Capítulo14
Julieta por fin consiguió recuperarse de su tristeza, cuando sonó el timbre de la puerta. Se levantó para abrir.

Sin embargo, tropezó porque su cuerpo ya no podía soportar el dolor. Afortunadamente, se agarró a la barandilla y consiguió evitar caerse.

Cuando abrió la puerta, vio que era el repartidor. Sonrió forzosamente.

—¿Puedes ayudarme a llevarlos adentro?

El repartidor obedeció y colocó los ingredientes dentro de la casa. Sólo entonces se dio cuenta de que Julieta sangraba por todas partes. Tenía las manos manchadas de sangre. Hizo una pausa.

—Señorita, está usted herida. ¿Quiere ir al hospital?

Julieta negó con la cabeza y sonrió amargamente, sintiendo un gran dolor en todo su cuerpo.

—No, gracias. Me ocuparé yo misma.

Se trataba de una zona residencial de ricos. El repartidor no quería interferir mucho. Sin embargo, al ver el rostro pálido de Julieta, la sangre que le corría por la frente y cómo se balanceaba al andar, no pudo evitar preguntar...

—Puedo ayudarte a llamar a una
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