Madeline se apresuró a ir a la estación de policía en cuanto se enteró de la noticia.

Mientras se disponía a entrar, vio a Naya salir con arrogancia por la puerta seguida de un hombre vestido impecablemente, parecía ser un abogado.

Naya también vio a Madeline en ese momento. Esbozó una sonrisa engreída y se dirigió hacia Madeline con pasos lentos.

“Esto se espera de usted, Señora Whitman. Está usted muy bien informada. Creo que debe estar muy disgustada al verme aquí de pie ahora, ¿no? Pero yo estoy muy contenta de verla”.

El tono de Naya estaba lleno de ironía, y las comisuras de su boca se levantaron en una sonrisa satisfecha.

“Ya llevo tiempo diciendo que la policía es justa e imparcial. Soy inocente y no puedo ser calumniada por alguien que dice haber encontrado pruebas. Señora Whitman, entiendo que quiera ayudar a su amiga, pero la realidad es que yo no lo hice”.

La sonrisa de Naya se tornó cada vez más burlona. Estaba provocando a Madeline con la mirada.

“Señora Whitman, d