—No sé por qué, pero ahora siento que no fue tan mala suerte haberme topado con Luca.Justo cuando él se inclinaba para besarla, Clarissa dijo eso de repente.Al oír el nombre de Luca, a Giovanni se le apagó la mirada.—¿Y eso por qué?Ella estaba casi recostada contra su pecho, y dijo despacio:—Porque después de tanto tragarme este dolor... de vivir años enteros rota por dentro, cuando ya nada tenía sentido, al final terminé encontrándote… a ti.Es como si todo ese sufrimiento hubiera valido la pena.Giovanni la miró.Y aunque el nombre de Luca le había cambiado el humor por un segundo, ahora parecía incluso sonreír con los ojos.—¿Y cómo estás tan segura de que sin Luca no nos habríamos cruzado igual?—Si ya nos habíamos visto antes después de todo, ¿no crees?Tal vez, sin él, ya serías mi esposo desde hace rato.No importaba si Luca estaba o no en la historia. Ellos dos tenían que encontrarse.Clarissa lo entendió, y de golpe, algo se le movió en su corazón.Cuando era más pequeña,
Novák:—¡Giovanni! ¿Te queda algo de decencia? ¡Ya basta de presumir, por favor!Roger:—¡Giovanni! ¿Te queda algo de decencia? ¡Ya basta de presumir, por favor!Novák: —¿Qué?Parker: —¡El de arriba! Novák, ¿puedes organizar mejor la fila? ¡Hermano, Giovanni, ¿te queda algo de decencia?! ¡No puedes ir por ahí presumiendo así, por favor!Y luego venía el último comentario.Había un montón de respuestas a la publicación de Giovanni.La mayoría de los socios de negocios solo dejaron un like o algún “felicidades”, lo básico, pero sus amigos del alma, esos que ya lo conocían bien y que habían sufrido por su culpa, respondieron con pura ironía.El primero en decir algo fue Javier.Era muy probable que Giovanni les hubiera escrito a cada uno en privado antes de subir la foto, y eso lo hacía todavía más gracioso.Giovanni estaba disfrutando ver todo ese desorden.No contestó ningún comentario, solo alzó una ceja, dejó el teléfono sobre la mesa y siguió tranquilo.—Tengo que ver a Vittoria en la m
Clarissa miraba a Vittoria, que se había quedado callada, y de pronto recordó lo que la abuela había dicho la noche anterior sobre presentarle una señorita a Samuel.Le echó otra mirada a Vittoria, que era guapa, alegre, y pensó un momento antes de decirle con un tono relajado:—¿Nada que consigues un novio? ¿Quieres que te presente a alguien simpático? Es un tipo tranquilo, responsable, nada que ver con esos que andan de fiesta en fiesta.Se refería al hermano de Giovanni, Samuel, que seguro sería buena opción.Al fin y al cabo, la familia Santoro siempre fue estricta con su educación, y nunca se metieron en escándalos.Clarissa pensaba de verdad que Vittoria era una gran persona. Y aunque no terminara en algo con Samuel, por lo menos podrían llevarse bien como amigos.Pero para su sorpresa, Vittoria enseguida dijo:—Déjalo así. Tú y Giovanni tienen algo muy especial, se nota que él te quiere con todo el corazón. Si me lo presentas, ¿no sería todo muy forzado? Los amigos de Giovanni, ¿
Giovanni no colgó de inmediato.Clarissa, roja como un tomate, dijo:—Amor, nos vemos esta noche, chao.Y sin esperar reacción, cortó la llamada.Se quedó mirando el teléfono, con la cara encendida y la piel como si acabara de correr una maratón.El corazón le latía con fuerza.Al alzar la mirada, se encontró con los ojos burlones de Vittoria, lo que hizo que se pusiera aún más roja.Del otro lado, Giovanni seguía con el teléfono en la mano, mudo.Ese “amor” de Clarissa lo agarró tan desprevenido que no supo ni qué responder.Y cuando quiso decir algo, ella ya había colgado.Se quedó mirando el celular unos segundos, con una expresión tranquila, casi rendida.En su cara ya no quedaba ni un toque de ese aire distante de siempre.Cuando llegó al edificio del Grupo Santoro, entró rodeado por sus escoltas.Tenía una expresión neutra, aunque en los ojos se le notaba cierto aire cortante.Las empleadas que lo veían pasar se quedaban boquiabiertas.El mes pasado, una asistente nueva, que venía
A Maxence no le agradó, pero se enfocó en lo suyo y puso un documento sobre la mesa.—Jefe, aquí está la info de la empresa que Luca levantó por su cuenta.Dejó el archivo frente a Giovanni.—Estos son sus principales clientes. También tiene medianos y pequeños que le han confiado su dinero. La mayoría están metidos en bonos, futuros, fondos y acciones. Les da rendimientos más altos que muchos bancos, y hasta ahora, tiene buena reputación. Además, ofrecen dos tipos de inversión: una con protección al capital y otra sin eso. Pero, en general, le ha ido bastante bien.Agregó otro documento.—Acá están los productos donde metieron dinero, con todos los detalles.—¿Y en qué ha metido Luca su propio dinero? —preguntó Giovanni sin levantar la vista, mientras Maxence ya le deslizaba otro archivo.—Esta parte es todo lo que tiene a su nombre. Algunas están a nombre de la empresa, otras a título personal. En una inversión, Luca usó información privilegiada, y hasta su mamá puso plata ahí. Juntar
En la casa de los abuelos de Giovanni siempre hubo alguien que se encargaba del aseo y hasta un chef que cocinó para ellos durante décadas.Cuando era más joven, Giovanni vivía con sus abuelos. Incluso cuando se fue al extranjero a estudiar, la abuela no se quedaba tranquila y mandó a ese mismo chef para que lo cuidara y se asegurara de que comiera bien.Pero, cuando volvió a San León, Giovanni se fue a vivir solo. Casi siempre comía fuera, y solo cuando tenía tiempo se metía a la cocina. En realidad, no le gustaba que alguien invadiera su espacio.Y por lo visto, Clarissa pensaba igual.Giovanni entendió por dónde iba la cosa y le dijo:—No quiero que te esfuerces por estar cocinando a cada rato.—Un par de veces a la semana no me van a cansar —respondió ella, tranquila.Solo pensaba que, ya que estaba en el súper, podía comprar algunas cosas para la casa y de paso ver qué prefería Giovanni.Él sonrió un poco, con un tono suave en la voz:—Vale.—¿Hay algo que no te guste comer? —pregu
Giovanni no se aguantó la risa, no esperaba que Clarissa le mandara algo tan tierno.Giovanni: —Pásame la ubicación.Clarissa se la mandó de una.Giovanni: —Espérame ahí un momentico, voy saliendo.Apenas entró al súper, la vio sentada en una de las bancas de descanso.Justo enfrente había una tienda de postres con varios dulces exhibidos, y Clarissa tenía en la mano un flan de fresa. Con un tenedor iba llevándose bocado tras bocado a la boca.Se veía muy linda.Desde que se había quitado de encima el papel de esposa sumisa de Luca, ahora Clarissa se notaba más libre, contenta, llena de vida.Giovanni se acercó y miró el carrito lleno.—¿Por qué compraste tantas cosas, bebe?Clarissa estaba concentrada comiendo y solo se dio cuenta de que él había llegado cuando escuchó su voz. Al levantar la cabeza, tenía crema en una comisura de los labios.—Me emocioné un poco mientras compraba, no me di cuenta.Se echaba la culpa sola por querer hacer de todo, veía algo y pensaba en una receta, lueg
La masa para las empanaditas la compró en el súper. Aunque también vendían congeladas, Clarissa sentía que las que preparaba ella sabían mil veces mejor.—¿Necesitas que te ayude en algo?Giovanni lo dijo sin pensarlo mucho, y Clarissa se lo pensó un momento:—Entonces, Señor Santoro, ¿puedes pelar los camarones? Acuérdate de quitarles la parte que sabe a feo.Él había pelado camarones cocidos, pero, con los crudos era otra historia.Sí sabía cocinar, pero los mariscos no eran lo suyo. En especial los camarones. Se le hacían un fastidio.Pero si Clarissa se lo pedía, él lo hacía sin quejarse.Los camarones crudos eran resbalosos, y Giovanni soltó un suspiro frustrado mientras empezaba con uno. La parte dura de la cabeza le rebanó un pedacito de dedo.Le dolió un poco, pero lo aguantó.Ya había aceptado la tarea, no iba a fallar en algo tan simple.Terminó pelando una canasta entera, aunque se hizo cuatro o cinco cortadas pequeñas.Le molestaba usar sus manos, que normalmente firmaban co