—Buenas noches—Alondra las interrumpió con el rostro afligido.
—Hola—Beu’ respondió en tono alegre al escucharla, pero en cuanto la observó supo que algo le sucedió.
—Necesito hablar con alguien. —Su voz se quebró.
Beu' volteó a ver la mujer con la que se encontraba, la cual esbozó una pequeña sonrisa.
—Hola Alondra, buenas noches, mi nombre es Aitana Roblero, soy Psicóloga, puedo escucharte si así lo deseas.
—Además que ella es la fundadora de este lugar—Beu' intervino—, aprovecha que está aquí, porque radica en Colombia.
— ¿Vamos? —Aitana indicó el camino a la casona.
—De acuerdo. —Alondra se encaminó hacia el consultorio que ya conocía. Aitana encendió la luz del lugar, ambas tomaron asiento de forma simultánea.
La terapeuta observó morderse el labio a la joven, además de tocarse de manera constante
Para comenzar a sanar, se tiene que comenzar por reconocer lo que se siente y Alondra por fin pudo aceptar que guardaba mucho resentimiento, ahora toca liberarlo. Te invito a dejar una reseña sobre esta historia. Gracias por leerla. Saludos con cariño.
Ciudad de México. Aline acababa de llegar de hacer guardia en el instituto donde trabajaba. Moría por llegar a recostarse y dormir un poco, luego trabajar toda la noche. Deseaba tanto olvidarse que Aldo ahora era su jefe y que pretendía hacerle la vida miserable, no comprendía como demonios le había hecho para que le negaran el divorcio. Estaba por sacar ropa cómoda cuando llamaron por el interfón de su departamento. —¿Quién es? —preguntó. —Soy Alfonso, tu padre. —Pasa —respondió sin mucho ánimo. Un par de minutos después tocaron a su puerta. —Hola papá— Saludó algo distante. — ¿Cómo has estado? — ¿A qué debo tu visita? —Veo que aún estás resentida conmigo. Aline lo miró seria. —Me casé
Ernesto y Aline salían en compañía de Doña Ofe y Paula María, de la residencia de Álvaro, cuando el auto de Andrés se interpuso para que no avanzaran. —Este imbécil ¿cree que somos de plástico o qué? —Ernesto cuestionó al tener que frenar rápido, para no impactarse. El hombre iracundo se bajó para enfrentarlos. —Vine por mi mujer —exigió. —Ella no se encuentra con nosotros ya se fue —doña Ofe gritó desde la ventanilla del auto. —Me están mintiendo—Andrés afirmó. —Vete de aquí, estas ebrio por favor deja de hacer espectáculos, traemos a una pequeña y las damas aquí presentes no tienen por qué soportarte. Andrés se acercó a Ernesto al escucharlo hablar. — ¿Y tú quién eres para decirme lo que tengo que hacer? —Lo que me faltaba un borracho necio. Ernesto se ba
Al siguiente día. Alondra se encontraba en la chocolatera ayudando a Emilio que estaba como loco tratando de que el embarque de chocolates estuvieran bien empacados. Debido a la fragilidad de las piezas al ser bomboneras artesanales de ‘Barro negro’. Producidas en el estado y otras de ‘Talavera’ pintadas a mano, procedentes de la ciudad de Puebla. Enviadas de empresas pequeñas con una gran necesidad de salir adelante, las cuales Alondra conoció cuando vivió allá. Observó a Emilio que gritaba por donde quiera que anduviera. Ella resopló mientras destapaba una deliciosa trufa rellena de jalea de fresa con pequeños trozos de frutos rojos secos. Observó la etiqueta con el nombre de la chocolatera ‘Xocolatl’, vocablo del Nahuatl, que quiere decir agua espumosa. Después observó la marca que ella había registrado como ‘AlerN’, se sintió tan orgullosa de comenzar a importar sus productos.
A la mañana siguiente Alondra bajó para desayunar al restaurante del hotel y dirigirse después a su trabajo, cuando Álvaro ingresó, después de haber leído un mensaje que ella le envió. Regresó de la calle, para acompañarla a desayunar. Tomó asiento frente a su chica, con la vista hacia el jardín. —No sentí a qué hora te levantaste. —Tenía un asunto importante que atender —Álvaro respondió con calidez. — ¿Y de qué se trata? —la joven cuestionó. Álvaro hizo un movimiento con su cabeza, para que ella volteara a ver hacia la entrada, mientras él sonreía. Entonces la joven giró su cabeza y la vio… — ¡Alondra! Escuchó a Paula María gritar su nombre y la vio correr en dirección a ella emocionada. Alondra se puso de pie correspondiendo a esa sonrisa y se movió en dirección a la pequeña. A continuación se a
Minutos después se retiraron del lugar. Emilio las observó desde su oficina salir, sintiendo una profunda decepción hacia Alondra. — ¿Por qué me toca perder siempre a mí? —reprimió la sensación que lo abordaba. Salieron a caminar por las calles del centro, buscando un lugar para comer. — ¿Qué te apetece? —Alondra le preguntó. — ¿Podría ser una hamburguesa o pizza?, pero prometes no decirle a mi papi que comimos pizza. — ¿Por qué? —frunció el ceño la joven. —Porque ayer la abuela me llevó a comer pizza también— Sonrió divertida. —Quizás podríamos acompañarla con una ensalada —ella propuso. —Mejor con una papas—Paula sugirió. —Tenemos que evitar que te enfermes del estómago y si comes papas y pizza te sobre cargarás. — ¿Te gusta el sushi? —indagó. —Sí, pero m
«Una vez dijo un sabio que para ser fuerte no es necesario cargar mucho peso. Con levantar el tuyo cada vez que te caigas, es suficiente». Anónimo ◦◦◦◦◦◦◦◦ Colocó las manos en la cabeza, sintiendo el sudor sobre su rostro, observó a su alrededor viendo a Pau y a Álvaro dormir abrazados. Se levantó con cuidado para no hacer ruido a lavarse la cara, mientras se encontraba en el tocador observó su rostro desencajado. — ¿Será real esto que soñé? —se cuestionó. S
La joven se dejó caer al suelo con lágrimas en los ojos. Daniel se agachó para poder verla a los ojos. —Respóndeme Azul, por favor. Es hora de que lo afrontes. La chica lo miró a los ojos. —Responde. —Desde hace casi dos años, Andrés comenzó a presionarme con mi físico, dijo estando tan gorda como estaba no era una mujer atractiva. —Sollozó. —Eres una mujer hermosa. —Acarició su rostro. —No, no, es verdad, estoy obsesa, por eso debo cuidarme mucho, para no subir de peso. —Limpio su rostro son el dorso de su mano. —Quien quiera que solo vea tu exterior se queda corto con la belleza que tienes por dentro. Tienes que confiar en quien eres y si te gusta ser delgada recurrir a otras formas para que puedas mantenerte como buscar a un especialista de la salud. No tratando de hacerlo sola, como puedas. —La vi
Ernesto condujo su auto hasta la ciudad de Oaxaca, viajaba en compañía de su novia Aline. Una gran zozobra lo invadía al no saber qué había sucedido con su hermana, había tenido que esperar a que Sandy, su jefa le diera el permiso para ausentarse un par de días de sus actividades. Luego de 9 horas llegaron al hotel en el que se hospedaba. Tocaron a la puerta, fue Farah quien abrió. Ernesto la miró sin poder pronunciar una sola palabra al verla, solo sintió las fuertes palpitaciones que dio su corazón. —Mamá —expresó sin pensar en lo que decía. Farah se sorprendió al escucharlo, recordaba con tristeza la última vez que lo había visto refiriéndose a ella como ‘señora’. —Busco a mi hermana. —Claro pasa. —Farah lo miró a los ojos con nostalgia. —Gracias —el joven respondió adentrándose a la suite, sin volver a mirarla. Alondra e