Narrador OmnipresenteLos quejidos de la mujer, comienzan a escuchan más fuertes, mientras ella intenta levantarse y atacar a Kim. Su ira es tan grande, que no le importa estar herida y con pocas posibilidades de matarla. Con solo poder recordar que ya está allí, es suficiente para no desaprovechar esa oportunidad. — M*****a, no vas a deshacerte de mí tan fácilmente. — dice ella enojada, mientras se lanza hacia Kim.En ese momento, el ruido alerta a los vigilantes, que hablaban entre sí del fútbol. Ellos, que hasta el momento habían tenido un trabajo tranquilo, escuchan el golpe en la puerta, cuando la mujer, se lanza sobre Kim y ella la empuja hacia la misma. De inmediato, abren las puertas, observando a las dos mujeres heridas. El frío llegó a su sangre y se expandió por todo su cuerpo, al ver a Kim herida y de inmediato, dispararon a la mujer que sin importar que ya no estaban solas, se lanzó hacia los hombres que la protegían, dispuesta a matarlos.Dos detonaciones se escucharon,
Al día siguienteKim, fue llevado a una nueva habitación, para su recuperación. La herida, no había comprometido ninguna vena importante, pero debían ser cuidadosos para que no se le infectara. Por eso, la ayudaban a bañarse y solo podía moverse en una silla de ruedas. Haciendo que su estadía, fuera más deprimente, de lo que ya era. Si antes parecía prisionera, ahora era una prisionera lisiada. A la que, para tomar incluso agua, recibía ayuda. Ya que, desde el altercado, no se atrevían a dejarla sola.Por eso, tuvo que esforzarse en esconder el instrumento, al punto de guardarlo algunas veces en sus pechos y otras veces, bajo la cama. Sabía que había cámaras y que todo lo movían dos veces al día. Así que, esconder la pieza quirúrgica, era todo un reto que debía ganar diariamente hasta que pudiera usarlo. ‘Ya está el arma. Ahora, solo necesito conocer el lugar y eso, no podré hacerlo encerrada. Debo buscar la manera de salir de aquí. Así sea en silla de ruedas, pero que lo hagan.’ dic
Las cosas no se mostraban bien. Alessandro había dejado de derribar todas las propiedades de los Delacroix en Irlanda y estaba buscando el rastro de su abuelo y primo. Pero no conseguían alguna pista y ello, le estaba desesperado.Dejar de enfrentarse a la gente de su abuelo, había ayudado en la idea de su madre, de hacerle creer que su padre había dejado de apoyarlo, porque quería estar de su lado. Pero ni ese plan, estaba dando frutos.— Alessandro, debemos hablar — dice Lucía con preocupación.— Ahora no, Lucía. — Necesitamos hacer algo más. Las cosas no están dando los frutos y de acuerdo con las fechas, si ella lleva su embarazo a término, tenemos menos de dos meses para encontrarla. Ya no podemos esperar. Ella ya no tiene tiempo — dice Kim con nerviosismo.— Lo sé. Debo buscar una nueva manera de encontrarla. En eso, estoy pensando. Pero no es fácil. No puedo matar sin seguir teniendo alguna señal de donde ese encuentra y el intento de cercanía de mi padre con mi abuelo, está co
Narra KimSabía que debía soportar. Aunque me desagrade la tranquilidad de ese hombre. Debía soportar todo lo que dijera con tal de recorrer el lugar. Solo sabiendo donde estoy, podré idear un plan para marcharme. Caminando con cuidado, avanzó por el largo pasillo del castillo, donde me encuentro viviendo en contra de mi voluntad. El hombre que es mi enemigo, se detiene en el inicio de las escaleras y me extiende la mano para que baje con él. Molesta por siquiera tocarlo, me aferro a las barandas de las escaleras donde bajo lentamente.— Eres bastante terca. No sé cómo Alessandro pudo tenerte paciencia — murmuro Augustus y yo lo ignoro.— Deberías ir a preguntarle. Así, sales de dudas — susurro mientras bajo.— No, gracias. Él sabe que estoy contigo, si voy a verlo, sería como ir por mi propia cuenta a mi muerte. Me detengo ante su declaración y ello hace que él se coloque frente a mí, con preocupación.— ¿Estas bien? ¿Te duele algo? — pregunta él preocupado y tan cerca de mí que pod
Narra KimQuería hacer tantas cosas. Pero no podía. Enfrentarme yo sola a todos, estando embarazada y sin saber de pelea, me había hecho entender cuán acabada estaba. Este era mi fin. Aunque no podía ser pesimista, porque cuando hay esperanza, todo es mejor. Debo ser realista, nunca saldré de aquí.— ¿Qué puedo hacer? — pregunto decepcionada.— Ya superaste la semana número treinta. El tiempo corre en tu contra y me imagino que con lo que viste, puedes comprender que intentar escapar, no es una solución. Las cosas no son sencillas para ti y alimentar falsas esperanzas, solo va a causar que te lastimes. — comenta Augustus — ¿Y eso te importa? — pregunto incrédula, mientras comienzan a traer el almuerzo. — Aunque te parezca increíble, si me importa.— Claro, por el bebé. — comento comprendiendo porque podría importarle si me lastimo.— Eso y porque no mereces sufrir más. Si hablamos de que los seres humanos tenemos un rango de dolor que debemos experimentar en la vida, tú llenas ese ra
El almuerzo termina en conversaciones más agradables o más bien, entretenidas al punto de olvidar que él es mi captor. Porque con Augustus Javier, es distinto. Él apenas se está relacionando conmigo y lo que me habla, no es sobre lo que harán con mi hijo, sino, lo que él ha hecho en su vida. Una que es bastante entretenida.— Entonces, te han colocado bastante metal, ¿no es así? — digo sonriente.— Después del accidente, perdí un brazo, el cual, fue reemplazado por una prótesis bastante costosa y cómoda, debo decir. — Eso es agradable.— Lo es. Pesa menos que mi brazo y es más útil. — ¿Más útil? — Puedo hacerme frágil con las mujeres demasiado rudas y con mi pasado, comienza a consentirme. — Pensé que te gustaban las mujeres rudas. — comento mirando atentamente sus acciones.— Me gustan frías. Que no estén pendiente de mi dinero, es algo importante. A mí no me gustan las mujeres que se pegan a uno por tener algo mejor.— Al parecer, los primos comparten gustos. Solo falta que te gu
Dos semanas después Quisiera decir que todo ha mejorado y que las cosas las veo desde una perspectiva más esperanzadora. Pero, no es así. Saber mi condición real, me ha hecho sentir en un túnel oscuro donde no encuentro la salida.Nada, ni siquiera la comida me sabe igual y según el doctor, estoy mostrando síntomas de anorexia. Por eso, ahora tengo conectado a mis venas, suero con todo tipo de nutrientes para que mi bebé no sufra. Augustus Javier ha querido sacarme de la habitación, distraerme, pero saber que mi final se acerca cada vez más, me decepciona. Saber que estoy en una cárcel donde a nadie le importa mi destino y que, además, le importen poco donde me entierran, me hace sentir más sola de lo que alguna vez pude estar. Durante estos días, he querido volver a ser niña, donde mi única preocupación era tener más de una comida. Pero ahora, mis preocupaciones son más grandes. Bien dicen que un gran poder conlleva, una gran responsabilidad. En mi caso, diría que la frase sería, c
Narrador OmnipresenteAugustus Javier sonreía al ver a la mujer devorar el pollo. Para él, era desagradable la comida demasiado grasosa, pero, para la chica que llevaba semanas sin comer, parecía que era caviar. Era algo sorprendente ver como gemía ante cada sonido crocante que se escuchaba.— Es una delicia — dice Kim emocionada — Me alegra que te guste. Pero come con calma, nadie te va a quitar la comida.— Esta muy rica para…Kim se levanta rápidamente y corre al baño, Augustus Javier, corre detrás de ella y le agarra el cabello para que no se ensucie por su propio vomito.— Todo está bien — dice Augustus Javier acariciando su espalda — Déjalo salir todo. — Odio está parte del embarazo. — se queja Kim y Augustus Javier niega sonriendo.— Eso no es por el embarazo, eso es por no comer pausadamente. — responde Augustus Javier mientras Kim se aleja del inodoro.Kim suspira profundo después de vomitar todo lo que había comido en el día y lo que no. — Ya no quiero saber más de comida