La noche se sentía densa mientras Sofía corría por los pasillos del hospital, intentando huir del torbellino de emociones que la consumía. El contacto de los labios de Alessandro con los suyos seguía quemándole la piel. ¿Cómo había llegado a este punto? En su mente, todo lo que Clara le había dicho hacía eco, una y otra vez, golpeando sus ya frágiles defensas. Hay un abismo entre nosotros, pensó.Se detuvo frente a una ventana, observando cómo las luces de la ciudad titilaban a lo lejos, sintiéndose más pequeña e indefensa que nunca. Su vida siempre había sido una lucha, y ahora que su corazón empezaba a abrirse hacia Alessandro, no sabía si era capaz de lidiar con el caos que eso implicaba. Las palabras de su madre, la traición de su padrastro y la tentadora oferta de Raúl seguían revoloteando en su mente. Todo se estaba desmoronando.Mientras tanto, Alessandro se quedó inmóvil en el jardín, incapaz de procesar lo que acababa de hacer. El beso había sido un impulso, una necesidad que
Mientras caminaba por los pasillos del hospital, Sofía no podía evitar sentir cómo el peso de su pasado seguía acechándola, como una sombra persistente. Cada vez que intentaba dejarlo atrás, algo la empujaba a recordarlo, especialmente ahora, después del confuso beso con Alessandro.¿Cómo iba a confiar en alguien otra vez? Las cicatrices de su pasado amoroso aún estaban frescas, y a pesar del tiempo que había pasado, el dolor no se había desvanecido del todo.Años atrás, Sofía había creído en el amor, con toda la pureza y la esperanza de quien se deja llevar por las promesas de un hombre que parecía perfecto. Julián, su exnovio, había sido encantador desde el principio. La llenó de ilusiones, le prometió un futuro lleno de felicidad, el cielo y la tierra, como solía decirle en tono cariñoso. Durante un tiempo, pensó que había encontrado al hombre con el que compartiría su vida.Pero todo se desmoronó cuando, un día, mientras trabajaba en su antiguo empleo, mejor remunerado y mucho men
Los días continuaban siendo una mezcla de agotamiento y desesperación para Sofía. El ambiente opresivo de su trabajo la ahogaba más con cada jornada. Las humillaciones constantes por parte de su jefe, el señor Reyes, y la manera en que sus compañeros la cargaban con más y más trabajo la estaban destruyendo. Su vida se había convertido en un ciclo interminable de jornadas extenuantes, lágrimas ocultas y un peso insoportable en su pecho.Era ya tarde cuando Sofía salió del bufete, con las luces del edificio apagándose a su paso. Su cuerpo estaba tan agotado como su mente, pero había algo peor que enfrentarse a las interminables horas de trabajo: el acoso constante de Raúl.Cuando salió a la calle, lo vio allí, esperando de nuevo. Raúl, con su sonrisa torcida, recargado en su coche de lujo, como si cada día fuera un juego para él.—Preciosa —dijo, acercándose con la familiar lascivia en su voz—. Sabes que eventualmente dirás que sí. ¿Por qué sigues resistiéndote? Sabes que puedo solucion
El hospital estaba en silencio, pero dentro de Sofía, las emociones eran un torbellino. Las imágenes de Alessandro golpeando a Raúl seguían repitiéndose en su mente, como una película que no podía detener. ¿Cómo habían llegado hasta ese punto?Después de lo sucedido, Alessandro había insistido en llevarla a casa, pero el trayecto fue incómodamente silencioso. Las palabras parecían inútiles ante lo que acababa de pasar. Sofía no podía evitar sentirse culpable. La intensidad con la que Alessandro había actuado, el poder de su furia, la dejó impactada. Aunque lo había hecho para protegerla, había visto una faceta de él que no conocía, y no sabía cómo procesarlo.Al llegar a su apartamento, Alessandro la ayudó a bajar del auto. Sus manos, aún temblorosas, tocaron suavemente su brazo. Sofía podía sentir la energía contenida en él, la mezcla de adrenalina y preocupación que lo consumía.—Sofía... ¿estás bien? —preguntó con voz ronca, casi susurrando.Ella asintió, aunque la verdad era que n
Los días posteriores al enfrentamiento con Raúl habían sido tensos para Alessandro. Aunque Sofía había decidido mantener la distancia emocional entre ambos, él no podía dejar de pensar en su situación. Sabía que Sofía estaba atrapada en un trabajo que la estaba consumiendo, y su impulso protector, que había florecido desde el primer momento en que la vio vulnerable, no lo dejaba en paz. Debía hacer algo por ella.Alessandro tenía un secreto que muy pocos conocían. Antes de ser el respetado cirujano que todos admiraban, había estudiado derecho. Durante sus años universitarios, había fundado junto a su mejor amigo en ese entonces, Matteo Santori, el bufete de abogados más importante de la ciudad. Alessandro había sido socio mayoritario durante los primeros años, pero con el tiempo, su pasión por la medicina superó el interés por el derecho, y decidió seguir su verdadero llamado.Sin embargo, aunque dejó atrás el mundo legal para convertirse en médico, su conexión con Matteo y el bufete
Era otro día agotador en el bufete donde Sofía trabajaba. Mientras intentaba organizar los montones de archivos que su jefe le había asignado, se sentía más atrapada que nunca. El ambiente tóxico, los horarios interminables y el constante abuso laboral la estaban consumiendo poco a poco. Cada día era una lucha por mantener la calma.De repente, su teléfono vibró en la mesa. Un número desconocido apareció en la pantalla. Tomó una pausa, respiró hondo y contestó, esperando que no fuera otra mala noticia.—¿Sofía Montenegro? —preguntó una voz educada al otro lado de la línea.—Sí, soy yo —respondió, con un tono de cansancio en la voz.—Le hablo de Santori & Bernardi Abogados. Nos gustaría que viniera a una entrevista. Hemos revisado su perfil y creemos que encajaría perfectamente en nuestra firma.Sofía quedó paralizada por un momento. Santori & Bernardi era el bufete más importante de la ciudad, un sueño lejano para cualquier abogada joven. ¿Cómo era posible que la hubieran contactado a
Cuando Sofía cruzó las puertas de Santori & Bernardi Abogados en su primer día, sintió una mezcla de emociones que no había experimentado en mucho tiempo. La oficina era elegante y moderna, con una atmósfera completamente diferente a la del pequeño bufete en el que había trabajado antes. Todo en este lugar emanaba profesionalismo y éxito, y por primera vez en mucho tiempo, Sofía sintió que podría encajar en un entorno donde su talento y esfuerzo serían valorados.Los primeros minutos fueron un torbellino de presentaciones. Matteo, el socio que la había contratado, la recibió con una sonrisa cálida, dándole una breve introducción al equipo y las instalaciones.—Sabemos que harás un gran trabajo aquí, Sofía —le dijo con confianza—. Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo.A pesar de la acogida positiva, Sofía no pudo evitar sentir una sombra de duda en el fondo de su mente. ¿Cómo había llegado hasta aquí? La pregunta seguía rondando, pero decidió no pensar demasiado en ello, al menos p
El pasillo del hospital parecía más largo de lo normal mientras Sofía caminaba hacia la habitación de su hermana. Su corazón latía con fuerza, sabiendo que algo malo había sucedido. La llamada del hospital y la mirada grave de Alessandro la habían preparado para malas noticias, pero nada podría haberla preparado para el peso que sentía en su pecho en ese momento.Al llegar, Alessandro la esperaba junto a la puerta, su rostro serio, pero su mirada estaba cargada de empatía. Sofía había aprendido a leerlo en esos pequeños gestos: las ligeras líneas en su frente, el tono firme pero suave que utilizaba cuando tenía que decir algo difícil. Sabía que lo que venía no sería fácil de escuchar.—Sofía, gracias por venir tan rápido —dijo Alessandro, con una leve inclinación de cabeza. Su voz era tranquila, pero detrás de su profesionalismo había una profunda preocupación—. Creo que necesitamos hablar sobre tu hermana.Sofía sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Ya había temido