Me pierdo en el aroma vacilante del café. Navega sin apego mientras baja por sus piernas, conecta con ellas y suspira al reponerse. Llega a mí, y el procedimiento se repite. Yo no estoy. Zara sí. Cuenta cosas que habrían de molestarme, pero en verdad es incapaz de moverle al corazón. Si tan solo me encendiera el alma como me prende en la cama…
Me aferro al respaldo. Ella hace esfuerzos sobrehumanos para dejar marcas visibles. Le encanta echarle huellas al delito. No la juzgo. A mi también me excita que lo haga. Quizás sería distinto si ella sospechara, pero bien podría vernos en pleno acto y ni así se inmutaría. No sé qué le corre por las venas, pero la amo. La amo como nunca podría amar a Zara.
Acabamos de hacerlo. Se acaricia a sí misma con una ternura que se parece mucho a la lujuria. Me ve con cariñ
Lo quiero. Siento culpa al quererlo, pero no me arrepiento. ¿Cómo arrepentirme? Él me ha recordado que soy mujer. Le debo quererme. Por eso lo quiero.Ha pasado buen tiempo desde aquella llamada. ¿Quién iba a decir que esa pena destaparía la verdad? Lloré, como lloraba cuando él arruinaba algo y dejaba el desmán en mis manos. Me culpé, como lo hacía mientras él avalaba tal salvajez. A pesar de los pesares, por él no puedo sentir otra cosa que no sea amor.Lo amo. Siento culpa al amarlo, pero no me arrepiento. ¿Cómo arrepentirme? Él me hizo sentir mujer por primera vez. Le debo amarme. Por eso lo amo.Lo que creo -y lo que quiero- me da duro en la conciencia. Sé que hago mal en engañarlo. Sé que hago mal en enga&
Nunca me imaginé tan maduro en el engaño. Quizás la experiencia, el estar tanto tiempo del otro lado, suavizó el impacto. Qué putada. Ella no es tan buena como pensaba. Carajo. Me engaña, y lo peor es que no sé con quién. ¿Así es mejor? Tengo la llave de esa puerta, y sin embargo, no me apetece usarla. ¿Para qué? No pienso dejarla, ni creo que siga viviendo en mentira ahora que lo sé gracias a Mariana. ¿Entonces? Toca jugar el papel del novio conformado con la vida. Total, ya ambos nos divertimos. No viene al caso empañar nuestro lindo aburrimiento; digno de toda pareja después de tantos años viviendo juntos.Me va bien el engaño. Recuerdo haberlo deseado en algún momento, poco tiempo después de que Zara me dejó. Sí. Lo anhelé segundos antes de qué el celular me trajera la llamada de
¿Por qué enojarme? Una no va por la vida equivocándose y pretendiendo que todos cubran nuestros errores. ¿O sí? Da igual. Sabe que lo engaño con alguien más. Mariana traicionó mi confianza, y sin embargo, no tengo licencia para la molestia. En un juego de faltos a la lealtad, el más olvidadizo se convierte en el mejor amigo, y el de moral torcida busca siempre un pretexto para actuar.En unos segundos llegará por mí. ¿Cómo verlo a los ojos sin partir en llanto?, ¿cómo convencerlo de que en ningún momento he dejado de amarlo? Maldita la hora en que decidí ir el baile. ¿Bendito el momento en que conocí a Julián?Pone seguro a su camioneta. Una vez. ¿Por qué no una segunda? Ahí va la tercera. Siempre hace lo mismo, pero ahora necesito de un pretexto para alargar el
No hay peor dolor que aquel que no sentimos cuando debemos. Esa sensación de culpa mal dirigida, acaba con el peor de los cuerdos. Me pierdo en ella. Caigo en un bosque sin árboles, donde el viento busca, con desespero, hojas otoñales. Mas nunca las halla. Ahoga el anhelo.Soy nada. O soy algo, mejor dicho, pero quiero ser nada. Sol en la playa que decora y no estorba. Frío en diciembre que abraza y no congela. Quiero llorar, sufrir, ahogarme en celos ahora que sé que me fue infiel, pero no puedo.Hay un ente raro en mis adentros que encuentra felicidad. Un extraño sentimiento que va más allá de la deuda liquidada. No es que me sienta bien porque me pagaron con la misma moneda, sino que me alegra sin mas. Sin que yo conozca o quiera conocer el motivo.No en balde decido cambiar el rumbo
Se acabó. Esta vez no hay marcha atrás. Tarde o temprano Julián olería la mentira, el momento llegó hace un par de días, en el supermercado. Me helaba la sangre, mientras un dejo de culpa, enojo y miedo escurrían mis ropas, labios y manos que con dos hombres se habían cruzado.El corazón late como reprochándome algo. ¿Y cómo no? Si amar es un castigo para ese gelatinoso ente. Confundirlo se vuelve una tortura bandida para quien solo intenta ponernos felices.¿Cómo estás? Jamás imaginé que lo tomaras con tanta madurez. Confieso que me lastimó escucharte tan sereno cuando arrojaste esa pregunta que jamás podré olvidar.—¿Te metiste con él?Sabes que no. No s
‘’…disculpa, ¿qué eres exactamente de …? Estoy saliendo con ella desde hace tiempo. Me había dicho que ya no tenían nada que ver ustedes dos, pero ayer los vi juntos. Dime la verdad, por favor. Si aún son pareja, prometo dejarlos ser felices…’’Quizás he cambiado un poco la redacción del mensaje, y el motivo me tiene impactado. Contrario a como hubiese pasado hace un par de años, aquellas palabras me agitaron poco el corazón, movieron casi nada mis ideas, por lo tanto, releerlo no era opción. ¿Para qué? Lo confesado lo sabía desde hace tiempo, con la diferencia de que ahora tengo un nombre y algunos detalles. Detalles que debieron romperme, o al menos golpearme, y no fue así. Por eso voy impactado.Todo acabó. No aquella noche, ni la tarde en el supermercado cuando la vi l
Ojalá fuera así. Sería más sencillo partir desde esta historia que me inventé para su insano entretenimiento. Ofrecerles otra pieza del romance alterado e intenso que nos han vendido desde siempre, nos permitiría entendernos mejor. Sin embargo, las cosas no fueron tal como lo acaban de leer, aunque admito que algunos guiones y momentos se parecen bastante a la realidad.Zara nunca existió. Tampoco Julián. Y si por ahí hubo alguno u otro parecido o parecida, acá le dimos más importancia de la debida. Ella y yo fuimos los únicos protagonistas en esta rara novela que ahora les cuento…Todo se remonta a nuestro primer aniversario. Ese día, a pesar de las sonrisas e ilusiones, recuerdo bien que nuestros corazones latían recio, como siempre, pero algo nuevo se colaba entre el ir y venir del alma. Un suspiro callado, una incoherencia bien acepta
13 de febreroEstaba en casa. Esperando su habitual mensaje de Ya estoy lista para ir por ella y buscar los regalos de San Valentín. Que tiempos aquellos en los que las compras las hacíamos con semanas de anticipación, bajo complicidad de algún amigo o familiar para no fallar en la sorpresa. Eso quedó en el pasado.El mensaje llega, voy por ella. Me dispongo a disfrutarla igual que antes, aunque sé que ya no es ni será lo mismo. Me divierte el engaño.No puedo quejarme. Aquella noche fue linda. Nuestra infaltable torpeza nos robó varias sonrisas cuando coincidimos en la tienda comprando los regalos ‘’sorpresa’’. Eso sí, el intento no era solo mío, sino de los dos. En verdad luchamos hasta el último día por recuperarnos.De regreso a casa, recibo la llamada de alguien a