Capítulo182
Manuel miró fijamente a María, con sus ojos fríos ahora enrojecidos por la estimulación.

En la primera mitad de la noche, ella probablemente yacía de manera tan dócil debajo de Nicolás, permitiéndole hacer lo que quisiera.

En su mente, seguían apareciendo las imágenes de los condones en el cubo de basura, llenos de líquido sucio.

—Ah…

El cuerpo de María de repente convulsionó violentamente, emitiendo un grito desgarrador y desesperado que resonó en todo el baño. Un dolor punzante y desgarrador inundó cada célula de su cuerpo como una marea.

María, pálida por el dolor, se encogió sin fuerzas, colgando flácidamente en la fría pared. En todo su cuerpo, solo existía una sensación: el dolor.

Ella no era una niña inocente, sabía muy bien lo que Manuel le había hecho.

Con lágrimas de odio en sus ojos, sus diez dedos se aferraron con fuerza a las baldosas, rompiendo las uñas y haciendo que la sangre brotara lentamente, siguiendo las líneas de las baldosas.

Las lágrimas en sus ojos, mezcladas c
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