la Fórmula Uno, ese día era la última carrera de la temporada, que se disputaba en la capital de los Emiratos Árabes Unidos, el circuito Yas Marina de Abu Dhabi, y esperaba consolidar su posici
Sandro vio esto aceleró, los dos coches empezaron a correr casi a la par. El McLaren seguía pegado a los talones de Sandro, así una y otra vez, el McLaren lo alcanzaba, él lo superaba y el coche lo volvía, alcanza y lo superaba, pero el equipo de Sandro seguía siendo capaz de trabajar como una máqui
Carlotta se quedó viéndolo con sus ojos anegados de lágrimas, en su pecho su corazón latía como una locomotora, y su estómago dio un vuelco de la emoción.—Yo… —empezó a decir mientras llevaba una mano en su pecho tratando de tranquilizarse, vio la cantidad de gente que había, a sus padres quienes m