Otra más de esas noches donde me toca pretender ser la hija perfecta; la mujer de alta sociedad que se viste de manera elegante y con las marcas más importantes para una de las tantas fiestas que da mi padre.
Termino de colocarme el vestido largo de Gucci color negro, mis sandalias de tacón haciendo juego y me aseguro una vez más que tanto el maquillaje como el peinado estén perfectos. Estoy por salir de mi habitación, cuando golpean la puerta.
La abro y me encuentro con Rosa. —Señorita Sienna, los invitados están llegando. El señor Mauricio me ha pedido que venga a buscarla. —le doy una sincera sonrisa a mi nana —Ya estoy bajando. —
—Perfecto, le diré a su padre — comenta y me adelanto para ir bajando la enorme escalera de mármol.
Atravieso la enorme sala y finalmente salgo al jardín donde se lleva a cabo la fiesta. —¡Al fin estas lista hija! — dice mi padre al verme y solo le lanzo una tímida sonrisa.
—Deberías buscarte una novia, así yo dejaría de cumplir con el rol de mi difunta madre. —le digo una vez más como tantas otras veces.
Ya me he cansado de repetirle a mi padre que tiene que dejar de guardar luto por mi madre, ella hace seis años que ha fallecido, y yo no estaré eternamente a su lado.
—Tú eres parte de la naviera hija. Mis negocios ya son los tuyos, y hoy es una noche muy importante. —me deja saber.
—¿Por qué lo dices? — pregunto mientras que poco a poco vamos recibiendo a los invitados que van llegando.
Se queda en silencio por un instante —Por él. —dice y con su mirada me señala a un hombre de cabello negro, ojos azules, tez pálida, muy alto, y con un porte que llama toda mi atención.
Lleva puesto un esmoquin que me deja saber que no es un simple empleado de la naviera y mucho menos uno de los accionistas minoritarios. —¡Lucas! — dice mi padre con entusiasmo y le da la mano con firmeza cuando llega a nosotros.
«Con que se llama Lucas» pienso e intento no sonreír como una idiota. Lo observo detenidamente y creo que por primera vez después de mucho tiempo, uno de los ricachones de las fiestas de mi padre llama mi atención. Él se ve tan diferente...
—Señor Di Marco, buenas noches. — dice y noto su acento italiano con tan solo pronunciar esas palabras. — ¿Su esposa? — pregunta refiriéndose a mi cuando nuestras miradas se cruzan.
—No.—responde mi padre riéndose. —Mi hija, Sienna. —aclara. —Hija, te presento a Lucas Sandonin, posible futuro inversionista de la naviera Di Marco. — informa mi padre y ahora entiendo el porque me ha dicho que era uno noche importante.
—Sera un placer hacer negocios con usted señor Di Marco. —le comenta a mi padre y luego me mira a mi —Señorita Di Marco, un placer conocerla. —me dice con una sonrisa que es capaz de hacer delirar a cualquiera; si... a mi también.
—Un placer. —respondo amablemente.
—Si me disculpan, iré por una copa de champagne; ya regreso. —deja saber y se aleja de nosotros.
—¿Italiano? — le preguntó a mi padre.
—Sí, se ha mudado a Miami hace muy poco. Es el hijo de uno de los empresarios más importantes de la industria en Italia. Si todo sale bien en nuestras negociaciones comenzaremos a construir cruceros de lujo. —
—Interesante. —me limito a responder—
—Quiero que lo trates muy bien. —me pide mi padre y lo miro confundida.
—¿Qué? —
—Hazlo sentir en casa, sólo eso. No quiero que te involucres más de la cuenta con él, ¿de acuerdo? —me advierte serio.
—No te preocupes, no es mi tipo. —le miento.
—Mejor. Ya sabes mis reglas. Los negocios y la vida sentimental nunca se mezclan, sobre todo cuando hay millones de dólares de por medio. —vuelve a decirme como tantas otras veces.
—Ya aprendí mi lección, ¿de acuerdo? Nunca más me involucraré con uno de tus posibles socios. — le repito una vez más.
Mi padre no pierde oportunidad de recordarme lo de Ramiro cada vez que puede. Sí, hemos perdido mucho dinero, pero tampoco me iba a casar con alguien que a una semana de la boda me engañó con la que era mi mejor amiga, ¿o sí?
—Ahora ve. —me pide y él se va a saludar a sus otros invitados.
Bueno Sienna, que comience la acción. Me digo a mi misma mientras camino hacia Lucas con mi mejor sonrisa.
Camino hacia el observando su elegante porte mientras espera por su copa de champagne y no entiendo cómo es que no está en uno de esos grandes anuncios de Calvin Klein en los centros comerciales.— ¿Puedo acompañarte?— le pregunto cuando llego a su lado e intento no demostrar lo guapo que me parece. Al día siguienteDespués de haber dormido más de lo usual, ya que anoche me acosté tardísimo, y de haber pasado un domingo relajado en casa; es hora de alistarme para la cena con Lucas. Elijo un conjunto compuesto por una falda corta color blanca y blusa de tirantes pegada al cuerpo del mismo color y una americana color negro con detalles en blanco y zapatos de tacón haciendo juego. Busco mi bolso favorito de Prada que combina, y me aseguro de que mi 3.Negociaciones
Diez días despuésObservo una vez más la gran caja color blanca con un lazo del mismo color que hay sobre la cama de esta habitación del lujoso hotel donde me estoy quedando por a pedido de quien en pocas horas será mi esposo. Abro la caja y me encuentro con un lujoso y exquisito vestido de novia que deberé usar en tan solo una hora. Aún me cuesta asimilar que he accedido a esto, pero todo lo que Lucas me ha d
Mi padre se acerca lentamente a mí y cuando está a dos pasos de mí, toma mis manos entre las suyas. —Hija, ¿Qué es todo esto? —me pregunta confundido y algo indignado.Quisiera responderle. Quisiera gritarle toda la verdad, pero si lo hago nada de lo que he hecho habrá valido la pena. Lo miro en silencio.
La misma habitación donde me he colocado el vestido de novia ha sido testigo de las lágrimas que cayeron por mis mejillas mientras me colocaba el vestido corto color blanco que él ha hecho llegar sobre la cama con una nota que decía "Colócate esto." El vestido es prácticamente una copia del mismo vestido que él menciono, el que use en Capri, y ya no comprendo que espera de mí ¿Acaso intenta torturarme con recuerdos?Ahora comprendo el sentido de la maleta co
Tenía otros sueños para mi vida. Tenía la ilusión de casarme con alguien que me amara sin límites, tenía la ilusión de convertirme en madre, soñaba con recorrer el mundo con él; pero no, estoy casada con alguien que me está utilizando para su venganza.Estoy sentada en uno de los asientos que hay dentro de esta habitación y observo por la pequeña ventanilla como la ciudad se va haciendo más pequeña hasta que son las nubes q
Venecia, que ciudad más hermosa. Sus paisajes me hacen olvidar de toda esta pesadilla que estoy viviendo. Es su belleza la que provoca una sonrisa en mi rostro mientras que una limusina nos lleva hasta su casa. —¿Te puedes imaginar viviendo aquí? —me pregunta y debo voltear a verlo.Observo su rostro e intento descifrar que es lo que realmente quiere decir con esa pregunta, pero nunca puedo entenderlo.
Intento zafarme, pero es difícil, sus brazos me tienen amarrada a él y su boca no le da tregua a la mía ¿Por qué tiene que besar tan bien? Mi mente vuelve a tener algo de cordura y consigo morder sus labios haciendo que se queje y finalmente se aparte de mí.—¡¿Pero, qué haces?!— exclama quejándose del dolor y yo solo lo miró seria.