—Lain y Brian ya se han ido —dijo Richard mientras ayudaba a Janeth a salir del ascensor—. Sigo pensando que deberíamos esperar aquí. Puedes volver a la habitación del pánico, y esperar allí hasta que vuelvan.—No, Richard —Janeth trató de parecer lo más severa posible con una barriga gigante—. No voy a esperar aquí. Toda mi vida está en esa casa. Si no quieres llevarme, tengo un chófer.—Janeth...Llegaron a la entrada de la casa, donde el todoterreno estaba aparcado en la acera, y el camión de Richard había sido subido detrás por el aparcacoches. Mientras bajaban los escalones delanteros hasta el coche, el conductor se acercó a la puerta del vehículo.—Sólo sube. Yo te seguiré.—Espera.Janeth se detuvo a mitad de camino, con la mirada fija en el hombre que sostenía la puerta del coche. Tenía los mismos ojos marrones y el mismo pelo rubio y llevaba el mismo traje, pero no era el mismo hombre que la había estado llevando de un lado a otro durante meses.—¿Quién es usted?—Uh, soy Pete
La contracción disminuyó cuando Ray subió y se sentó en un banco de metal a su lado. Un paramédico subió y comenzó a tomarle las constantes vitales mientras otro cerraba las puertas. Un momento después, la puerta delantera se abrió y el conductor se puso al volante.Mientras la ambulancia se dirigía a toda velocidad hacia el hospital, Janeth se frotó el vientre, tratando de aliviar los tensos músculos.—¿Ha sido esa su primera contracción? —preguntó el paramédico después de tomarle la tensión.—Sí —respondió Janeth.—Bueno, entonces vamos a cronometrarla para ver cuánto falta para la siguiente. ¿Te he oído decir que has roto aguas?—Sí.El paramédico cogió una radio enganchada a una caja cerca de la puerta, e informó a alguien del otro lado sobre el estado de Janeth.—Está bien —dijo cuando regresó a su lado—. El hospital la estará esperando...—Ya he mandado un mensaje a Sylvia —dijo Ray tomando su mano entre las suyas—. Ella se reunirá con nosotros allí.—Es demasiado pronto —susurró
—Son tan perfectos —la voz de Nicole llevaba el tono de asombro que sentía mientras miraba a la pequeña bebé en sus brazos. La más pequeña de las gemelas—. Hola, nueva mama. Janeth meció suavemente al mayor de los gemelos y sonrió a su amiga. —Gracias, estoy de acuerdo con eso. Acurrucada en el extremo de la cama de Janeth, Nicole miró por encima del hombro hacia donde Shyanne estaba sentada en una silla en el rincón. —¿Estás segura de que no quieres coger a los bebés? Sin levantar la vista del teléfono, Shyanne respondió. —Bastante segura. —Shy, no tienes que quedarte —murmuró con una sonrisa—. Es tarde, ¿por qué no te vas a casa? Con un suspiro de alivio, Shyanne se puso en pie y besó la mejilla de Janeth. —Gracias, amiga. Nos vemos mañana, cualquier cosa estoy a una llamada de distancia. ¡Las amo! Cuando la puerta se cerró detrás de su amiga, Janeth negó con la cabeza. —Nunca he conocido a nadie como ella, alguien a quien no le gusten los bebés. —La conocemos desde hace
Jane sonrió timidamente. —Me gustaría nombrar a la gemela mayor Kaylee Ann, y a la menor, Emily Rose – —Kaylee Ann después de… —Ray se acercó a la cama de su hija—. ¿mi hermana? Me parece perfecto. ¿De dónde sacaste lo de Emily Rose? —No lo sé. Me encanta el nombre… —Kaylee y Emily. Nuestras hijas… Janeth acercó la mesita de noche a ella, e introdujo información en dos formularios. —Tienes que firmarlos —dijo después de garabatear su nombre en la parte inferior. —¿Qué es? —Preguntó. —Solicitudes de los certificados de nacimiento —respondió Janeth. Ray firmó la línea designada para el padre en la parte inferior de cada formulario.—¿Soy yo, o esto… —miró a las bebés— es irreal? Janeth volvió a mirar a los bebés. —Sigo mirándolas pensando lo mismo, somos padres. Cuando me lo repito a mí misma, no parece posible. —Creo que los dos tenemos mucho que acostumbrar. Una imagen de él practicando el cambio de pañales a una muñeca pasó por su mente. —No quiero que hagas nada que no
Janeth observó cómo se cerraba la puerta detrás de Ray. Mientras el autobús avanzaba, los dos asientos del coche con las pequeñas bebés dormidas se balanceaban ligeramente, pero no corrían peligro de caerse. Tranquila, encontró el pequeño cuarto de baño y se lavó la cara antes de buscar entre las bolsas de ropa que le había comprado Ray. La mayoría de la ropa ya no era de su talla, pero encontró un sencillo vestido de verano de gran tamaño que le quedaba bien. Al menos no llevaba ropa de maternidad. La cama era blanda y las mantas cálidas mientras se apoyaba en media docena de almohadas y sacaba su teléfono de la bolsa de los pañales junto con un frasco de analgésicos. —Buenas tardes, cariño —respondió su madre. —Oye, mamá. ¿Cómo va todo? —Oh, es simplemente perfecto —Una sonrisa era evidente en la voz de Judy; su tono tenía una nota de serenidad. —Así de bien, ¿eh? —Esta casa es increíble. Creo que podría cerrar el B&B y mudarme aquí. Con una risa, Janeth coincidió con su ma
Estaba nerviosa.Sentada en una tumbona de madera acolchada en lo alto de la cubierta trasera de la casa de la playa, Janeth observó cómo pasaban unos cuantos corredores corriendo por la orilla de la playa.«¿Está mirando justo ahora?», se preguntó.¿Iba a intentarlo de nuevo? Que le dijera a Nicole que había terminado de torturarla no significaba que fuera cierto. Es probable que estuviera mintiéndole, dándole falsos planes.—¡Hey!Al oír la voz de Ray, Janeth se obligó a calmarse.—Lo siento, no quise sobresaltarte.—Está bien, no pasa nada.—¿Estás bien? Pareces un poco nerviosa. Y de hecho, hasta te ves un poco pálido, cariño.Janeth se encogió de hombros, sin darle importancia. Eso también se debía a sus pocas horas de sueño.—Estoy intentando relajarme. Pero no es una tarea fácil, tengo dos razones muy grandes para no estarlo.Ray la miró en comprensión.—Sólo han pasado unos días. Será más fácil con el tiempo…—Lo sé —forzó una sonrisa—. Es que estoy muy cansada todo el tiempo,
Janeth tiró el expediente sobre la mesa y empujó su silla hacia atrás para recuperar la jarra de té helado. Volviendo a la mesa, rellenó los vasos de todos.—No hay suficientes pruebas para demostrar un caso de hace diez días, y mucho menos de hace diez años.—Pensé lo mismo.Tiffany se recostó en su silla y dio un sorbo a su té. Era una mujer delgada, con un largo cabello castaño que mantenía atado con una cinta esponjosa. Su compañera, Ella, era una mujer alta, de pelo largo teñido de verde oscuro.—Pero no presentarían cargos si no creían que podían ganar.—Es un caso sin resolver —respondió Janeth—. Harán lo que consideren para cerrarlo. Aunque no creo que haya un caso. Parece más bien un suicidio. Tengo la sensación de que se revelarán más pruebas cuando tengan a Mónica detenida.—Según Mónica, llegó a casa y encontró a su madre muerta —explicó Ella.—Alguien más podría haber estado en la casa antes de que ella llegara a casa —Sugirió Ray—. No hay nada en todo esto que pruebe que
—Randall llegó a casa anoche —dijo Ray al entrar en el dormitorio de Janeth—. Va a celebrar una fiesta con su equipo y sus familias. Nos ha invitado… —Grandioso —respondió por cortesía, realmente estaba muy ocupada con una de las bebés. Janeth terminó de amamantar a Emily y le dio unas palmaditas en la espalda a la niña antes de entregársela a Ray para que la acomodara de nuevo en su cama. Ray acurrucó a su hija contra su pecho. —Mi dulce niña —Presionó un beso en la parte superior de su cabeza. —Sólo deseo que duerman toda la noche —se lamentó Janeth—. Realmente necesito más que unas pocas horas de sueño a la vez, a veces siento que estoy en piloto automático; no es para nada divertido. Ray le dirigió una mirada comprensiva. —Hay suficiente leche para que tu madre y yo les demos un biberón a cada una para una toma. Podrías dormir durante una de esas. Podríamos llevarlas a la sala de estar y dejarte dormir. Janeth suspiró, amando la idea, pero al mismo tiempo… —Lo sé, aunque m