Capítulo258
María se paró detrás de una columna, asomando la cabeza para ver la figura del hombre, que resultaba ser idéntica a Manuel, sin la mínima diferencia.

Sin embargo, ese hombre llevaba un abrigo de color café, mientras que Manuel llevaba un traje negro esa noche.

—Después de tantos años, sigues siendo tan hermosa como antes.

La voz del hombre era tan elegante como las cuerdas de un violonchelo, con un irresistible y cautivador tono.

—Tú… ¿realmente no has muerto?

La mujer se quedó atónita, con el cuerpo rígido. Después de un momento, pronunció lentamente algunas palabras con los labios temblorosos.

La suave y etérea voz de la mujer, como la llovizna en una tarde de marzo en el sur, parecía algo que María había escuchado antes. Permaneció allí, frunciendo el ceño mientras intentaba recordar.

—Contigo, con él, y con tantas personas y cosas felices para disfrutar, no puedo morir por ahora.

—Aquella vez fue una elección equivocada por mi parte, pero a partir de ahora, no volveré a lastimarlo.
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