Daniel RubierHabían pasado tres días desde que hice sufrir a Judith. Ya había hablado con África y le pedí disculpas por no poder ser el hombre que ella necesitaba, la quería, pero no lo suficiente como para compartir el resto de mi vida con ella ya que podía respetarla como mujer, pero en mis pensamientos siempre se colaba ella. Así no podía vivir, no era vida vivir atormentado por un deseo prohibido. Y es que al principio mi intención nunca fue lastimarla, al contrario, la había llevado a casa de mi madre para que estuviera segura, pero fui yo quien termino hiriéndola. Soy un imbécil. Aventé la pluma desde mi escritorio que fue a parar hasta el suelo de mi oficina justo cuando alguien abría la puerta. Agudice la vista, dirigiéndole una mirada fría a mi hermana.—Lo siento —se encoje de hombros —tu secretaria no está, ¿puedo entrar?—Ya tienes medio cuerpo adentro, ¿no?Ladeé mi cabeza a ambos lados tratando de relajar mi espalda, me sentía demasiado estresado y no precisamente por
Judith LópezSentir a Daniel tan cerca de mí, casi hace que se me olvide la promesa que me hice de olvidarme de él. ¿Por qué me sigue buscando a pesar de que no le interesa estar conmigo? Él mismo lo ha dicho.—Judith, por favor…Lo miro con enfado, pero más enojo para mí que para él. Porque mis piernas tiemblan como gelatina y mi abdomen hormiguea al ver la manera en la que me mira. No quiero flaquear ni doblegarme. Pero es que lo amo.En un movimiento como si fuera una niña me toma entre sus brazos y me lleva hasta su antigua habitación, le pido que me baje que no es correcto lo que esta haciendo, que alguien puede vernos, pero me dice que guarde silencio o el escandalo será como él de la vez pasada y él solo desea un momento a solas conmigo. Respiro tratando de tranquilizarme, siento que mi corazón estallará.Cuando me baja al fin, espeto con furia —te comportas como un niño Daniel.—Y tú eres una niña —responde picaresco.Intento salir de la habitación pasando a un lado de él, per
Judith LópezSaco unos billetes que tenía en mi bolso para pagar el taxi a la casa de los Rubier y comprar algo para almorzar en la calle. Los pongo en su mano. Pongo mis manos en sus hombros mientras pienso que puedo hacer para ayudarlos.—Por ahora sólo tengo estos billetes, ve y compra algo para Joel y para ti, no le digas a mamá que me has visto, pensaré en algo para ayudarlos, ¿está bien?Ruth asiente.He guardado lo suficiente en monedas para regresar en bus. Veo como el rostro de mi hermanita se ilumina, mis ojos se humedecen de pena al ver por todo lo que están pasando. Me despido de mi hermana con un abrazo largo y le prometo que regresaré a buscarlos. Veo como camina cuadras arriba hasta dar vuelta en una esquina y desaparecer. Muerdo mi labio pensando que podría hacer para ayudar a mis hermanos. Estoy segura de que mamá no me dejará acercarme a ellos. Decido ir a la fiscalía para pedir una asesoría sobre que es lo que puedo hacer, me dicen que tengo que hacer una demanda en
Judith LópezBajo mi rostro evitando que pueda besarme, no es que no quiera o que mi corazón no lo este pidiendo a gritos desesperado, es sólo que me he hecho una promesa a la cuál debo ser fiel.Él me entiende con la mirada.—Vamos a la fiscalía tengo un amigo que puede ayudarnos, entre más pronto actuemos tus hermanos estarán seguros.Asiento.El trayecto a la fiscalía se torna en un silencio incomodo que lleno con pensamientos sobre mis hermanos, sobre mi hijo y mi madre, no quiero que mis hermanos terminen como yo en la calle, ahora pienso que tuve mucha suerte por que alguien estuvo ahí para ayudarme, pero no todas las personas son así. Me aterra pensar en el futuro que a mis hermanos les aguarda el estar viviendo con mi madre.En la fiscalía nos recibe el comandante Victor, es amigo de Daniel. Me explica que la única manera en que mis hermanos puedan estar a salvo es que yo denuncie a mi madre por omisión de cuidados y explotación de menores, pero la procesaran y puede que vaya
No lo creo, sigo abrazando a mi pequeño. Me aferró a su cuerpecito con mis brazos. Siento que me mira asustado, esa es la única razón por la que logro apartarme un poco. Me pongo de pie, aprieto mis dientes y puños al dirigir mi vista a Adrián.—Eres un maldito —digo en voz baja para que sólo él me pueda escuchar —como se atrevieron a llevarse a mi hijo sin mi consentimiento, ¿sabes todo lo que he sufrido?Mis lagrimas corren de nuevo pero esta vez de coraje.—No fui yo, fueron mis padres, ¿podemos hablar?Cargo a mi pequeño en brazos no pienso soltarlo. Adrián frunce el ceño, ha cambiado mucho su aspecto, ahora es más alto y su espalda se ha ensanchado, su rostro ha madurado.—No vine a pelear Judith, Jorge ha estado bien cuidado, no le ha faltado nada no se compara a la manera en que mis padres dijeron que tu lo tenías —bajo a mi hijo al suelo, para acercarme a él, como tengo ganas de propinarle un golpe.—Si lo tenía así fue por tu culpa por que tú… tú me engañaste para llevarme a
Judith LópezA la mañana siguiente me desperté muy temprano, saqué mi cajita de aluminio con dos fotos que atesoraba como si fueran mi vida de mi pequeño bebé cuando apenas había nacido, había crecido demasiado, el niño que ayer veía, tanto tiempo que me perdí, comencé a lagrimear, sus primeros pasos, sus primeras palabras. No podía esperar a verlo de nuevo y tenerlo entre mis brazos.No tenía idea de lo que Adrián quería negociar, lo que si es que ya no dejaría que me separaran de mi hijo otra vez. Eso no. Salí de mi habitación aún era muy temprano, casi de madrugada, hice el desayuno para Julieta y la señora Cristina, exprimí unas naranjas para jugo, junto con unos huevos y fruta. La señora Lupita y María aún no llegaban, planeaba pedirle el día a la señora cristina para ver a mi hijo. Salí a la puerta para traer la correspondencia del buzón, había un citatorio de parte de la instancia gubernamental de los derechos de las niñas y niños en el estado era sobre la situación de mis herm
Judith López—¿Pero estás pensando en su bienestar? A mi lado tendrá todo, una casa, una familia estable, jardín, paseos, juguetes, no lo prives de eso, piénsalo, ven, vamos por él pasa el día con él, por la noche lo recogeré.Me quedo en silencio todo el camino, ya no llegamos a la casa que era de sus padres puesto que la habían vendido, pero vamos a una muy cercana de donde queda la casa de los Rubier.—Es la casa de los padres de mi novia, pasa un rato.Bajo del auto. Camino detrás de él. En la puerta nos recibe una joven muy bonita, cabello castaño con maquillaje y peinado con un moño azul. Me siento algo incomoda, ya que yo nunca uso maquillaje, ni tengo ese tipo de ropa linda. Trae a Jorge en sus brazos.—Hola debes ser Judith, soy Claudia, novia de Adrián —me saluda, le brindo una sonrisa forzada y me entrega a mi hijo en brazos —¿quieres un té o un refresco?Niego.—Judith pensará lo que le ofrecemos —dice Adrián mientras me mantengo en silencio.Ella se acerca a mí.—Judith,
Judith López.No se ni como he llegado aquí. He venido con Daniel a su departamento, quería algo de compañía para no volverme loca con tantos pensamientos. Ahora mismo estoy abrazada a él como niña pequeña, los dos recostados en un sofá.—En casa no podríamos estar así, mi madre me echaría —ríe. Asiento divertida.—Por un momento siento que tengo todo, a mi hijo cerca, mis hermanos y a ti, pero todo como si dependiera de un hilo tan delgado, que puedo perderlos en cualquier instante.Daniel me besa en los labios.—A mi no me perderás Judith, quiero estar contigo por que te amo.Lo beso de nuevo.—También te amo, pero mis pensamientos están sumergidos en Jorge, ¿Cómo podré tenerlo cerca si ni si quiera cumplo con lo que se requiere?Daniel frunce los labios.—Veré que puedo hacer, pero es algo difícil mi amor por que no puedes hacerte cargo de tu hijo sola, la ley no permitirá que lo tengas viviendo en la habitación en casa de mamá, hay requisitos hasta de espacios, hay algo que se me