Lukan se sienta en el altar, con las piernas cruzadas junto a Sasha. Los ojos de este licán brillan con una mezcla de ansiedad y ambición. Su respiración es acelerada, casi jadeante, ya puede saborear la victoria inminente que lo espera mientras observa a Melody haciendo los últimos ajustes necesarios. Todo lo que planeó durante años está a punto de cumplirse. Siente el peso del momento, la expectativa creciendo dentro de él como una bestia a punto de ser liberada. Se concentra en controlar su respiración. Originalmente, el ritual sería para invocar una entidad que le diera más poder a Lukan a cambio de un sacrificio, pero ahora, con Sasha en sus manos, el ritual sería otro. Con el poder de la actual Genuina Lunam y del próximo Genuino Alfa en su vientre, Melody transferirá los poderes de los lobos a Lukan. Nadie podrá ser más fuerte que él. Melody hace una pausa, observando cómo los ojos de Lukan brillan con un deseo casi infantil. Una risa baja escapa de sus labios, un sonido
Miguel cierra los puños, su respiración pesada y cargada de ansiedad. Cada músculo de su cuerpo está tenso, y el peso de la responsabilidad lo sofoca. El momento exige prisa, pero el hechizo para localizar a su compañera tardó más de lo que esperaba, dejándolo aún más impaciente. Cada segundo lo arrastra hacia un abismo de tensión creciente. — Muy bien, acérquense — dice Alys con firmeza, extendiendo sus manos hacia sus hermanas. El brillo decidido en sus ojos oculta la ansiedad que siente, pero hay un destello de nerviosismo en su expresión. Alys desea mucho conocer a la lycan que su hermana menor apadrinó, sin embargo, siente un escalofrío al pensar que, después de tantos años, por fin reencontrará a su hermana mayor, Melody. Hace cincuenta años, cuando presenció la horrible masacre que Melody cometió, su interacción fue amarga, y ahora, la culpa que carga solo hace que sus manos suden. Liana, al lado de Alys, aprieta su mano, intentando transmitir una calma fingida. Ver a M
— ¡Suéltala ahora! — ruge Miguel, su respiración pesada y ronca, sus ojos clavados en Sasha, pero el hedor de la magia negra y la presencia de los lobos solitarios le impiden actuar con imprudencia. Siente cada fibra de su cuerpo gritar por la lucha; su hembra está atrapada y vulnerable, y no puede permitir que el ritual continúe. Necesita sacarla de allí.Melody no reacciona, sigue concentrada en el libro que sostiene Luna Cimex Mara, recitando cada palabra con precisión y frialdad. Su postura es rígida, su mano agarra firmemente la daga. Las palabras que salen de su boca son incomprensibles, pero llevan una energía opresora, como si absorbieran el aire a su alrededor.— Oh, Genuino, al fin llegaste — la voz de Lukan corta el ambiente, cargada de sarcasmo y desdén, una sonrisa siniestra juega en sus labios, pero no mueve un músculo para levantarse del altar, sus ojos fijos en Sasha, esperando ansioso la transferencia de poderes. — Solo faltabas tú para el espectáculo.Miguel aprieta
Miguel siente el peso de los lobos solitarios sobre su cuerpo, cada uno moviéndose como parte de una máquina incansable. Sacude su cuerpo violentamente, lanzando a dos de ellos lejos, pero el tercero se mantiene firme, hundiendo sus mandíbulas profundamente en su hombro. Un rugido de dolor y furia estalla en Miguel mientras gira y se estrella contra la pared de la caverna, aplastando al enemigo entre su peso y la roca. El sonido del impacto es gutural, seguido por un grito de agonía del lobo que cae, inerte, al suelo.Pero no hay tiempo para respirar. Dos nuevos enemigos avanzan, sus garras brillando bajo la luz de las velas que rodean el altar. Miguel enfrenta el desafío, sus ojos dorados reluciendo con la intensidad de un trueno a punto de estallar. Se lanza contra ellos, sus garras cortando el aire. Un golpe alcanza el rostro de uno de los lobos, que retrocede aullando de dolor, pero el otro aprovecha la oportunidad y clava sus colmillos profundamente en el muslo de Miguel.Cada ve
Mariana aparta la mirada llorosa de Sasha para dirigirla a Melody, quien permanece concentrada, recitando palabras incomprensibles del libro de rituales prohibidos. El corazón de Mariana se oprime, un dolor casi insoportable al ver que su querida hermana está a punto de usar a su ahijada como sacrificio. Las lágrimas amenazan con caer, pero las contiene, reemplazando la desesperación por determinación.Inspira profundamente, sintiendo el calor familiar recorrer sus venas. Las llamas bailan en sus manos, creciendo en intensidad mientras se enfoca en su objetivo: el libro que una lycan sostiene con firmeza, el objeto que alimenta ese ritual terrible.— ¡Tú no eres así, hermana, esto tiene que parar! — grita Mariana, su voz cargada de emoción y furia.Con un movimiento rápido, lanza una bola de fuego directo hacia el libro. La esfera ardiente corta el aire, iluminando la caverna con un brillo intenso. Mariana no aparta la mirada, esperando ver el impacto destruir el libro y terminar ese
— ¿Adónde vas, bruja? — Lukan gruñe, frunciendo el ceño mientras observa a Melody alejarse del altar, tomando el libro de las manos de Mara, dándoles la espalda y caminando fuera del escudo que había creado para evitar que nada interrumpiera el ritual.Melody se voltea lentamente, sus ojos llenos de un desprecio frío, mientras una sonrisa cínica se dibuja en sus labios delgados. Luego, gira de nuevo y sigue caminando con calma.— ¡Oye! ¡Regresa aquí, maldita! ¡Termina el ritual! ¡Transfiere sus poderes y los del cachorro a mí! — grita Lukan, levantándose de su lugar en el altar y avanzando hacia la bruja.Melody levanta una ceja y suelta una risa corta, divertida por la expresión de Lukan.— Jamás le daría poder alguno a un lycan maldito. Son criaturas insignificantes que merecen la extinción — su voz es tranquila, pero cargada de veneno.Antes de que Lukan pueda reaccionar, Melody extiende su mano y rompe la barrera que había creado. La burbuja de magia negra se disuelve, sus partíc
El ambiente en la caverna se vuelve denso, casi sofocante. Todos dirigen su mirada hacia el altar, donde Sasha comienza a retorcerse violentamente. Sus gritos, antes llenos de dolor, se transforman en algo gutural, primitivo y perturbador. Las notas de su voz se mezclan con un tono sombrío, como si algo antiguo e inhumano se estuviera manifestando a través de ella. El calor emana de su cuerpo, volviéndose tan intenso que Pedro se ve obligado a soltarla. Se levanta, con los ojos desorbitados, observando la forma extraña en que Sasha se contorsiona sobre el altar. — ¿Hija? ¿Qué está pasando? — murmura Pedro, su voz quebrada por la angustia. Mira a Mariana, cuyos ojos están fijos en Sasha con puro terror. Agarra el brazo de la bruja con fuerza. — ¿Qué le hizo tu hermana a mi hija, Mariana? ¡¿Qué le hizo?! Mariana intenta responder, pero las palabras no le salen. Sus labios tiemblan mientras más lágrimas caen por su rostro. ¿Cómo pudo Melody hacer esto?...— E-ella está siendo..
— ¿Q-qué está pasando? — balbucea Mara, con los ojos desorbitados mientras se tapa la nariz, intentando protegerse del hedor sofocante a azufre que emana de Sasha, provocándole náuseas. El olor es asfixiante, quemando sus fosas nasales como si algo pútrido se estuviera pudriendo en el aire. Intenta dar un paso atrás, pero sus piernas tiemblan, aterrorizada por nunca haber visto una criatura como esa, que literalmente apesta a muerte. El rostro de Mara está pálido, al igual que los de los demás, sus ojos abiertos de par en par, fijos en lo que debería ser solo un cadáver en este momento. — ¿No debería estar muerta? Su poder y el del cachorro deberían haberse transferido... — Mara no puede terminar, su voz se ahoga en su garganta al ver que ahora la atención de la criatura está puesta en ella. — Bocadillo — murmura la criatura, y entonces, en un abrir y cerrar de ojos, salta del altar hacia la licana, quien ni siquiera tiene tiempo de reaccionar antes de que su enorme mandíbula