Era otro día agotador en el bufete donde Sofía trabajaba. Mientras intentaba organizar los montones de archivos que su jefe le había asignado, se sentía más atrapada que nunca. El ambiente tóxico, los horarios interminables y el constante abuso laboral la estaban consumiendo poco a poco. Cada día era una lucha por mantener la calma.De repente, su teléfono vibró en la mesa. Un número desconocido apareció en la pantalla. Tomó una pausa, respiró hondo y contestó, esperando que no fuera otra mala noticia.—¿Sofía Montenegro? —preguntó una voz educada al otro lado de la línea.—Sí, soy yo —respondió, con un tono de cansancio en la voz.—Le hablo de Santori & Bernardi Abogados. Nos gustaría que viniera a una entrevista. Hemos revisado su perfil y creemos que encajaría perfectamente en nuestra firma.Sofía quedó paralizada por un momento. Santori & Bernardi era el bufete más importante de la ciudad, un sueño lejano para cualquier abogada joven. ¿Cómo era posible que la hubieran contactado a
Cuando Sofía cruzó las puertas de Santori & Bernardi Abogados en su primer día, sintió una mezcla de emociones que no había experimentado en mucho tiempo. La oficina era elegante y moderna, con una atmósfera completamente diferente a la del pequeño bufete en el que había trabajado antes. Todo en este lugar emanaba profesionalismo y éxito, y por primera vez en mucho tiempo, Sofía sintió que podría encajar en un entorno donde su talento y esfuerzo serían valorados.Los primeros minutos fueron un torbellino de presentaciones. Matteo, el socio que la había contratado, la recibió con una sonrisa cálida, dándole una breve introducción al equipo y las instalaciones.—Sabemos que harás un gran trabajo aquí, Sofía —le dijo con confianza—. Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo.A pesar de la acogida positiva, Sofía no pudo evitar sentir una sombra de duda en el fondo de su mente. ¿Cómo había llegado hasta aquí? La pregunta seguía rondando, pero decidió no pensar demasiado en ello, al menos p
El pasillo del hospital parecía más largo de lo normal mientras Sofía caminaba hacia la habitación de su hermana. Su corazón latía con fuerza, sabiendo que algo malo había sucedido. La llamada del hospital y la mirada grave de Alessandro la habían preparado para malas noticias, pero nada podría haberla preparado para el peso que sentía en su pecho en ese momento.Al llegar, Alessandro la esperaba junto a la puerta, su rostro serio, pero su mirada estaba cargada de empatía. Sofía había aprendido a leerlo en esos pequeños gestos: las ligeras líneas en su frente, el tono firme pero suave que utilizaba cuando tenía que decir algo difícil. Sabía que lo que venía no sería fácil de escuchar.—Sofía, gracias por venir tan rápido —dijo Alessandro, con una leve inclinación de cabeza. Su voz era tranquila, pero detrás de su profesionalismo había una profunda preocupación—. Creo que necesitamos hablar sobre tu hermana.Sofía sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Ya había temido
Tras la conversación con Alessandro, Sofía sintió el peso de la responsabilidad caer sobre sus hombros como nunca antes. Su hermana estaba en una situación crítica, y ahora dependía de ella tomar decisiones que podrían determinar su futuro. El miedo y la incertidumbre se arremolinaban en su mente mientras trataba de procesar las palabras de Alessandro. ¿Un trasplante? ¿Era esa realmente la única opción?Aquella noche, Sofía apenas pudo dormir. Las preguntas la asaltaban: ¿Cómo podría pagar un tratamiento tan costoso? ¿Qué pasaría si su hermana no lograba superar la operación? Pero por encima de todo, la idea de perderla la aterrorizaba. No podía permitirse el lujo de equivocarse, no cuando la vida de su hermana estaba en juego.A la mañana siguiente, Alessandro la contactó para darle más detalles sobre las opciones disponibles. Quedaron de verse en una pequeña cafetería cerca del hospital para hablar de manera más relajada, fuera de la fría atmósfera clínica.—Sofía, sé que todo esto
Las semanas pasaron como un suspiro para Sofía, cada día lleno de incertidumbre y decisiones difíciles. Aunque su hermana seguía en una condición crítica, las palabras de Alessandro y su apoyo incondicional le daban la fuerza para continuar. Su vida se había vuelto un delicado equilibrio entre su nuevo trabajo en el bufete de Santori & Bernardi y las visitas constantes al hospital, donde su hermana luchaba cada día.Lo que más sorprendía a Sofía era cómo, a pesar de la gravedad de la situación, Alessandro había logrado convertirse en su pilar. Nunca se había permitido depender de nadie de esa manera, pero poco a poco, su relación con él había comenzado a cambiar.Alessandro, por su parte, no podía ignorar lo que sentía por Sofía. Cada vez que la veía tan vulnerable y decidida al mismo tiempo, algo dentro de él se removía. Era más que una simple necesidad de protegerla. Sabía que lo que estaba surgiendo entre ellos iba mucho más allá de lo profesional.Una tarde, después de una intensa
Los días que siguieron al beso entre Sofía y Alessandro fueron una mezcla de emociones confusas para ambos. Aunque su vínculo se había profundizado de manera inesperada, ninguno de los dos había hablado abiertamente de lo sucedido. Sofía, inmersa en la preocupación por su hermana, no sabía cómo procesar lo que sentía por Alessandro. La conexión entre ellos la asustaba y la emocionaba al mismo tiempo, pero su vida estaba demasiado complicada para añadir más confusión a sus emociones.Alessandro, por otro lado, estaba igual de confundido. Sabía que lo que sentía por Sofía iba mucho más allá de su rol como médico, pero la intensidad de sus propios sentimientos lo sorprendía. Nunca había sido de los que actuaban por impulso emocional, pero cuando estaba cerca de Sofía, todo era diferente. Quería estar ahí para ella, protegerla, pero también sabía que el momento en que compartieron aquel beso había cambiado algo entre ellos.Pero lo que ninguno de los dos sabía era que alguien los había vi
Las semanas transcurrieron con un ritmo constante, y aunque la situación de la hermana de Sofía seguía siendo crítica, Alessandro permanecía a su lado en cada paso del camino. Desde el momento en que compartieron ese beso, había algo nuevo entre ellos, un entendimiento silencioso que iba más allá de las palabras. Aunque ninguno había mencionado directamente lo sucedido, el aire entre ellos era palpable, lleno de sentimientos que luchaban por salir a la superficie.Una tarde, después de una larga jornada en el hospital, Alessandro invitó a Sofía a caminar por los jardines que rodeaban el hospital. El aire fresco era un respiro de las tensiones que los rodeaban, y Sofía aceptó, agradecida por la oportunidad de desconectar un poco del estrés que la consumía.Mientras caminaban, ninguno de los dos habló al principio. El silencio que compartían no era incómodo, sino más bien una especie de refugio. Sofía sentía que podía ser ella misma en presencia de Alessandro, algo que no había experime
La relación entre Sofía y Alessandro había alcanzado un nuevo nivel. Desde el momento en que compartieron ese último beso, algo se había asentado entre ellos, una seguridad silenciosa que les permitía estar juntos sin la necesidad de palabras. Sin embargo, el peso de la situación de la hermana de Sofía seguía presente en el fondo de sus corazones, y aunque intentaban mantener la esperanza, ambos sabían que lo que enfrentaban no sería fácil.Las visitas al hospital continuaban siendo una constante en la vida de Sofía, pero ahora, con Alessandro a su lado, la carga parecía un poco más ligera. A menudo, se encontraban compartiendo largas horas en los pasillos del hospital, hablando de cosas triviales, a veces solo disfrutando de la compañía del otro. El hecho de que no tuvieran que fingir, que no hubiera pretensiones entre ellos, les permitía construir una base sólida sobre la que sus sentimientos seguían creciendo.Una tarde, mientras caminaban por los jardines del hospital, Alessandro