Penal de Santa Martha Acatitla.
Alondra se encontraba acompañada de Ernesto y Álvaro, esperaba sentada en el área de visitas. Sus manos sudaban, ante el nerviosismo, su corazón palpitaba frenéticamente, mientras sentía una descarga de ansiedad en el interior de su estómago.
La primera en entrar fue Doña Luisa. Alondra la observó acercarse, fijó su hostil mirada en la joven y después en Ernesto.
— ¿Qué demonios hacen aquí? —cuestionó.
—Venimos a comprobar que estas en el lugar adecuado —Ernesto respondió con resentimiento.
—Pues ya me vieron, así que ahuecando el ala. —Palmeó con sus manos.
—Ni estando aquí dejas de ser perversa —Alondra comentó—. No comprendo porque no te estás arrepentida, por lo menos un poquito de todo el mal que has hecho, Luisa —pronunció.
—No lamento haber terminad
Para poder llegar a la plenitud, se deben cerrar ciclos, por lo que Alondra lo está haciendo segura de que cosas buenas, están por llegar.
—No me tengas miedo, soy tu tía. —La mujer intentó retirar un mechón de cabello del rostro de la pequeña, inclinándose a su altura. Cuando la mano de Alondra, la sujetó por la muñeca impidiendo que la acariciara. —No se te ocurra tocar a mi hija —refirió, sintiendo la furia instalarse en ella. — ¿Perdón? —la mujer se enderezó para encarar a Alondra. — ¿Tu hija?, ¡veo que estás tan loca cómo esta vieja! —se dirigió a Doña Ofe. Entonces Alondra sin dudarlo, lanzó una bofetada sobre el rostro de la mujer. —Llévese a mi hija, doña Ofe por favor, que esta mujer y yo vamos a aclarar las cosas de una vez por todas. Una vez que la abuela, salió con Pau de la mano, llamó de inmediato a Álvaro para avisarle lo que sucedía. —Esa niña, no es nada tuyo. No te atrevas a llamarla de nuevo hija. Ella es hija de mi her
Un día atrás. Álvaro salió muy temprano de su casa, para ir a recoger a Arnulfo, aprovecharon que era madrugada para tomar desprevenido a quien le harían esa visita. Se dirigieron hacia un hotel, donde Edmundo tenía detectado que se ocultaba Benjamín. Sabían perfecto en qué habitación se encontraba y que estaba a punto de salir del país. Justo cuando se estacionaron, dos camionetas de la gente de Arnulfo, llegaron al mismo tiempo. Debido a la jerarquía de él, no hubo problema, para que se les entregara una tarjeta y poder abrir la puerta de manera pacífica, ya que de lo contrario lo harían a la mala y eso costaría un escándalo al hotel que estaba a unos pasos del aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Justo cuando la puerta se abrió Álvaro, encendió la luz, observándolo dormir de manera tranquila. —Se ve que no tiene ningún remordimiento alguno, duerme como un angel
Puerto Escondido, Oaxaca. Dos semanas después. Después de estar fuera de su lugar de residencia, por fin regresaron a su casa y a sus ocupaciones habituales. Alondra se reunió con un par de compañeras del CAM, quienes elaboraban los hermosos bordados de las blusas y los vestidos que tanto le gustaban. Les propuso abrir una línea de ropa, en algunos lugares de la ciudad. Deseaba tanto seguir contribuyendo con dar más fuentes de trabajo, para que sus compañeros salieran adelante. Teniendo tan buenos resultados en la tienda de repostería, se animó a abrir su propia cafetería. Después de responder un par de llamadas de su novio sintió una pequeña inquietud por regresar a casa, ya que él no solía presionarla preguntando cuánto se iba demorar en llegar. Cosa que se le hizo algo extraño. Además de disculparse por no poder ir a recogerla, c
Por la tarde. Álvaro y Alondra esperaban en el restaurante del hotel a la abuela y a Paula María, ambos se miraban sintiéndose cómplices de la noticia que solo ellos sabían. — ¿Deseas ordenar algo, mientras bajan? —Álvaro indagó. —No apetezco nada, siento el estómago revuelto —hizo un puchero. —Tienes que hacer un esfuerzo, mi hijo necesita crecer fuerte. —Álvaro miró hacia su vientre, con emoción. Aún no lo puedo creer. —Creo que hice mal mis cuentas —la joven respondió. —Era su momento de venir al mundo y de hacernos más dichosos. Alondra mordió su labio al escucharlo. —Debes darte cuenta de que ya eres una gran mamá. Solo mira a Pau, en lo mucho que te quiere; la tratas con tanto amor, con tanta dulzura, que te has ganado su corazón. No cualquier persona ama de esa manera. —La m
Tres semanas después. Álvaro visitó el hotel en donde se fue a hospedar Doña Ofe, en compañía de Alondra y Paula María. Llevó algunos artículos personales de la joven. Esperaba con gran nerviosismo, que le abrieran la puerta, cuando la encantadora y alegre abuela lo hizo, la observó con la cabeza llena de tubos para cabello y en bata de baño. Antes de que diera un paso para intentar entrar a la habitación, ella se lo impidió. —Ni un paso más jovencito. —Se quedó mirándolo atento a los ojos—. No puedes ver a la novia. Álvaro hizo mueca. —Lo comprendo, entrégale esto por favor. —Voy a hacer algo por ti, dame un momento. —Doña Ofe se metió a la habitación y sacó una pañoleta que ella usaba, la fue doblando, hasta quedar un vendaje. Entonces Álvaro cerró los ojos mientras lo vendaba impidiendo que pudiera ver. Tomó de su m
Caminaron por el exterior, sintiendo la brisa del mar, hasta llegar a la zona de la playa, en donde una gran alfombra en color blanco que dividía las sillas de los invitados. Observó el hermoso escenario que los esperaba, para dar el tan esperado ‘Sí’, y unirse a la vida del hombre que tanto amaba. Ernesto y ella se acercaron hasta encontrarse con Álvaro y Doña Ofe. Alondra miró a Álvaro, sintiendo como su corazón golpeó frenético, luego de tres semana sin poder hacerlo. Justo en ese momento él observó caminar a su chica, del brazo de su hermano, percibió atento cada uno de sus delicados movimientos. Sus ojos se fijaron en la belleza que desprendía, con cada paso que daba hacia él, luciendo un sublime vestido blanco en corte sirena y escote de corazón con finos bordados e incrustaciones de cristal. Alondra sonrió al verlo esperarla en compañía de su abuela. —Estás hermosa —Álva
Los cuatro no pudieron evitar sonreír. Doña Ofe abrió los ojos de par en par cuando su grupo favorito apareció en el escenario entonces: «Cómo te voy a olvidar by Los ángeles azules», se escuchó, entonces el vocalista anunció que ese tema se lo dedicaba su nieto Álvaro. — ¡No lo puedo creer! —exclamó conmovida, sus ojos se cristalizaron. A continuación él se acercó a la mesa y le extendió su mano. —Esta canción nos pertenece —susurró en su oído con cariño. La llevó hasta la pista y con mucha delicadeza comenzaron a bailar. —Muchas gracias —Doña Ofe respondió sin poder evitar llorar—. Siempre serás mi muchacho, mi gran orgullo. Estás hecho a mi semejanza. —Se abrazó a él. Varios de los presentes no pudieron evitar conmoverse al verlos bailar con tanta emoción. Alondra desde donde se encontraba sentada en compañía de su familia limpió su vidriosa mirada al verlos
Tres semanas después. Álvaro y Alondra se encontraban en el aeropuerto Internacional Benito Juárez, de la ciudad de México esperando el regreso de Doña Ofe quien había cumplido su promesa de llevar a Disneyland, en Orlando, Florida a Paula María, pero no solo eso logró, sino que pudo viajar también con Oscarito. Mientras el matrimonio había viajado a París, Francia para disfrutar de su luna de miel, la abuela aprovechó para vacacionar. Luego de media hora de esperar en la terminal 2, en la sala de espera, observaron caminar a Doña Ofe con ambos niños, por el control de acces, sonrieron al ver que ya los esperaban — ¡Volvimos! —la voz de Paula María, se escuchó luego de pasar por los trámites migratorios. — ¿Cómo les fue? —Álvaro cuestionó con emoción, recibiendo entre sus brazos a su hija. —De maravilla mijo, pero no te mides. Mira