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Su destino no podría ser mas cruel.

Punto de vista del autor....

Cien o más lobos, corrieron hacia la naturaleza.

Se extendieron por todo el bosque de la manada Redstone en poco tiempo.

Dante solo siguió subiendo para aliviar el dolor de la muerte de su madre.

Algunos todavía lo seguían, mientras que la mayoría de los lobos buscaban a cualquier traidor que hubiera.

Dante se apresuró a saltar por un acantilado que llevaba a la orilla de la cascada.

Su pelaje negro era brillante y reflejaba la luz.

Cerrando los ojos, Dante inhaló bruscamente.

Quería tener un momento de tranquilidad mirando la cascada, cuando escuchó un chapoteo, alguien había caído al agua.

Dante y su lobo se dieron cuenta de que había algo diferente.

Ese olor era irreconocible para él y su lobo.

Su corazón se aceleró y se lanzó al río cambiando rápidamente de forma, sin atender a ningún tipo de pensamiento.

No le tomó mucho tiempo ver el cuerpo de una chica que se hundía en la profundidad.

El corazón de Dante se aceleró al mirar ese cabello rubio.

Era ella, su pareja.

La que huyó de él, después de esa noche cuándo se metió al bañó a tomar una ducha después de todo la ronda de sexo que tuvieron.

Rápidamente nado hacia ella, su brazo se enredó en su cintura y se apresuró a nadar hacia la superficie.

Conectó su mente con sus guardias, quienes también estaban en forma de lobo vagando de cerca.

Se apresuraron a conseguir un coche y Dante salió de las sombras desnudo con su pareja en el hombro.

Su personal tenía la cabeza del otro lado y Dante la metió en su Mercedes.

Puso una de sus camisas en el pecho de Selene antes de permitir que su conductor subiera al auto.

—¿A dónde, Príncipe? —su conductor preguntó y Dante no respondió.

Miró a su pareja que tenía el pelo sobre la cara.

El torció la boca antes de quitarle el pelo de la cara.

Un mes completo buscándola en la capital, por fin la encontró.

Una sonrisa astuta se apoderó de su rostro mientras la observaba.

Era la mujer más hermosa que jamás haya caminado sobre la tierra.

Dante le puso la mano en la cara y la miró mansamente durante un largo momento.

—Te encontré. ¿No? —Dante habló y sacudió la cabeza—. Al aeropuerto nos vamos a la capital. Ya —gruñó al final y el conductor se apresuró a contarlo por el micrófono.

—Al aeropuerto prepara el avión para la capital.

El mensaje se transmitió a todos los autos detrás de ellos y Dante le puso la mano en la parte trasera y se acomodó en el asiento.

****

Selene gimió un poco y abrió los ojos para recibir un fuerte acento y olor irreconocible para ella ¿Acaso esto era la muerte?

—¿Cómo te llamas, ojos azules?

Selene miró a su izquierda y vio al hombre con el pecho al descubierto.

Pero en el momento en que se dio cuenta de que ella también estaba desnuda, no pudo evitar jadear y se tapó el pecho con las sábanas que antes sólo le llegaban a las rodillas.

Selene pudo notar la decepción que irradiaba en su dirección, pero se le llenaron los ojos al darse cuenta de que él ya tenía la mano en su muslo.

—¿Qué hiciste...? — apenas logró decirlo cuando la realidad la golpeó.

Inconscientemente llevó sus manos temblorosas a su vientre.

No había nada anormal, ni dolor excepto, la incomodidad de su cuerpo.

Por un momento se sintió aliviada de que su bebe estuviera con ella, pero al momento siguiente cuando vio de reojo al hombre, tragó saliva, sabía quién era él, por su aroma.

Ella se estremeció cuando él levantó su barbilla.

Pronto su cuerpo se llenó de ansiedad, ella tenía que regresar con urgencias.

—Felicitaciones, la Diosa de la luna te ha bendecido para que seas mi compañera para siempre.

Los ojos de Selene se posaron en el tatuaje de su brazo.

Él era una raza real.

Sacudiendo la cabeza lentamente, hizo que su alma abandonara su cuerpo.

Su destino no podía ser aún más cruel.

Ella empuñando sus manos trató de susurrar: —Yo… yo rechazo… —y recibió un fuerte golpe en su mandíbula que la hizo caer al suelo.

Dante miró su mano antes de mirar a su compañera de nuevo.

—¡Qué lástima!

Selene estaba convencida de que tenía la mandíbula desplazada, pero solo para cubrirse la cara con el brazo.

Definitivamente ella tenía que encontrar la manera de irse de allí.

—¡No!...—Selene chilló cuando lo vio venir hacia ella.

Dante clavó los dedos en su brazo y tiró de ella hacia el borde de su cama.

—¡Te reto a que intentes decirlo!

Selene hizo una mueca y lo miró con impotencia. Odiaba cómo la trataría.

—Déjame, yo... —esta vez Selene se enfureció y Dante se apresuró a sujetarle la cara para que lo mirara—. Te quitaré la cabeza antes de que termines esta vez.

Selene colocó su mano en su muñeca y se sintió asqueada cuando trató de inclinarse.

Ella hipó y rompió en sollozos al sentir la rabia que había envuelto todo el espacio.

De hecho, sabía que él podría acabar con ella con un chasquido de su dedo.

Dante no pudo evitar mirarla con decepción.

Estaba temblando de ira en este punto.

Quería una esposa obediente, una luna servil y no una mujer que incluso detestaba su toque.

La tensión en la habitación era profunda.

Dante podía decir que la diosa de la luna lo había maldecido o que no había forma de que fuera bendecido con una pareja que intenta rechazarlo.

Él la dejó de un tirón y salió corriendo de la habitación.

Selene dio un respingo cuando cerró la puerta detrás de él y miró la enorme habitación.

Casi interminable.

Llena de lujos.

Intentó ponerse de pie y agarró las sábanas para envolver su cuerpo.

Su rostro entumecido le hizo recordar cómo su compañero la golpeó y sus ojos se llenaron al instante.

—Tu compañero es un Alfa real, Selene. Un alfa real...—titubeó y cayó de rodillas antes de romper en sollozos.

¿Acaso no era suficiente el dolor que experimentó al perderlo todo?

Ya podía notar que el sol salía de la espaciosa terraza detrás de las cortinas que eran lo suficientemente gruesas como para bloquear la luz.

Frotándose las lágrimas, sabía que tenía que hacer algo con su situación.

Primero, tenía que irse de ese lugar y solo tenía un lugar donde ir.

La vieja amiga de su madre.

Caminó hacia el armario para buscar cualquier cosa que pudiera usar.

El armario iba desde suites caras hasta chaquetas de marca.

Selene se adelantó y palpó su chaqueta de cuero, ella recordó el momento en que él se acercaba para reclamar como suya.

No pudo evitar preguntarse cómo iba a reaccionar la vieja Selene esa noche si ella realmente hubiera estado en sus cinco sentidos y lo hubiera reconocido como su compañero.

Ella negó con la cabeza.

¡NO! Jamás iba a permitir que su hijo fuera apuntado cómo un traidor.

Cogió uno de sus chalecos que le llegaba a las rodillas y trató de taparlo con la chaqueta.

Aunque tenía tensión acumulada mientras caminaba hacia la puerta de la habitación, dejó escapar un suspiro laborioso en el momento en que notó que estaba abierta.

Salió sin darse cuenta del jarrón hecho añicos en el suelo y se estremeció en el momento en que le atravesó los pies.

—Mierda —ella gimió.

Tenía los ojos cerrados, aguantando el dolor, mientras un charco de sangre ya arruinaba el piso blanco y brillante.

Salió cojeando con cuidado y pudo sentir que él no estaba por ningún lado.

Selene no se detuvo para quitarse la pieza de los pies.

Sabía que solo la haría sangrar más y no quería ensuciar el piso o dejar un rastro fácil para que alguien la siguiera.

Especialmente él, su pareja.

Presionó el ascensor y se abrió al instante.

Entró descalza en el ascensor con el talón izquierdo en el aire y presionó para llegar al estacionamiento.

Le tomó casi diez minutos bajar.

Podía sentir muchos hombres lobo y personas y sus pies se hicieron más rápidos.

Salió del edificio como una loca y corrió como si su vida dependiera de ello.

Sabía que si era atrapada por él una vez más no tendría escapatoria.

Esta era su única oportunidad.

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