Capítulo 27

Marie Johnson

Cuando rompemos el beso, la cara de Adrián es un completo poema. Los segundos pasan lentos. Traga saliva antes de hablar. En sus ojos hay odio, rencor, desilusión e indignación.

Nos mira con rabia y asco a los dos. Aprieta los puños y sus músculos están tensos.  Sonríe antes de hablar.

—Pues lárgate con él,  como la zorra que eres —dice y Carlos va aventarse sobre él,  pero lo detengo. Me acerco a Adrián y le pego con todas mis fuerzas. Su cara se va a un lado y él la regresa con rabia. Le he dejado la mano marcada en su bello rostro y no me arrepiento. Me doy media vuelta y salgo de la oficina, con la cabeza en alto y el dolor  por lo bajo. Sé que al lado de Carlos me irá mejor.

Voy hasta el pequeño cubículo en donde trabajo y me pongo a digitar algo para la recepcionista. Los ojos me pican y no puedo contener las lágrimas.

—No

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