El viento gélido golpea el rostro lupino de Sasha, agitando su pelaje, pero no siente frío —al contrario, la sensación es de pura libertad. Sus patas golpean con fuerza la nieve, empujándola hacia atrás mientras corre, cada músculo de su cuerpo grande y pesado trabaja con precisión, llevándola cada vez más lejos.
A cada zancada, el viento helado envuelve su cuerpo, haciendo que su pelaje blanco baile y brille bajo los destellos de luz que se filtran entre los árboles a su alrededor. Cada rayo que la toca la hace parecer aún más etérea, como si se fusionara con el propio paisaje. La sensación de libertad recorre cada fibra de su ser, y la loba dentro de ella, antes aprisionada por tanto tiempo, finalmente se siente viva.
La loba siente su cuerpo fortaleciéndose con cada paso, con cada salto en la nieve blanda. El peso de la forma humana que la mantuvo atrapada
Durante largos minutos, Sasha sigue gruñendo, negándose a ceder. Su instinto le grita que luche, que no se deje controlar, pero la energía de Miguel es constante, sin prisa, sin violencia. Mantiene su cuerpo sobre el de ella, sus músculos tensos, pero su mirada es firme y paciente. No la presiona, pero tampoco retrocede.Finalmente, los gruñidos de Sasha comienzan a disminuir, hasta que lo único que queda es el sonido de sus respiraciones pesadas y entrecortadas, con la tensión vibrando entre los dos. Ella lo mira fijamente, sus ojos aún brillando de furia y algo más.Miguel se inclina lentamente, acercándose a su hocico, y sin decir una palabra, la lame con una delicadeza que la toma por sorpresa. No era lo que esperaba de él. Una ruptura total con lo que pensaba que vendría de alguien que tantas veces la hirió. Por un breve instante, se permite bajar la guardia, y es en ese mom
— Desde entonces, llevé conmigo esa sensación, pensando que estaba loca. ¿Cómo podía sentir estas cosas por un hombre al que nunca había visto antes?Miguel no aparta la mirada. Recuerda exactamente las emociones que ella sintió, porque cada una de ellas se desbordó directamente en él, multiplicada dos veces más.Pero no esperaba que ella tocara ese tema.— Sasha, yo... — Miguel intenta hablar, pero su voz falla. Si pudiera retroceder en el tiempo, no habría aceptado la invitación de aquella hembra, pero no puede cambiar lo que pasó.— Y apenas unas horas después, la hiciste pasar por el infierno — dice ella, su voz cargada de dolor. — Mientras yo estaba inconsciente, casi muerta por culpa de tu amante, ni siquiera tuviste un mínimo de compasión. Sabías quién era, sabías lo que podrí
Miguel avanza por el bosque cubierto de nieve, sus patas hundiéndose en el suelo blanco y helado con cada paso. El crujido de las hojas secas y la nieve comprimida bajo sus patas es el único sonido que llena el silencio de esa fría mañana. Sobre él, el cielo está gris y el viento gélido sopla con fuerza implacable, cortando el aire a su alrededor. Pero él no se deja afectar. Su enfoque está en una sola cosa: encontrar una presa.El viento cortante transporta el olor del animal que está cazando. Está concentrado, su mente dividida entre el instinto de cazar y el peso de la situación con Sasha. Miguel necesita demostrarse digno ante la hembra que duerme en su cueva, necesita ser más que solo el macho idiota que la hirió. Necesita ser su compañero—y eso requiere más que solo fuerza física.El gruñido de ella resuena en su cabeza, un recordato
Sasha es simplemente magnífica. Su pelaje blanco refleja la tenue luz del sol que se filtra a través de los árboles cubiertos de nieve. Miguel siente que podría pasar horas admirándola y nunca se cansaría.A pesar de sus instintos, que le dicen que ella debería permanecer oculta hasta que el cachorro tenga seis meses, no puede evitar quedar fascinado con la forma en que explora el mundo, tan curiosa, tan libre.Sasha corre con una velocidad que despierta al depredador dentro de Miguel, provocando en él un deseo primitivo de capturarla y llevarla de vuelta a la cueva.Pero se contiene. Simplemente la sigue, con una sonrisa lupina en su hocico, amando la manera en que sus patas tocan la nieve con ligereza a cada galope. Apenas deja huellas, con pasos rápidos y precisos.Cualquier rastro de debilidad que la afectó el día anterior ha desaparecido por completo. La diosa la ha sanado c
El viento helado sopla con fuerza, erizando el pelaje de Sasha, mientras el olor metálico de la sangre agudiza sus instintos. Su loba se inquieta, caminando de un lado a otro mientras espera.Inmediatamente, levanta las orejas y dirige la mirada hacia la dirección de donde proviene Miguel. Lo olfatea en el aire y camina hacia él. Miguel se detiene, permitiéndole que lo examine.Ella lo rodea, observándolo con cautela hasta que finalmente encuentra la herida en su flanco. Sin pensarlo dos veces, se acerca más, inspeccionando la profundidad de la lesión."La herida se ve mal" — Sasha comenta, su voz cargada de preocupación resonando en la mente de Miguel.Miguel se encoge de hombros."Solo son unos rasguños, ni siquiera los siento." — responde con indiferencia."¡Ay!""¿Ni los sientes, eh?" — Sasha presiona su pata sobre la herida y luego la re
Sasha parece jugar con el entorno, su cuerpo moviéndose con una gracia y agilidad impresionantes. Corre en zigzag, saltando troncos caídos, explorando el terreno con una energía renovada. Miguel la observa de cerca, fascinado por la ligereza con la que se mueve. La loba de su compañera está disfrutando cada segundo de su libertad.Salta, gira, y por un momento, parece que está riendo internamente, burlándose del macho que la persigue, como si él no pudiera alcanzarla.Sasha salta sobre un montón de nieve espesa, aterrizando con precisión y, sin dudarlo, vuelve a correr rápidamente, demostrando su fuerza y agilidad, como si se estuviera jactando de lo que puede hacer.El lobo de Miguel responde con el mismo entusiasmo. Mantiene el ritmo, su presencia es constante pero sin presionarla, mientras su compañera sigue con su carrera exploratoria.A medida que corren, Miguel nota
Pedro camina de un lado a otro en el apartamento de Mariana, sus ojos recorriendo nerviosamente la vista panorámica de la ciudad a través de la enorme ventana de vidrio que ocupa toda la pared.Sus dedos crujen inquietos, su mente no deja de pensar en Sasha, llevándolo a imaginar múltiples teorías sobre lo mal que la están tratando, sin nadie para defenderla en el territorio del Genuino Alfa.— ¿Estás segura de que no podrán encontrarnos aquí? — Pedro se gira hacia Mariana, su voz cargada de tensión. — Este lugar no se siente como un escondite seguro. Me siento expuesto con esta enorme ventana.— Me gusta la vista, Pedro — responde Mariana sin mirarlo, mientras abre la puerta de la nevera y rebusca dentro. — Lancé un hechizo para que ni siquiera mis hermanas pudieran localizarnos aquí. ¡Ah, lo encontré! ¿Tien
— ¿Alys?— Mari, Melo escapó — dice Alys apresuradamente al otro lado de la línea, su voz cargada de urgencia.Mariana siente su corazón acelerar.¿Escapó?La palabra hace que su cuerpo entero se congele por un momento.— ¿Qué? — Mariana pregunta, frunciendo el ceño con confusión, sin creer lo que está escuchando.— Melody escapó de la prisión de los lycans — repite Alys, su voz temblorosa y entrecortada.— ¿Có-cómo? — Mariana no puede disimular el impacto en su voz. Su expresión cambia de calma a alerta en cuestión de segundos. Su corazón late con más fuerza y se deja caer en el sofá, sintiendo que sus piernas pierden fuerza ante la noticia.Pedro frunce el ceño, observando el cambio en el rostro de la bruja frent