Capítulo 76: Un Nuevo Comienzo en ParísEl día de la mudanza llegó, y la familia empacó sus pertenencias en un camión mientras se despedían de su hogar. Con el corazón latiendo con fuerza, Mariana miró su antigua casa, una mezcla de tristeza y alegría inundando su ser. Era un refugio lleno de recuerdos preciosos: las risas, las lágrimas, los sueños compartidos. Sin embargo, sabía que estaban a punto de abrir un nuevo capítulo lleno de posibilidades emocionantes.Al llegar a París, la ciudad de las luces los recibió con un cielo despejado y una energía vibrante que palpitaba en el aire. Mariana miró a su alrededor con asombro, sintiendo que la historia y la cultura de la ciudad se entrelazaban en cada rincón. El aroma del pan fresco y el café recién hecho llenaban el aire, mientras las calles estaban llenas de artistas y soñadores, todos ellos tejiendo su propio relato en el vasto tapiz de la ciudad.— "Es aún más hermosa de lo que imaginé," dijo Mariana, mientras caminaban por las cal
Capítulo 77: La Exhibición en el Corazón de ParísMientras Mariana se preparaba para la exhibición, Alexander se dedicó a explorar la ciudad con su hijo, mostrando a ambos los lugares icónicos que tanto habían leído y soñado visitar. Pasearon por el Louvre, maravillándose con las obras maestras que adornaban sus paredes; se quedaron boquiabiertos ante la Torre Eiffel, cuya grandeza parecía deslumbrarles en cada ángulo; y disfrutaron de un picnic en el Jardín de Luxemburgo, donde el sol brillaba y las risas de los niños llenaban el aire. En esos momentos, la familia se sentía unida, compartiendo la magia de París.Un día, mientras estaban en el museo, su hijo se detuvo ante una pintura famosa. Con ojos grandes y llenos de curiosidad, preguntó:— "Mamá, ¿puedo ser un artista como tú?"Mariana se agachó para mirarlo a la altura de los ojos, sintiendo que ese momento era crucial.— "Por supuesto, cariño. Siempre puedes seguir tus sueños. El arte es para todos. Solo necesitas ser valiente
Capítulo 78: El Gran Día El día de la exhibición llegó, y la galería estaba llena de emoción y expectativa. Mariana vestía un elegante vestido negro que resaltaba su figura, complementado con unos pendientes sencillos que brillaban con la luz suave del lugar. Miró a su alrededor, viendo a amigos, familiares y nuevos conocidos listos para admirar su trabajo. Cada rostro conocido era un recordatorio de lo lejos que había llegado.Mientras los invitados se reunían, Mariana sintió una mezcla de ansiedad y emoción. Era un cóctel de nerviosismo que le revoloteaba en el estómago, pero también una profunda satisfacción. La inauguración comenzó, y la música suave llenaba el aire, creando un ambiente acogedor mientras la gente se movía entre las obras, deteniéndose a admirar cada una. Las luces estaban estratégicamente colocadas para resaltar los colores y detalles de sus piezas, cada una narrando una historia que resonaba con sus experiencias en París.— "Tu trabajo es impresionante," le dijo
Capítulo 79: Un Reconocimiento InesperadoEn medio de la exposición, el ambiente vibraba con murmullos de admiración y la luz tenue resaltaba los colores vibrantes de las obras de Mariana. Se había esforzado durante meses, a veces desvelándose en su pequeño estudio, rodeada de tubos de pintura y pinceles que parecían cobrar vida bajo sus manos. Cada trazo en el lienzo había sido un viaje emocional, y esa noche, el resultado de su dedicación estaba expuesto para que todos lo vieran.Mientras Mariana conversaba con un grupo de entusiastas del arte, un conocido coleccionista se acercó. Su figura imponente, acentuada por un traje elegante, contrastaba con la sencillez de la artista. Sus ojos, llenos de curiosidad, brillaron al fijarse en las obras.— "Estoy encantado con lo que he visto esta noche. Me gustaría adquirir algunas de tus piezas para mi colección," le dijo, una sonrisa amplia iluminando su rostro.Mariana sintió que el aire le faltaba. La incredulidad y la emoción se entrelaza
Capítulo 80: Reflexiones NocturnasEsa noche, después de la emocionante exposición, la familia se reunió en su apartamento. El aire estaba impregnado de risas y palabras de aliento, pero Mariana necesitaba un momento a solas para procesar todo lo que había sucedido. Se sentó en el balcón, dejando que la suave brisa nocturna acariciara su piel. Desde allí, la vista de la ciudad iluminada la envolvía como un manto brillante. Las luces parpadeantes parecían contar historias, reflejando sus sueños y anhelos.Alexander, quien había estado observando desde el interior, se unió a ella. Tomó su mano con ternura, como si quisiera infundirle un poco de su fortaleza.— "Hoy fue un gran día. Estoy tan feliz por ti," dijo, mirando hacia el horizonte donde las luces de la ciudad se fusionaban con el cielo estrellado.Mariana sonrió, sintiendo una oleada de gratitud.— "No podría haberlo hecho sin tu apoyo. Esta ciudad ha sido un regalo," respondió, su voz llena de sinceridad. Cada palabra era un ec
El sonido constante de los autos y la mezcla de idiomas en las calles inundaron los sentidos de Mariana mientras salía del aeropuerto Charles de Gaulle. París, la ciudad que siempre había soñado conocer, se extendía ante sus ojos con una mezcla de encanto y vértigo. Para una joven de 25 años que había crecido en un pequeño pueblo, la idea de estar en la capital mundial del arte y la moda se sentía irreal.Con una maleta en mano y su portafolio de diseño de interiores al hombro, Mariana se repetía una y otra vez que debía mantenerse tranquila. Había trabajado duro para obtener esta oportunidad, un proyecto internacional en el que nunca imaginó que participaría tan pronto en su carrera. La empresa constructora de lujo "La Vie Élite" la había contratado como parte de un equipo joven para la renovación de una mansión histórica en los suburbios parisinos.Pero su emoción estaba teñida de nerviosismo. Ser la única latina, joven y sin grandes contactos, la hacía sentir fuera de lugar en un m
Al llegar a la enorme entrada de hierro forjado, se detuvo por un momento para admirar el edificio. La mansión era impresionante, con detalles arquitectónicos que reflejaban siglos de historia. Mientras avanzaba, una figura apareció en la entrada: Alexander.Era más alto de lo que había imaginado, vestido impecablemente en un traje gris oscuro, con el porte de alguien que está acostumbrado a dominar la situación. Su rostro mostraba una seriedad imperturbable, y sus ojos oscuros parecían observarlo todo sin realmente permitir que nadie lo viera a él. Había algo magnético en su presencia, una mezcla de misterio y poder que intimidaba a todos a su alrededor.— "Señorita García, bienvenido a París." —dijo Alexander con una voz baja y controlada.Mariana se tensó, sorprendida de que supiera su nombre. Su tono era educado pero distante, como si cada palabra estuviera cuidadosamente calculada.— "Gracias, señor Moreau." —respondió ella, intentando sonar más confiada de lo que realmente se se
Esa noche, mientras Mariana caminaba por las calles iluminadas de París, su mente no dejaba de darle vueltas al breve momento compartido con Alexander. Sentía que había algo más en él, algo más allá del hombre frío y distante que todos describían. ¿Sería posible que, detrás de su máscara, hubiera alguien con quien pudiera conectar? ¿O solo estaba viendo lo que quería ver?De regreso en su pequeño estudio, se sentó junto a la ventana que daba al bullicio de la ciudad. La vida nocturna parisina brillaba bajo sus ojos, pero en su mente solo estaba él. Alexander Moreau. Su nombre resonaba una y otra vez. ¿Por qué la afectaba tanto un simple intercambio de palabras?Sabía que estaba jugando con fuego. No solo por las diferencias evidentes entre ellos —su edad, su posición social, su riqueza—, sino porque él no parecía el tipo de hombre que dejara entrar a alguien fácilmente. Y aun así, había algo en su mirada, en esos segundos en los que había dejado de lado su profesionalismo, que la inqu