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La mirada gris de la omega se nubló ante las lágrimas que amenazaron en salir de sus ojos, su cuerpo se debilitó sintiendo como sus fuerzas se perdían. La verdad había rugido después de tanto estrés que le había causado, aunque la noticia de saber que quién es el padre de su cría estaba frente a ella, eso no significaba que le enojará un poco.

— Gea, no pensé que decírtelo, te pondría así. ¿Estás bien? —.

— Si —. Limpio sus lágrimas.

Pero era mentira, no se encontraba y bien, su estómago se revolvió y la coneja salió corriendo hacia el primer baño cerca. El asco dentro de ella creció y no le permitió abandonar el baño hasta que haya vomitado todo lo que había ingerido.

Sus ojos permanecían cristalizados aún, parecía que algo dentro de ella se hubiera caído y solo pensó en que ese león sabía sobre todo eso y la tenía ahí con él, estaba sin salida.

Se sentó en el piso frío del baño tomando su cabeza con sus manos, el dolor de cabeza aparecía de nuevo. Debía de sentirse feliz po