Con tantas cosas, el tema de la boda real había sido lo último en lo que había pensado. Sin embargo, para Alessandro no fue igual. Sin duda, él piensa en todo y en todos. Feliz por ver como se toma en serio nuestro futuro, le doy un beso.— Ay, por favor, no empiecen. Hay niños en el lugar.— ¿Niños? — pregunta Gabriela confundida.— Claro, Asher y yo. — dice Lu y todos nos reímos, incluido Asher quien saca la decoración de la casa, con mucha emoción.— Calla, Lucía. Hace siglos dejaste de ser una niña. — digo levantándome y de inmediato, tres personas impiden que pueda dar un paso.— Vas a descansar, Kim. Es en serio. — dice Gabriela y yo suspiro profundo.— No es para tanto. Además, Asher me estaba esperando para decorar.— Puedes desenredar las luces estando sentada. Toda activi
Dos días despuésCuando creo que por fin voy a tener unas vacaciones reales donde solo se descansa, Gabriela toca la puerta una y otra vez, impidiendo que podamos dormir. Alessandro gruñe, demostrando que no soy la única que desea descansar un poco más. Pero, es evidente que eso no detiene a Gabriela.— ¡Despierten, muchachos!— ¿Qué sucede, mamá? — pregunta Alessandro mientras Asher se levanta de su cama-cuna, evidentemente molesto por ser despertado.— Es tarde. Necesitamos salir. — dice Gabriela y yo miro hacia el reloj en la pared.— Son las siete de la mañana — me quejo.— Sí, del dos de enero, cuando la boda de ustedes, es en menos de una semana — nos recuerda y ambos nos quejamos ante la primicia.‘¿Ya pasó una semana?’ me pregunto mentalmente confundida.— ¿Podemo
Casarse es tan o más agotador que estudiar y más, cuando tu suegra tiene una lista de todo lo que tienes que hacer en un día, donde duras todo un día con el diseñador, cuando solo debías gastar dos horas con ellos. Porque Gabriela Delacroix tiene todo programado y se desespera cuando las cosas cambian.En la azotea del lugar que cobra billones por un vestido, me siento a tomar un poco de aire. Al poco tiempo, escucho pasos detrás de mí, haciendo que gire hacia el hombre que me sonríe.— ¿Abrumada? — pregunta Alessandro sonriendo.— Bastante. ¿En tu anterior boda viviste todo esto? — pregunto preocupada.— No, no gastamos billones en Yocelyn. Con ella hubo una boda civil donde de mi parte solo fueron mis padres y todos los que ella considero amigos y familia. Aunque, realmente lo hizo para alardear.— Bueno, no sé si sentirme feliz o t
Un día antes de la bodaLos días, realmente fueron agotadores y eso que no trabajamos en los negocios de la familia o los trabajos como abogada que tuve. Sin duda, casarse, es tan agotador que quizás por eso, no todo el mundo tiene una ceremonia de boda en una iglesia.Pero, evidentemente, Alessandro y yo, sabemos cómo escaparnos antes que los preparativos de Gabriela, nos asfixie.Por ello, todos estos días, nos hemos escapados con Asher, para ir al cine, al acuario o cualquier lugar que nos haga disminuir la presión que Gabriela Delacroix nos hace sentir para que la boda sea más grande que la de la princesa Diana y mucho más inolvidable.— Creo que estás flores están bien — murmuro mientras me levanto, al ver la señal de Alessandro a lo lejos.— ¿Vas a algún lado? — pregunta Gabriela curiosa.— Al baño. 
No sé cuánto tiempo pasamos así. Pero, sé que la encargada nos aparta para que no manchemos el vestido con las lágrimas. Por lo que, nos separamos y limpiamos las mejillas de la otra, con una sonrisa en nuestros rostros.— No vamos a llorar más. Es momento de festejar. Ya falta poco para que sea de noche. Así que, debemos apresurarnos con los últimos detalles de la boda. Para que, podamos relajarnos en la despedida de solteras.— Dudo que eso sea posible. Además, Gabriela, la despedida de soltera se hace antes de casarse y nosotros ya…— Ustedes son conocidos por hacer las cosas con un orden distinto. Así que, que no te sorprenda que primero haya sido la boda civil y después la despedida de soltera. Después de todo, el orden es una nimiedad cuando el resultado es el mismo.— Entiendo.— Ahora, ve a cambiarte. Los chicos nos esperan para re
Quería, realmente deseaba decirle que no exagerara. Pero, ambos conocíamos a Gabriela y sus planes un tanto fuera de lo normal. Por lo que, no era algo que se encontraba fuera de las posibilidades.Porque pensar que Gabriela fuera quien contratara los strippers, no era una idea demasiado loca, aunque ella fuera mi suegra.— Cariño, eso pasó hace tiempo— Aun así, mamá no es como otras madres con sus hijos y a juzgar por la ropa...— Estaremos bien. Soy una mujer enamorada y si ellas hacen planes extraños, podre irme, como tú también lo harás. Pero, que eso no dañe nuestro momento de relajación.— Podemos relajarnos en la cama y sin compañía.— Buen truco, pero no, nos vemos mañana, recuerda que seré la de blanco — digo para después darle un beso.— Un momento, ¿no vuelves
El desorden es evidente, mientras las que me quieren ‘sacar de prisión’ disfrutan de los bailes de los policías que son tan buenos, al punto de todos olvidar que estoy en ‘prisión’ e incluso, ‘mi abogada’ disfruta de bailar con los prisioneros.Una hora pasa y todo se descontrola con tragos, bailes y como varias chicas jóvenes, besan a los strippers, por lo que, terminó contagiándome de la alegría de todas, al punto de beber, bailar y ver bailar a tantos hombres que quedó satisfecha.La emoción, nos hace amanecer en el bar donde el chófer nos va a buscar, pero, obviamente no le permiten el paso.— Disculpe, señoras — dice una de las vigilantes en la entrada.— Hay por favor. Señoritas, señoras nos hace sentir vieja — dice Lucía, mientras bebe vino.— Un chófer vino a buscarlas. Dice que seg
Narrador OmnipresenteHoras despuésLos invitados, se sentaban en los asientos asignados dentro de la iglesia, mientras los novios, se observaban al espejo sonrientes. Lucían perfectos, como en un cuento de hadas. Su cuento de hadas, donde los monstruos, brujas y todo obstáculo, los había unido más.— Te ves hermosa — murmura Gabriela — Pero brillas demasiado al punto que me das jaqueca.— ¿Aún sigues ebria?— No, pero, el medicamento no ha ayudado a disminuir la resaca. Si hubiese sabido que esto iba a pasar. No hubiese tomado tanto. — se queja Gabriela.— No hables mucho, yo no estoy muy bien, no paro de vomitar.— Eso te pasa por estar revolviendo tragos. Por eso, es que estás peor. — le regaña Lucía.— No lo volveré a hacer.— Vamos, ya es hora y tenemos que marcharnos. Quizá