Sabía que no debía fraternizar con alguien como él. Alessandro Delacroix, es un hombre que siempre va a creerse el centro del universo, aunque no lo sea. Por ello, debo actuar con cautela antes que él crea que soy como una de sus chicas de una noche y por ello, el respeto se pierda. Por eso, debía irme. Estar tan cerca de él, iba a complicar las cosas entre nosotros y por ello, tomaba mis cosas húmedas para colocármelas e irme. Ya que, salir usando solo su camisa, no era una idea sabia. Desesperada por salir del lugar, ignoro a mi alrededor y me quito la camisa para vestirme. — Señorita Mor…. — dice él detrás de mí y mi cerebro hace corto circuito al punto que giro mi cuerpo cuando me llaman.Su mirada se posa en mi cuerpo y yo cubro mi intimidad y pechos con mis brazos como puedo, mientras me horrorizó al ser vista desnuda y específicamente por él.— ¡Aléjate de aquí! — gritó desesperada.— C-claro. Yo… me iré para no hacer las cosas más incómodas. — dice Alessandro marchándose ráp
Estaba loca. Si algo definía quien es Kim Morgan, es la palabra “locura”. Porque solo eso explicaría porque estaba en una discoteca viendo bailar a muchos mientras tomaba mi segunda copa de vino sin alcohol.Sabía que era una locura estar allí. Anteriormente, no había asistido a este tipo de lugares y ser esta, una primera vez, hace que la experiencia sea más sorprendente e incómoda. — Buenas noches, bella dama. ¿Es posible que este simple mortal le haga compañía? — pregunta un hombre rubio de sonrisa encantadora. — Claro, puedes sentarte. — murmuro y de inmediato, el chico se sienta a mi lado colocando su brazo detrás la espalda de mi silla.— Me llamo Piero, un gusto. — saluda el chico extendiendo su mano y yo la recibo.— Kim — me limito a decir.— Kim — dice Piero saboreando mi nombre — es un lindo nombre. — Gracias — murmuro con timidez.— ¿Eres de aquí? — pregunta el chico y yo sonrió recordando las palabras de Lu camino aquí.‘Juega. Aquí no se ven sentimientos, sino, requisi
Me hervía la sangre del enojo. Estaba indignada por siempre ser maltratada por un hombre que trato con respeto. Estaba molesta porque siempre él pensaba mal de mí, me había encerrado, insultado y ahora ha manifestado delante de mi jefe que soy su propiedad o peor, que soy como las mujeres que acostumbra a frecuentar.Una que, al parecer, no se comporta bien. Porque andaba buscando en la calle algo que tengo prohibido, cuando debo tener un collar que se une a una cadena esposada a la pared del patio de su casa. ‘Maldito animal’ me quejo mientras camino en busca de un taxi que me lleve a la casa de mi desleal amiga.El frío cala en mis huesos por mi reveladora vestimenta y yo intento mantener la calma al no encontrar trasporte. Creyendo que mi noche no puede ser peor, un auto se estaciona con tanta violencia que las llantas rechinan y yo no necesito ser psíquica para saber de quien se trata; Alessandro Delacroix. El hombre que quiero golpear un poco más, baja del auto hirviendo de la f
¿Qué tanto puedes detenerte cuando el alcohol te ayuda a desaparecer los límites racionales que has colocado? ¿Qué tanto puedes hacer, cuando la liberación que tanto anhelas, ahora se está mostrando con demanda para ser liberada? ¿Cuánto puedes soportar cuando frente a ti, tan cerca de ti, hay un hombre con el que puedes liberarte, pero no debes? Sabía que no debía besarlo. Sabía que debía detenerme. Pero cuando quise reaccionar, ya estaba besándolo con tanta demanda que me era imposible alejarme. Sus labios suaves y con un leve sabor a coñac, era el aperitivo que necesitaba está noche. Era la mezcla suave y ruda que necesitaba para excitarme un poco más. Ello y la fuerza de sus labios siguiendo mi beso, me encendían como horno a punto de lanzar llamas al exterior. Sentía que me quemaba y por ello, me removía sobre él causando que él gimiera. ‘Rayos, escuchar a una mujer gemir, era bueno. Pero, escuchar a un hombre gemir, era la pura gloria. Una que estaba feliz por causar y disfru
Narrador Omnipresente Para ambos, relacionarse así, no era buena idea. Sabían que esto podía complicar las cosas. Pero, el deseo sexual causaba que esa fuera su última preocupación. La primera, era satisfacerse y eso era lo que iban a trabajar para obtener. Alessandro, quien se había propuesto tener una noche de sexo sin compromiso, se había retractado de su propuesta cuando recordó el efecto que le causó verla desnuda. Para él, fue como una persona con dieta rígida, viendo su comida más grasosa y favorita. Casi pecó y por eso, huyó del apartamento.Verla desnuda lo había dejado sin palabras y con muchas ganas, al punto de llamar mujeres que le ayudarán a liberarse. Pero no se sentía bien y por ello, había estado de mal humor hasta que sus amigos, lo habían llevado a ese club donde había visto la causante de sus frustraciones sexuales. Ella que había aumentado tanto su deseo sexual en las últimas horas, que ya no podía esperar más y por ello, ya se había quitado la camisa mientras c
La tranquilidad de sus cuerpos cargados de sensaciones que se concentraban en sus entrepierna, habían cesado gracias al orgasmo. Se sentía bien, Alessandro se sentía relajado, pero Kim no. Aún no y por ello, se levantó de la cama dispuesta a asearse un poco mientras dejaba que el hombre en la cama, pudiera recuperar fluidos.— ¿A dónde vas? — pregunta Alessandro aún acostado en la cama. — Voy a asearme un poco mientras te recuperas. — ¿Mientras me recupero? — pregunta Alessandro sorprendido, mientras ve como Kim se quita las bragas húmedas por los fluidos de ambos.Para hacerlo, Kim bajó su torso para que sus manos toquen las bragas en el suelo y ello, solo causó que Alessandro tuviera una mejor vista de donde estuvo su miembro.‘Ella es perfecta en todo’ murmura Alessandro mentalmente. ‘A Dios gracias por nacer en el mismo tiempo que ella y que coincidiéramos así.’— Un momento — dice Alessandro con su miembro ya flácido por la sesión en la que fue protagonista — ¿recuperarme? — pre
Narra KimSu susurro fue hipnotizarte. Sabía lo que había dicho y cuán peligrosa podrían ser sus palabras. Pero mi cuerpo se enfocó más en su voz ronca que erizaba mi piel y fue por ello, que gire mi cuerpo y lo bese. Anteriormente, había escuchado que la mejor forma de callar a alguien o evitar decir algo que no sentía, era besarlo. Lo cual, me encantaba; besarlo. Hoy lo había probado y me había encantado hacerlo. Por eso, bajo la calma del clímax que habíamos experimentado, lo besé hasta que ya me quedé saciada de sus labios. Agotada por esta sesión, coloque mi frente sobre su mentón y él acaricio mi cabello. Aquí no éramos personas desconfiadas, ni inseguras. Solo éramos dos cuerpo buscado calor y calma después de una sesión agotadora. Cuando ya sentí que era suficiente, me alejé de su cuerpo y cerré la llave de agua.— Voy a bañarme. — Está bien — murmura Alessandro — ¿Puedes salir? — pregunto intentando alejarnos por lo menos, en este momento. Alessandro reacciona y asiente.
Despierto en una habitación muy distinta, siendo abrazada por alguien que básicamente me tiene pegada a su pecho. Sé quién es. Sólo mi exjefe y padre de mi hijo, podría abrazarme así: con su gran mano en mi vientre y toda mi espalda pegada a su tonificado y musculoso pecho. Mi cuerpo estaba tan pegado a él, que no sabía cómo iba a salir de sus brazos y más, con mi cuerpo adolorido por la intensa jornada de trabajo que terminó al amanecer. Sabiendo que debo alejarme de él, intento moverme sin levantar al inmenso hombre a mi lado.Mientras levanto su mano, los recuerdos de la madrugada, vienen a mi mente y como hicimos todo menos, comer helado. Mi cuerpo recuerda sus caricias y como habíamos tenido sexo en casi toda sala. La última vez, había sido en su escritorio ubicado en la sala. Cuando los rayos del sol iluminaron la pared hecha como un ventanal, él estaba entre mis piernas succionado los fluidos con tal maestría que me abrumaba. Me había saciado, de todas las maneras posibles. Po