Alondra acababa de subir a su habitación después de escuchar de boca del teniente Arnulfo, que ya no había que temer. Con sentimientos encontrados se sentó sobre su cama, recargando su cabeza sobre la cabecera, liberó un par de lágrimas que tenía contenidas.
—Nunca se podrá borrar el daño que causaste, Juanjo. Ni con tu muerte. —Tomó un pañuelo desechable de la mesa de noche, para limpiar su rostro.
Álvaro ingresó a la habitación, la observó que estaba con los párpados cerrados, sujetando una cadenita que traía sujeta a su cuello.
— ¿Todo bien, mi bella?
La joven abrió su acuosa mirada.
— ¿Y esas lágrimas? —Álvaro se acercó a ella.
—Recordaba a Nora. Ni estando muerto Juanjo, ella podrá regresar. Jamás podré volver a tener una conversación o un abrazo de mi amiga. Hace ya casi 3 años de su partida y a mí me sigue haciendo mucha falta. —Sollo
Les dejo un capítulo más, preparándonos, para dar el cierre.
Temetzontla, Tlaxcala. Una semana después. La familia Alvarado y Edmundo viajaron a horas de la madrugada hacia la ciudad de Tlaxcala, luego de 2 horas y media de viaje, llegaron al pueblo que se encontraba en la cima de una montaña. Eran las 7:30 am, siendo principios del mes de noviembre. Al transitar por las precarias calles de ese poblado, pudieron observar la densa neblina por todos lados. Edmundo condujo muy despacio al no tener una completa visibilidad.Al descender del auto, Alondra tomó de la mano a Pau y Álvaro ayudó a su abuela a salir. Miraron con tristeza la sencilla casa de la familia de su amiga. La mirada de la joven se cristalizó. —Las cosas van a mejorar de aquí en adelante, te lo prometo. —Álvaro besó la frente de su novia. — ¿Por qué estamos en este lugar, que hace tanto frío? —Pau inquir
Álvaro bebió un sorbo de aquel delicioso café que Yesenia, les preparó. —Me gustaría que nos permitiera apoyarlos —él mencionó—. En todo lo que requieran. — ¿Acaso están intentando limpiar culpas? —Esperanza externó. — ¡Mamá! —Yesi exclamó avergonzada. Edmundo se atragantó al escucharla, entonces comenzó a toser. — ¡Claro que no! —Doña Ofe respondió ofendida—, no somos de esa clase de personas —mencionó. —Esperanza sino habíamos venido a visitarlos, es porque la vida de Alondra corría peligro —Álvaro informó—, ese infeliz, secuestró a mi hija, para alejarla a Al, de mi lado—. Vivimos un infierno. Los ojos de Perita se abrieron de par en par al escucharlo. —No lo sabía. —Se puso de pie. —Ustedes nos importan —Alondra dijo—. Lamento mucho que pareciera que no era así, pero las cosa
Penal de Santa Martha Acatitla. Alondra se encontraba acompañada de Ernesto y Álvaro, esperaba sentada en el área de visitas. Sus manos sudaban, ante el nerviosismo, su corazón palpitaba frenéticamente, mientras sentía una descarga de ansiedad en el interior de su estómago. La primera en entrar fue Doña Luisa. Alondra la observó acercarse, fijó su hostil mirada en la joven y después en Ernesto. — ¿Qué demonios hacen aquí? —cuestionó. —Venimos a comprobar que estas en el lugar adecuado —Ernesto respondió con resentimiento. —Pues ya me vieron, así que ahuecando el ala. —Palmeó con sus manos. —Ni estando aquí dejas de ser perversa —Alondra comentó—. No comprendo porque no te estás arrepentida, por lo menos un poquito de todo el mal que has hecho, Luisa —pronunció. —No lamento haber terminad
—No me tengas miedo, soy tu tía. —La mujer intentó retirar un mechón de cabello del rostro de la pequeña, inclinándose a su altura. Cuando la mano de Alondra, la sujetó por la muñeca impidiendo que la acariciara. —No se te ocurra tocar a mi hija —refirió, sintiendo la furia instalarse en ella. — ¿Perdón? —la mujer se enderezó para encarar a Alondra. — ¿Tu hija?, ¡veo que estás tan loca cómo esta vieja! —se dirigió a Doña Ofe. Entonces Alondra sin dudarlo, lanzó una bofetada sobre el rostro de la mujer. —Llévese a mi hija, doña Ofe por favor, que esta mujer y yo vamos a aclarar las cosas de una vez por todas. Una vez que la abuela, salió con Pau de la mano, llamó de inmediato a Álvaro para avisarle lo que sucedía. —Esa niña, no es nada tuyo. No te atrevas a llamarla de nuevo hija. Ella es hija de mi her
Un día atrás. Álvaro salió muy temprano de su casa, para ir a recoger a Arnulfo, aprovecharon que era madrugada para tomar desprevenido a quien le harían esa visita. Se dirigieron hacia un hotel, donde Edmundo tenía detectado que se ocultaba Benjamín. Sabían perfecto en qué habitación se encontraba y que estaba a punto de salir del país. Justo cuando se estacionaron, dos camionetas de la gente de Arnulfo, llegaron al mismo tiempo. Debido a la jerarquía de él, no hubo problema, para que se les entregara una tarjeta y poder abrir la puerta de manera pacífica, ya que de lo contrario lo harían a la mala y eso costaría un escándalo al hotel que estaba a unos pasos del aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Justo cuando la puerta se abrió Álvaro, encendió la luz, observándolo dormir de manera tranquila. —Se ve que no tiene ningún remordimiento alguno, duerme como un angel
Puerto Escondido, Oaxaca. Dos semanas después. Después de estar fuera de su lugar de residencia, por fin regresaron a su casa y a sus ocupaciones habituales. Alondra se reunió con un par de compañeras del CAM, quienes elaboraban los hermosos bordados de las blusas y los vestidos que tanto le gustaban. Les propuso abrir una línea de ropa, en algunos lugares de la ciudad. Deseaba tanto seguir contribuyendo con dar más fuentes de trabajo, para que sus compañeros salieran adelante. Teniendo tan buenos resultados en la tienda de repostería, se animó a abrir su propia cafetería. Después de responder un par de llamadas de su novio sintió una pequeña inquietud por regresar a casa, ya que él no solía presionarla preguntando cuánto se iba demorar en llegar. Cosa que se le hizo algo extraño. Además de disculparse por no poder ir a recogerla, c
Por la tarde. Álvaro y Alondra esperaban en el restaurante del hotel a la abuela y a Paula María, ambos se miraban sintiéndose cómplices de la noticia que solo ellos sabían. — ¿Deseas ordenar algo, mientras bajan? —Álvaro indagó. —No apetezco nada, siento el estómago revuelto —hizo un puchero. —Tienes que hacer un esfuerzo, mi hijo necesita crecer fuerte. —Álvaro miró hacia su vientre, con emoción. Aún no lo puedo creer. —Creo que hice mal mis cuentas —la joven respondió. —Era su momento de venir al mundo y de hacernos más dichosos. Alondra mordió su labio al escucharlo. —Debes darte cuenta de que ya eres una gran mamá. Solo mira a Pau, en lo mucho que te quiere; la tratas con tanto amor, con tanta dulzura, que te has ganado su corazón. No cualquier persona ama de esa manera. —La m
Tres semanas después. Álvaro visitó el hotel en donde se fue a hospedar Doña Ofe, en compañía de Alondra y Paula María. Llevó algunos artículos personales de la joven. Esperaba con gran nerviosismo, que le abrieran la puerta, cuando la encantadora y alegre abuela lo hizo, la observó con la cabeza llena de tubos para cabello y en bata de baño. Antes de que diera un paso para intentar entrar a la habitación, ella se lo impidió. —Ni un paso más jovencito. —Se quedó mirándolo atento a los ojos—. No puedes ver a la novia. Álvaro hizo mueca. —Lo comprendo, entrégale esto por favor. —Voy a hacer algo por ti, dame un momento. —Doña Ofe se metió a la habitación y sacó una pañoleta que ella usaba, la fue doblando, hasta quedar un vendaje. Entonces Álvaro cerró los ojos mientras lo vendaba impidiendo que pudiera ver. Tomó de su m