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Le temblaban las manos. Nunca se imaginó que desnudar a una mujer, a Xana lo haría sentirse tan ansioso, nervioso, ya ni sabía. La piel estaba caliente debajo de tela que fue retirando hasta que esta cayó a altura de la cadera de su mate, dejando a la vista ese par de pechos perfectos para acunar en sus manos. Aun podía recordar lo rico que se sentían sus pezones en su boca y cómo los chupaba poniéndose cada vez más duro.

-Hermosa- jadeó apretando uno de sus pechos suavemente en sus manos.

Xana soltó un leve gemido y sus manos las posicionó detrás de ella sobre los muslos del alfa para mantener un equilibrio. Su cuerpo lo sentía como gelatina, pero a la vez quería aquello, quería que el calor que la recorría y casi la enloquecía se aliviara, y las manos de White sobre ella hacían ese efecto.

Si le hubieran dicho que estaría haciendo eso unas horas antes seguramente se hubiera reído, y estaba segura que después, le costaría verlo a la cara de vergüenza, pero ahora no podía pensar ella
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