M I L A
El toque de la puerta me saca de mis pensamientos, mis tripas gruñen y es un recordatorio que es el servicio a la habitación, me levanto con el pijama y las calcetas de figuras de colores, llego al mueble que está cerca de la entrada y busco en mi bolso propina para el mesero, era demasiado tarde y la cocina ya estaba cerrada, así que un extra por el gesto de hacerme cena no estaba de más.
Vuelven a tocar.—Voy...—abro la puerta y abro los ojos con sorpresa. —Maximiliano…Es él.Está en una silla de ruedas con la pierna levantada.—Hola, Mila, —me da un repaso discretamente. —¿Estabas dormida? —arruga su ceño, luego niego a toda prisa, le abro más la puerta para que pueda entrar con la silla de ruedas, presiona un botón y esta se mueve según &M A X I M I L I A NOMarco y el resto del equipo de seguridad me ayudan a subir al catamarán, Mila carga su pequeña maleta, noto que está temblando.—Espera…—le hago señas a Marco para que me entregue la frazada de hilo que está en uno de los sillones, estaba empezando a sentirme frustrado por no poder hacer las cosas por mí solo, le señalo a Mila discretamente, Marco le entrega la frazada y Mila se sorprende.—Gracias, hace frío…—sonríe.Me había puesto de mal humor, pero no lo mostraba, no quería hacer que Mila se arrepintiera en haber venido.—¿Es todo señor? —pregunta Marco con tres personas más, asiento, —Buenas noches. —el personal se retira, no los necesitaba si íbamos a regresar por la mañana para desayunar en el mu
M I L AUn escalofrío me recorre de pies a cabeza cuando mis labios caen sobre los de Maximiliano, mi piel se eriza a un grado que me consterna, me separo un poco de nuestros labios y sus ojos aún siguen cerrados, sus labios enrojecidos, los entreabre para tomar aire.Un destello de recuerdo llega a mí en ese momento, es su rostro, no tiene barba, su cabello se pega a su piel por el sudor, mientras se mueve sobre mí, es un recuerdo muy caliente, sus labios están húmedos, se inclina hacia a mí y deja un beso, pero es un beso posesivo, de esos que no quieres que terminen, tira de mi labio y acelera más su embestida, el destello se evapora en la nada, cuando reacciono, Maximiliano me está observando.― ¿Estás bien?―mi cuerpo reacciona como un imán con su cuerpo, mis labios regresan a los suyos y poco a poco lo intensifico, él i
M A X I M I L I A NOMis dedos acarian la piel desnuda de Mila, quien está dormida a mi lado, con su rostro recargado cerca de mi corazón, su mano descansa sobre mi estómago. Suben y bajan lentamente como un arrullo. El dolor de la rodilla había cesado después de tomar el medicamento, con cuidado, hicimos el amor, no nos había detenido el que mi rodilla estuviese alzada, una sonrisa escapa de mis labios, el catamarán se mueve en un arrullo constante por el mar, por un momento peleo para evitar cerrar mis ojos, no quería dormir, dentro de mí tenía temor de que todo lo que habíamos hecho, que su presencia, sus besos, sus caricias, solo fueran un sueño demasiado bueno, había pasado por tantas situaciones que por un momento había perdido la esperanza de tenerla a mi lado.―No quiero dormir...―susurro para mi mismo.―No quiero despertar
M I L AHabíamos regresado a la cama, en silencio, lo necesitábamos, no recuerdo en que momento de la madrugada me quedé dormida; la luz ya entraba por las ventanas del camarote, se escuchaba a lo lejos las gaviotas y el movimiento del catamarán se mueve arrullando a cualquiera, siento el frío de la cama, abro mis ojos y veo que Maximiliano no está a mi lado, recuerdo lo de hace horas atrás, el corazón se me estruja. Yo llevaba a nuestro hijo y el accidente nos lo había arrebatado, aunque aún faltaban recuerdos, tenía esperanza de poder recordar y algo en mi interior, reclama justicia.― ¿Maximiliano?―me despierto por completo, me levanto y busco en el cuarto del baño, pero no está, se ve que se ha bañado, no veo la silla de ruedas, señal de que está en algún lugar del catamarán. Me pongo un cambio, de
M A X I M I L I A NOMila dobla su ropa cuidadosamente en su maleta, al ver que la estoy viendo, sonríe.―Ya solo falta lo del baño y listo, podemos irnos.―asiento, el personal ya estaban alistando todo para regresar a la ciudad, después del susto de anoche, necesitaba revisar que Mila estuviese realmente bien y yo mi rodilla, no había podido bajar la hinchazón, y eso me tiene preocupado. Tenía que estar bien para ella, para mí, para nosotros.―Me gustaría hacer algo. Solo tú y yo...―Dime...―ella se acerca, repasa mi rodilla y veo su frente arrugarse.―Sigue más hinchada, lo bueno que regresamos a la ciudad...―luego me mira, recordando que me estaba diciendo algo.―Quisiera hacer algo, mostrarte mi mundo, lo que he hecho en estos dos años... ¿Qué te parece?―No quiero sonar que quiero arr
M I L AAños después...Los acontecimientos anteriores, las verdades ocultas, así como las mentiras a medias, habían salido finalmente a la luz y esclarecido. Raymond había sido cómplice de Carla, a la que quería como madre, pero al final, solo descubrí que era mi tía. Había finalmente hablado ese día en la habitación de Raymond, estaba cansada de seguir guardando culpa por lo que me hizo, a nuestro bebé, a mí y a Maximiliano, entendí por qué de su actitud,intentó hablar, pero Raymond, siempre la persuadía, ahora, ambos están pagando el precio de sus mentiras, un juez había hecho justicia alejado de la influencia de Raymond.Maximiliano había dado con algo muy importante: latumba dónde descansaba mi madre,tenía un lugar dónde poder co
Años atrás.Seattle. E.U.La noche era fría y empezó a llover, Maximiliano tomó del codo de Mila y le ayudó a subir al Bentley.—Espera. ¿Qué te pasa? —preguntó Mila al ver a Maximiliano con su quijada tensa y sus ojos centellando rabia.Maximiliano ignoró su pregunta, cerró la puerta, rodeó el auto hasta llegar a su lugar, encendió el auto y arrancó a toda velocidad provocando que ella se recargara al respaldo de su asiento.Después de varios minutos de silencio ella habló.—Voy a volver a preguntar, Maximiliano. ¿Qué es lo que pasa? —Maximiliano se giró un poco para mirarla al mismo tiempo que se detuvo en el semáforo en rojo.— ¿Fue muy agradable la conversación con el hijo del embajador? —Mila entendió e
M A X I M I L I A NO—Señor Rogers, el auto está listo. —Levanto la mirada al escuchar la voz de Marco, está de pie frente al escritorio con sus manos al frente y entrelazadas.—Ya estoy terminando—miro la hora y puedo sentir como mi corazón se acelera— ¿Estamos a buen tiempo? —Marco arquea una ceja sorprendido. Asiente lentamente luego baja la mirada a su reloj.—Tenemos diez minutos extras, por si quiere...—duda en seguir y el sonrojo llega a sus mejillas—usted sabe. Asiento en silencio. Me levanto de mi silla con cuidado, tomo mi americana y le entrego mi maletín, salimos del edificio, el auto espera con Scott y la puerta abierta. Entro y me acomodo en el asiento, estoy nervioso. Marco se reincorpora en el tráfico de Washington, el clima es agradable y las nubes amenazan con estropearlo.Tomo mi móvil y llamo a mi