Encuentro

Cuando llegamos a su casa Alos siguió con los pequeños gestos de dolor, aunque él quería aparentar que todo estaba bien sabía que algo andaba mal.

Su madre estaba en la cocina, llevaba una cola de caballo alta, y un vestido azul claro nos regalo una gran sonrisa al vernos

—Hola chicos, ¿Cómo estás Miroslav?.

—Bien señora y usted.

—No me digas señora me haces sentir vieja dime Anabella o suegra.

Sonreí—Entendido suegra

—¿En dónde está papá?—pregunto Alos

—Esta jugando tenis con Ender.

—Que patéticos, Miroslava y yo vamos arriba, Matilda nos avisas cuando esté la comida

—Si señor Alos.

Alos y yo subimos a su habitación, aún lo notaba cansado y adolorido.

—¿Te sientes bien?—volví a preguntarle

Se recostó en la cama e hizo un gesto de dolor.

—Si estoy bien solo, estoy cansado.

Sospeché que algo andaba mal

—¡Quítate el suéter!—Le exigí

Soltó una carcajada suave

—¿Quieres verme desnudó?— arqueó las cejas

—Si, quítate el suéter— repetí

—Por favor estoy cansado—replico

—Te lo quitas tú o
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