Decirle a los niños

Dereck sintió un alivio al saber que Camila estaba viva, pero su corazón seguía atormentado por el dolor de la muerte de Paola.

Madre, no sé por qué de repente todo esto me ha desbordado. Lo siento, es mi culpa por no confiar en ella, pensó, acariciando a Nathalia, quien seguía llorando desconsoladamente. Luego, se acercó a Camila, que tenía un rostro demacrado por la enfermedad.

—No la maté... Solo desearía no haber despertado nunca. ¿Por qué tuve que despertar? Ojalá estuviera muerta... —Camila sollozó.

—Perdóname por no confiar en ti, Camila. Me alegra tanto que estés despierta. Pero todavía no tienes fuerzas para ir a casa, ¿verdad? —preguntó Dereck.

—Aunque no tenga fuerzas, estoy segura de que se recuperara rápido si se queda cerca de ti, Dereck —intervino Nathalia.

—Así es, señor Dereck. Si me mantienes cerca de ti, me recuperaré muy pronto. Te amo —dijo Camila, sonriendo débilmente.

Dereck ordenó a dos de sus guardias que llevaran a Camila hasta su coche. Pero cuando estaban a
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