El hospital estaba en silencio, pero dentro de Sofía, las emociones eran un torbellino. Las imágenes de Alessandro golpeando a Raúl seguían repitiéndose en su mente, como una película que no podía detener. ¿Cómo habían llegado hasta ese punto?Después de lo sucedido, Alessandro había insistido en llevarla a casa, pero el trayecto fue incómodamente silencioso. Las palabras parecían inútiles ante lo que acababa de pasar. Sofía no podía evitar sentirse culpable. La intensidad con la que Alessandro había actuado, el poder de su furia, la dejó impactada. Aunque lo había hecho para protegerla, había visto una faceta de él que no conocía, y no sabía cómo procesarlo.Al llegar a su apartamento, Alessandro la ayudó a bajar del auto. Sus manos, aún temblorosas, tocaron suavemente su brazo. Sofía podía sentir la energía contenida en él, la mezcla de adrenalina y preocupación que lo consumía.—Sofía... ¿estás bien? —preguntó con voz ronca, casi susurrando.Ella asintió, aunque la verdad era que n
Los días posteriores al enfrentamiento con Raúl habían sido tensos para Alessandro. Aunque Sofía había decidido mantener la distancia emocional entre ambos, él no podía dejar de pensar en su situación. Sabía que Sofía estaba atrapada en un trabajo que la estaba consumiendo, y su impulso protector, que había florecido desde el primer momento en que la vio vulnerable, no lo dejaba en paz. Debía hacer algo por ella.Alessandro tenía un secreto que muy pocos conocían. Antes de ser el respetado cirujano que todos admiraban, había estudiado derecho. Durante sus años universitarios, había fundado junto a su mejor amigo en ese entonces, Matteo Santori, el bufete de abogados más importante de la ciudad. Alessandro había sido socio mayoritario durante los primeros años, pero con el tiempo, su pasión por la medicina superó el interés por el derecho, y decidió seguir su verdadero llamado.Sin embargo, aunque dejó atrás el mundo legal para convertirse en médico, su conexión con Matteo y el bufete
Era otro día agotador en el bufete donde Sofía trabajaba. Mientras intentaba organizar los montones de archivos que su jefe le había asignado, se sentía más atrapada que nunca. El ambiente tóxico, los horarios interminables y el constante abuso laboral la estaban consumiendo poco a poco. Cada día era una lucha por mantener la calma.De repente, su teléfono vibró en la mesa. Un número desconocido apareció en la pantalla. Tomó una pausa, respiró hondo y contestó, esperando que no fuera otra mala noticia.—¿Sofía Montenegro? —preguntó una voz educada al otro lado de la línea.—Sí, soy yo —respondió, con un tono de cansancio en la voz.—Le hablo de Santori & Bernardi Abogados. Nos gustaría que viniera a una entrevista. Hemos revisado su perfil y creemos que encajaría perfectamente en nuestra firma.Sofía quedó paralizada por un momento. Santori & Bernardi era el bufete más importante de la ciudad, un sueño lejano para cualquier abogada joven. ¿Cómo era posible que la hubieran contactado a
Cuando Sofía cruzó las puertas de Santori & Bernardi Abogados en su primer día, sintió una mezcla de emociones que no había experimentado en mucho tiempo. La oficina era elegante y moderna, con una atmósfera completamente diferente a la del pequeño bufete en el que había trabajado antes. Todo en este lugar emanaba profesionalismo y éxito, y por primera vez en mucho tiempo, Sofía sintió que podría encajar en un entorno donde su talento y esfuerzo serían valorados.Los primeros minutos fueron un torbellino de presentaciones. Matteo, el socio que la había contratado, la recibió con una sonrisa cálida, dándole una breve introducción al equipo y las instalaciones.—Sabemos que harás un gran trabajo aquí, Sofía —le dijo con confianza—. Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo.A pesar de la acogida positiva, Sofía no pudo evitar sentir una sombra de duda en el fondo de su mente. ¿Cómo había llegado hasta aquí? La pregunta seguía rondando, pero decidió no pensar demasiado en ello, al menos p
El pasillo del hospital parecía más largo de lo normal mientras Sofía caminaba hacia la habitación de su hermana. Su corazón latía con fuerza, sabiendo que algo malo había sucedido. La llamada del hospital y la mirada grave de Alessandro la habían preparado para malas noticias, pero nada podría haberla preparado para el peso que sentía en su pecho en ese momento.Al llegar, Alessandro la esperaba junto a la puerta, su rostro serio, pero su mirada estaba cargada de empatía. Sofía había aprendido a leerlo en esos pequeños gestos: las ligeras líneas en su frente, el tono firme pero suave que utilizaba cuando tenía que decir algo difícil. Sabía que lo que venía no sería fácil de escuchar.—Sofía, gracias por venir tan rápido —dijo Alessandro, con una leve inclinación de cabeza. Su voz era tranquila, pero detrás de su profesionalismo había una profunda preocupación—. Creo que necesitamos hablar sobre tu hermana.Sofía sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Ya había temido
Tras la conversación con Alessandro, Sofía sintió el peso de la responsabilidad caer sobre sus hombros como nunca antes. Su hermana estaba en una situación crítica, y ahora dependía de ella tomar decisiones que podrían determinar su futuro. El miedo y la incertidumbre se arremolinaban en su mente mientras trataba de procesar las palabras de Alessandro. ¿Un trasplante? ¿Era esa realmente la única opción?Aquella noche, Sofía apenas pudo dormir. Las preguntas la asaltaban: ¿Cómo podría pagar un tratamiento tan costoso? ¿Qué pasaría si su hermana no lograba superar la operación? Pero por encima de todo, la idea de perderla la aterrorizaba. No podía permitirse el lujo de equivocarse, no cuando la vida de su hermana estaba en juego.A la mañana siguiente, Alessandro la contactó para darle más detalles sobre las opciones disponibles. Quedaron de verse en una pequeña cafetería cerca del hospital para hablar de manera más relajada, fuera de la fría atmósfera clínica.—Sofía, sé que todo esto
Las semanas pasaron como un suspiro para Sofía, cada día lleno de incertidumbre y decisiones difíciles. Aunque su hermana seguía en una condición crítica, las palabras de Alessandro y su apoyo incondicional le daban la fuerza para continuar. Su vida se había vuelto un delicado equilibrio entre su nuevo trabajo en el bufete de Santori & Bernardi y las visitas constantes al hospital, donde su hermana luchaba cada día.Lo que más sorprendía a Sofía era cómo, a pesar de la gravedad de la situación, Alessandro había logrado convertirse en su pilar. Nunca se había permitido depender de nadie de esa manera, pero poco a poco, su relación con él había comenzado a cambiar.Alessandro, por su parte, no podía ignorar lo que sentía por Sofía. Cada vez que la veía tan vulnerable y decidida al mismo tiempo, algo dentro de él se removía. Era más que una simple necesidad de protegerla. Sabía que lo que estaba surgiendo entre ellos iba mucho más allá de lo profesional.Una tarde, después de una intensa
Los días que siguieron al beso entre Sofía y Alessandro fueron una mezcla de emociones confusas para ambos. Aunque su vínculo se había profundizado de manera inesperada, ninguno de los dos había hablado abiertamente de lo sucedido. Sofía, inmersa en la preocupación por su hermana, no sabía cómo procesar lo que sentía por Alessandro. La conexión entre ellos la asustaba y la emocionaba al mismo tiempo, pero su vida estaba demasiado complicada para añadir más confusión a sus emociones.Alessandro, por otro lado, estaba igual de confundido. Sabía que lo que sentía por Sofía iba mucho más allá de su rol como médico, pero la intensidad de sus propios sentimientos lo sorprendía. Nunca había sido de los que actuaban por impulso emocional, pero cuando estaba cerca de Sofía, todo era diferente. Quería estar ahí para ella, protegerla, pero también sabía que el momento en que compartieron aquel beso había cambiado algo entre ellos.Pero lo que ninguno de los dos sabía era que alguien los había vi