28. Día del padre.

Mi teléfono suena, miro la pantalla y como si fuera invocado a un espíritu Max es la que me llama.

 — Dime.

— En ¿Dónde estás?, no ve que me muero de hambre, idiota  —  la mujer está enojada.

— Estoy comprando comida. — es mentira, estoy con tu padre, le digo eso y me deja de hablar.

— Pues, más te vale que llegues con mi comida. — y me cuelga la llamada.

— Max, está enojada  —  vuelve a suspira.

— Raúl, de verdad, te agradezco todo lo que has hecho por mi única familia —  niego.

— No tiene por qué agradecer todo humano comete errores en su vida y de ellos se aprenden, Rivas — sonríe agradecido.

— Veo que amas locamente a mi hija —  reí nervioso.

— ¿Se nota mucho? &mda

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