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—No digas eso, tú no eres ningún demonio, ningún monstruo, ¡eres el hombre que amo! Yo veo en ti a un gran hombre —ella acarició su rostro, su mirada era tan brillante como la de una estrella—. Te amo, así que olvida las ideas absurdas, ahora eres mío. Él sonrió, besó sus labios con ternura, observaron la noche, decidieron ir a dormir. Se levantaron, él cargó a Carlitos, lo arrulló y lo llevó a dormir a una de las habitaciones, lo cobijó bien, besó su frente, Demian sonrió al ver que dormía en paz. Salió de ahí, dejando una tenue luz encendida para que si el pequeño despertaba no tuviera miedo, aunque sabía que tenía un sueño profundo, no despertaría hasta mañana, era seguro. Al volver a la habitación principal vio a Liliana ahí, sonrió feliz de verla, tomó la botella de champagne, sirvió dos copas. —Celebra conmigo —dijo Demian divertido, ella le obedeció. Liliana ya enfundada con su vestido de dormir tomó la copa. —¿Qué vamos a celebrar, Demian? —Que te amo, no hay mejor cele
De vuelta a la mansión House, Liliana se negaba a volver a la realidad. —Mañana comienzan mis exámenes antes de las vacaciones de primavera, pero pensé, si nos vamos a ir a Miami, entonces, ¿Qué pasará con mi carrera? Demian se acercó y tomó su mano. —Haré que te validen lo que llevas estudiando. Ella sonrió, negó. —Es muy poco tiempo, pero, supongo que no es lo mismo la universidad Atenea, que una universidad de Miami, así que, estudiaré de nuevo, con mucho gusto. Él sonrió. —Estoy orgulloso de ti, ¿Sabes? Cualquier otra persona no se interesaría de estudiar, pero tú, eres un ángel. Ella negó. —Amo estudiar, quiero dar clases a niños, eso me inspira, me gusta, así que, cuando amas lo que haces, no trabajas ni un solo día. Ella se acercó y besó sus labios. —Mañana también vuelves al trabajo, ¿verdad? El rostro de Demian cambió, sabía que mañana debía encontrarse con ese hombre, asintió despacio. —Sí, estaré bien, no te angusties, será un buen día. En el orfanato. Brígida
Universidad Atenea. Liliana esperaba a que la profesora llegara y aplicara el examen, luego de terminar, la clase habría terminado, podría ir a casa. Sentía que conocía todas las respuestas, su teléfono resonó, respondió, aunque no supo de quien era el número. —Hola. —Señora House, hablamos del colegio de su hijo. —Dígame, ¿sucedió algo? —El niño tiene mucha fiebre, lo enviamos a enfermería, pero el médico recomendó que hay que llevarlo al doctor. Liliana se puso nerviosa. —Claro, iré de inmediato —dijo Liliana pensó en el examen, llamó a Demian, pero su teléfono enviaba directo a buzón, llamó a la casa, solo respondió la empleada, quien le dijo que el señor no había vuelto desde su salida esa misma mañana. —Entiendo, hable con el chofer, pídale que vaya por mi hijo Carlitos y lo lleve a casa, ya que se siente mal, iré de inmediato para allá. Liliana se levantó, estaba por salir del salón cuando la maestra entró. —¿A dónde va, señora House? —Profesora, quería hablarle, ten
Carlitos gritaba, la mujer corrió a toda prisa, cuando estuvo muy lejos de ahí, bajó al niño, lo tomó de los brazos, lo mirò con sus ojos feroces, y lo estrujo —¡Deja de llorar, pequeño idiota! Si no te callas te pegaré. La mujer sintió su piel, el niño tenía mucha fiebre. —En que m*****a hora te enfermaste, chamaco, ¡no me importa! Vas a trabajar, no estarás de inútil, ya es hora de que me mantengas, para algo te di la vida, dime una cosa, Liliana es tu nueva mamita. Carlitos la mirò con miedo, ella pellizcó sus mejillas, el niño asintió asustado. La mujer tomó la mano del niño, tomó el teléfono, y llamó, rápido su llamada fue respondida del otro lado. —Hola, ¿Qué información tienes, mujer? —Sí, Liliana Mars adoptó al niño, tal como me lo dijo un día, parece que se casó con un millonario, porque vive en un palacio de reina. Brígida sonrió. —Quiero el dinero que me prometiste. —Te veo en dos horas en el mercado de la rosa, Rosario, lleva contigo a Carlitos, te daré el dinero.
—¡Mamita! —exclamó Carlitos, el niño intentó correr, pero la mujer lo tomó con fuerzas, obligándolo a permanecer a su lado. —suéltalo, eres una desgraciada, mira cómo está el niño. —Es mi hijo, yo lo parí —exclamó la mujer con rabia, sosteniendo al niño con fuerzas, mientras Carlitos sollozaba con miedo. Liliana sintió rabia de lo mala que era esa mujer. Carlitos mordió con fuerza la mano de la mujer, tanto que ella lo soltó y se quejó, el niño aprovechó para correr hacia Liliana y abrazarla. Rosario estuvo por ir contra él, pero Demian apareció, la tomó del cuello, él llevaba una pistola que puso en su espalda. —Te diré que harás, te irás y nos dejarás, en paz, si me vuelves a buscar a mí, a mi esposa o a mi hijo, te mataré. La mujer estaba asustada. Liliana cargó al niño en sus brazos, sintió que ardía en fiebre, lo llevó al coche. Rosario empujó a Demian corrió hacia atrás, siguió a la mujer, ella corría asustada, hasta sin querer, cruzó la calle, gritó al ver un auto, pero
Azael vio las noticias, se quedó perplejo, no podía creerlo, además no encontraba a la hermana Brígida, todo parecía irle muy mal. Estaba rabioso «Fue él, estoy seguro de que fue el mismo hombre que se atrevió a matar a mi padre», pensó Salió enfurecido, ni siquiera su madre pudo detenerlo. —Si Azael sigue por este camino, tendré que tomar acciones, no dejaré que mi hijo caiga en las mismas garras que cayó su padre —dijo la mujer —¿Qué garras, madrina? Paulina guardó silencio, se negaba a repetir la cantidad de maldades que su esposo hacía. —Olvídalo, Brenda, solo te diré, que salvaré a mi pobre hijo. Azael condujo su auto hasta llegar al edificio de la alcaldía, mirò a la secretaria, tenía un rostro triste, mirò al hombre. —¿Dónde está el asistente del alcalde? Ese hombre que lo seguía a todos lados, ¿Cómo se llama? —El señor Renato Andrade, lo siento, señor Salvador, se cree que èl también murió en el incidente. Azael maldijo, golpeó el escritorio, la chica se asustó. —Di
Demian salió de casa, estaba dispuesto junto a Cedric a buscar al señor K, había dejado los guardias esperando en casa, pero jamás creyó que ese hombre se presentaría ahí. Llamaron a la puerta, el empleado abrió. —Busco al señor House. —salió hace un momento, pero ¿quiere que lo reciba la señora House? El hombre parecía visiblemente sorprendido. —¿Señora House? —exclamó con algo de burla—. Sí, claro, ¿Por qué no? —dijo El hombre fue a buscarla. El señor K mirò los cuadros en las paredes, eran bonitos, la casa tenía una pinta muy primaveral. —Buenos días, ¿en qué puedo servirle? El señor K mirò a la joven ante él, sus ojos se abrieron grandes, perdió la respiración, a punto estuvo de caer, pero el empleado y Liliana ayudaron al hombre. —¿Qué le pasa, señor? —¡Creo que le dará un ataque, señora! —¡Llevémoslo a la sala! —ordenó Liliana. Sentaron al hombre que se veía tan sofocado, Liliana le abrió los primeros botones de la camisa, necesitaba que respirara. —¿Llamo al médico
«Demian… no es mi benefactor. ¿Con quien he estado viviendo todo este tiempo? ¡él es un monstruo! ¡Tengo tanto miedo! ¿A quien le entregué mi corazón?», pensó Liliana, sintió su cuerpo trémulo. Cuando la puerta se abrió, bajó la mirada, pestañeó rápido, recuperando no solo el temple, también evitó que las lágrimas salieran por sus ojos, tragó saliva, respiró profundo sin ser vista. —¡Hermana Tessa, espere! —exclamó Demian, saliendo tras la mujer, hasta que vieron a Liliana ahí parada frente a ellos. La sangre de Demian se les fue a los pies, su corazón dio un brinco, tuvo el peor miedo de su vida, que ella lo supiera todo, su respiración se volvió irregular. —¡¿Liliana?! ¿Qué has escuchado? ¿Desde cuándo estás ahí parada? —exclamó casi como un bramido. Liliana le miró con ojos grandes, luego esbozó una sonrisa. «Seguro de que, si digo que lo sé todo, este desconocido me encerrará por siempre, no tendré forma de escapar, creí que sabía quien eras, Demian, ahora solo sé que eres un