Miguel avanza por el bosque cubierto de nieve, sus patas hundiéndose en el suelo blanco y helado con cada paso. El crujido de las hojas secas y la nieve comprimida bajo sus patas es el único sonido que llena el silencio de esa fría mañana. Sobre él, el cielo está gris y el viento gélido sopla con fuerza implacable, cortando el aire a su alrededor. Pero él no se deja afectar. Su enfoque está en una sola cosa: encontrar una presa.
El viento cortante transporta el olor del animal que está cazando. Está concentrado, su mente dividida entre el instinto de cazar y el peso de la situación con Sasha. Miguel necesita demostrarse digno ante la hembra que duerme en su cueva, necesita ser más que solo el macho idiota que la hirió. Necesita ser su compañero—y eso requiere más que solo fuerza física.
El gruñido de ella resuena en su cabeza, un recordato
Sasha es simplemente magnífica. Su pelaje blanco refleja la tenue luz del sol que se filtra a través de los árboles cubiertos de nieve. Miguel siente que podría pasar horas admirándola y nunca se cansaría.A pesar de sus instintos, que le dicen que ella debería permanecer oculta hasta que el cachorro tenga seis meses, no puede evitar quedar fascinado con la forma en que explora el mundo, tan curiosa, tan libre.Sasha corre con una velocidad que despierta al depredador dentro de Miguel, provocando en él un deseo primitivo de capturarla y llevarla de vuelta a la cueva.Pero se contiene. Simplemente la sigue, con una sonrisa lupina en su hocico, amando la manera en que sus patas tocan la nieve con ligereza a cada galope. Apenas deja huellas, con pasos rápidos y precisos.Cualquier rastro de debilidad que la afectó el día anterior ha desaparecido por completo. La diosa la ha sanado c
El viento helado sopla con fuerza, erizando el pelaje de Sasha, mientras el olor metálico de la sangre agudiza sus instintos. Su loba se inquieta, caminando de un lado a otro mientras espera.Inmediatamente, levanta las orejas y dirige la mirada hacia la dirección de donde proviene Miguel. Lo olfatea en el aire y camina hacia él. Miguel se detiene, permitiéndole que lo examine.Ella lo rodea, observándolo con cautela hasta que finalmente encuentra la herida en su flanco. Sin pensarlo dos veces, se acerca más, inspeccionando la profundidad de la lesión."La herida se ve mal" — Sasha comenta, su voz cargada de preocupación resonando en la mente de Miguel.Miguel se encoge de hombros."Solo son unos rasguños, ni siquiera los siento." — responde con indiferencia."¡Ay!""¿Ni los sientes, eh?" — Sasha presiona su pata sobre la herida y luego la re
Sasha parece jugar con el entorno, su cuerpo moviéndose con una gracia y agilidad impresionantes. Corre en zigzag, saltando troncos caídos, explorando el terreno con una energía renovada. Miguel la observa de cerca, fascinado por la ligereza con la que se mueve. La loba de su compañera está disfrutando cada segundo de su libertad.Salta, gira, y por un momento, parece que está riendo internamente, burlándose del macho que la persigue, como si él no pudiera alcanzarla.Sasha salta sobre un montón de nieve espesa, aterrizando con precisión y, sin dudarlo, vuelve a correr rápidamente, demostrando su fuerza y agilidad, como si se estuviera jactando de lo que puede hacer.El lobo de Miguel responde con el mismo entusiasmo. Mantiene el ritmo, su presencia es constante pero sin presionarla, mientras su compañera sigue con su carrera exploratoria.A medida que corren, Miguel nota
Pedro camina de un lado a otro en el apartamento de Mariana, sus ojos recorriendo nerviosamente la vista panorámica de la ciudad a través de la enorme ventana de vidrio que ocupa toda la pared.Sus dedos crujen inquietos, su mente no deja de pensar en Sasha, llevándolo a imaginar múltiples teorías sobre lo mal que la están tratando, sin nadie para defenderla en el territorio del Genuino Alfa.— ¿Estás segura de que no podrán encontrarnos aquí? — Pedro se gira hacia Mariana, su voz cargada de tensión. — Este lugar no se siente como un escondite seguro. Me siento expuesto con esta enorme ventana.— Me gusta la vista, Pedro — responde Mariana sin mirarlo, mientras abre la puerta de la nevera y rebusca dentro. — Lancé un hechizo para que ni siquiera mis hermanas pudieran localizarnos aquí. ¡Ah, lo encontré! ¿Tien
— ¿Alys?— Mari, Melo escapó — dice Alys apresuradamente al otro lado de la línea, su voz cargada de urgencia.Mariana siente su corazón acelerar.¿Escapó?La palabra hace que su cuerpo entero se congele por un momento.— ¿Qué? — Mariana pregunta, frunciendo el ceño con confusión, sin creer lo que está escuchando.— Melody escapó de la prisión de los lycans — repite Alys, su voz temblorosa y entrecortada.— ¿Có-cómo? — Mariana no puede disimular el impacto en su voz. Su expresión cambia de calma a alerta en cuestión de segundos. Su corazón late con más fuerza y se deja caer en el sofá, sintiendo que sus piernas pierden fuerza ante la noticia.Pedro frunce el ceño, observando el cambio en el rostro de la bruja frent
Sasha mira a Miguel, su cuerpo aún bajo el de él, y un destello de provocación brilla en sus ojos, pero hay algo más profundo oculto allí, una capa de vulnerabilidad que Miguel percibe de inmediato.— ¿Y ahora? — pregunta ella, su voz es una mezcla de curiosidad y provocación. — ¿Qué vas a hacer ahora que me atrapaste?Por un momento, Miguel no responde. Observa a la hembra debajo de él durante unos segundos, admirando cada detalle de su rostro. El silencio entre ellos solo está lleno por el sonido suave de sus respiraciones.— Voy a cuidarte — murmura Miguel, la sinceridad en su tono reflejándose en sus oscuros ojos que ahora la observan con intensidad. Se acerca más, el calor de su cuerpo envolviéndola. — Volveremos a la mansión, mi guarida ahora será…— No quiero volver allí — lo i
Sasha apoya sus manos en los hombros de Miguel, sintiendo la tensión en los músculos firmes bajo sus palmas. Su cuerpo está preparado, como una bestia a la espera del próximo movimiento, pero lo que lo desconcierta son los ojos de ella. El brillo afilado que centellea en sus pupilas le revuelve el estómago con una ansiedad desconocida. La manera en que lo observa lo pone en alerta.Con un movimiento brusco, Sasha lo jala con fuerza hacia abajo, haciendo que su cuerpo ceda bajo su dominio.Miguel cierra los ojos instintivamente, anticipando el calor de los labios de ella sobre los suyos, imaginando el impacto de ese beso que parece inminente, la suavidad y el roce de su boca dominando la suya, la reconciliación implícita en un beso que ha anhelado por tanto tiempo. Pero, en lugar de eso, siente algo completamente diferente.El aliento suave de Sasha roza su oído, el hálito cálido acaricia su pi
— De este modo, solo me estás decepcionando, sirviente — declara Sasha.Las palabras golpean a Miguel como un puñetazo. Su mandíbula se tensa, sus ojos se entrecierran y recuerda al instante cuando él mismo le dijo lo mismo a Sasha, impaciente porque lo tomara en su boca sin perderse en su inseguridad.Por más que sus instintos griten que debe montarla con fuerza, sabe que este momento es de ella. Y, dentro de él, ocurre una mezcla de emociones. Nunca ha sido sumiso ante ninguna hembra, nunca ha aceptado recibir órdenes, y al mismo tiempo que se siente frustrado, también está curioso y ansioso.Miguel suelta sus muñecas, sus manos caen pesadamente a los lados de su cuerpo, pero su mirada sigue anclada en la de Sasha. Hay promesas silenciosas en los ojos de Miguel, como si le dejara claro que esta batalla está lejos de terminar. Puede estar cediendo ahora, pero no está