Capítulo tres

—¿Te estás volviendo loco?— Clarisse se había alterado, —¿Cómo puedes pretender que yo aborte a éste bebé?

—Por lo menos anota una cantidad en el cheque y vete lejos.— Ray se levantó, tomando el cheque y el bolígrafo.

—No.— Dijo ella con firmeza, —No pienso obedecerte. Tú podrás ser uno de los CEO más prestigiosos de la ciudad, del país. Pero eso no quiere decir que tengas autorización para decirme que hacer.

—Tienes que hacerlo.— Insistió él con seriedad.

—No lo haré.— Dijo ella, —Ahora querido suegro quiero pedirle que salga de mi casa. Necesito descansar, tuve un día largo.

Ray guardo el cheque y el bolígrafo nuevamente en su bolsillos. Tenía los ojos verdes fijos en el rostro de ella y era evidente la decepción que sentía por ella. Pero Clarisse no tenía porque abortar a ese bebé ni mucho menos irse lejos a cambió de dinero.

—Espero y lo pienses.— Dijo Ray, —Si cambias de opinión, me avisas o vas para mi oficina.

—Igualmente querido suegro, si desea ayudar en la crianza de mi bebé, se comunica conmigo.

Ray suspiro y formo una sonrisa de labios cerrados. Clarisse lo acompaño hasta la puerta y él salió por la misma. Ella lo observó

abordar su auto y por último cerró la puerta cuando lo vio desaparecer en el camino.

—¿Qué es lo qué le pasa?— Dijo Clarisse indignada, cerrando la puerta principal de su casa, —¿Cómo pretende que me vaya lejos o que aborte a mi bebé?

Se dirigió nuevamente al refrigerador, Ray había interrumpido su cena y ahora había perdido el apetito. Ella se quedó pensativa y finalmente cerro la puerta del refrigerador.

Ahora había tomado la decisión de tomar una ducha, estaba haciendo algo de calor o eso estaba sintiendo ella. Pero estaba segura que una ducha seria lo ideal para refrescar su piel.

Se dirigió hasta su habitación, cerrando la puerta. Ella se comenzó a quitar sus prendas de vestir con total tranquilidad y al mismo tiempo se observaba en el espejo. Una vez que estaba totalmente desnuda, no podía evitar la curiosidad de examinar su cuerpo.

Ella tenía el cuerpo delgado. Pero no delgado de una manera que pareciera que estaba atravesando graves problemas de salud, sentía que estaba en un estado perfecto. Le gustaba su cuerpo. Su cabello negro estaba suelto y se sentía libre. Pero en ese momento recordo que dentro de su vientre, llevaba el fruto de una infidelidad.

En nueve meses nacería un o una bebé. No podía negar que estaba feliz de ser madre primeriza y no tenía duda de que le daría el cuidado necesario. Pero todavía sentía el temor de lo que pasaría cuando Luke descubriera la verdad.

—No.— Susurro ella y estaba dispuesto a ir al baño para ducharse. Pero Luke estaba detrás de ella con una sonrisa y con sus ojos verdes brillando, contemplando el escultural cuerpo de ella.

—Es un privilegio poder verla como Dios la trajo al mundo.— Dijo él y Clarisse no pudo evitar sonrojarse, —Mi anhelo es poder verla así todos los días.

—Cuando te cases conmigo, tendrás el privilegio de poder verme así.— Dijo ella.

—¿Cuándo nos casamos?— Preguntó él.

—Primero me tienes que proponer matrimonio.— Contestó ella. Pero la culpabilidad de haberle sido infiel con su propio padre, estaban en su mente, —Tomare una ducha.

—¿Te puedo acompañar?— Preguntó él coquetamente.

—No. Necesito estar.— Dijo ella y finalmente se dirigió hacia el baño.

Sabía que Luke solamente quería estar con ella, acariciar su piel y tener un momento especial con ella. Pero sentía que no era el momento y también sentía que él no tenía que estar con una mujer que lo engaño con su propio padre.

*

Ray Hammett estaba conduciendo su vehículo a una alta velocidad. Estaba molesto y no le importaba estrellarse o llevarse a alguien por delante. Las cornetas y bocinas de los vehículos, sonaban a su alrededor y no podía faltar el típico insulto de algún peatón u otro conductor.

—Todos son unos imbéciles.— Dijo él, pisando el acelerador, —¿Por qué no colocaste una m*****a cantidad de dinero en ese cheque? No puedes estar aquí o te vas o abortas a ese bebé.

Una vez llegó frente a su casa o mejor dicho su mansión, detuvo el vehículo y lo estacionó a escasos metros de una acera. Lo había detenido a una distancia prudente de otro vehículo de menor calidad.

Cuando se bajó del vehículo se llevo tremenda sorpresa. Jude Haldorn estaba parada en la acera con los brazos cruzados por encima de su pecho.

—¿Qué quieres?— Preguntó Ray de mala gana.

—Primero no quiero que me hables con ese tono de voz y segundo ya sabes perfectamente para que estoy aquí.— Contestó ella.

—¿Podemos entrar?— El señaló la puerta de entrada de su casa, ambos caminaron e ingresaron al interior, —¿Quieres un whisky?

—Espero que no me vayas a embriagar y te termines acostando conmigo.— Comentó Jude.

—¿Puedes bajar la voz?— Ray se llevo el dedo índice a sus labios, —Chanel debe estar durmiendo en su habitación y tú no puedes hacer ese tipo de comentarios.

—Lo siento.— Dijo ella sin chispa de arrepentimiento por lo que dijo.

—¿Vas a querer el trago de Whisky?

Jude asintió y sin tener autorización se sentó en una silla de mimbre. Ray estaba sirviendo los dos tragos de whisky en vasos de vidrio con una belleza única y llamativa.

—Gracias.— Dijo Jude, tomando el vaso de vidrio entre los cinco dedos de su mano derecha, —Te vengo a pedir que te hagas responsable del bebé de mi hermana.

—Clarisse es la novia de mi hijo.— Susurro él, sentándose en otra silla de mimbre, —¿Cómo pretendes que yo asuma la paternidad de ese bebé?

—¿Por qué no pensaste que te estabas acostando con la novia de tu hijo antes de hacerlo?— Jude le dió un sorbo al whisky, —Los hombres tienen la cabeza grande. Pero el cerebro chiquito.

—Jude, no pienso permitir que me hables así.— Ray coloco el vaso de vidrio lleno de whisky sobre el suelo, —¿No sabes quién soy yo? Yo soy Ray Hammett uno de los CEO más prestigiosos de la ciudad.

—Tú podrás ser Ray Hammett uno de los CEO más prestigiosos de la cuidad. Pero eso no te da derecho de estar embarazando chicas por ahí y no hacerte responsable de sus bebés.

—Yo solamente tengo un hijo y ese hijo se llama Luke Hammett.

—Hijo el cual tiene una novia y fuiste capaz de acostarte con ella y tener relaciones.

—Sabes... Mejor vete de la casa, ¿Sí?— Ray parecía alterado, —Hoy tuve un largo día y necesito descansar.

—Si no te haces responsable del bebé de mi hermana...— Jude vacío el Whisky y coloco el vaso de vidrio vacío sobre el suelo, —Yo misma me encargare de hacerte perder tu reputación y generar un escándalo.

Jude se levanto y se dirigió a la salida, antes de salir completamente se llevó una mano a la frente y se dió varios toques. Ray entendió que le estaba queriendo decir que pensada bien las cosas.

*

Clarisse Haldorn se pone su pijama y se acuesta en la cama. Luke a su lado duerme profundamente y ella lo observa de manera melancólica, ¿Acaso Luke se merecía ésto?

Luke era un buen chico, tenía bonitos sentimientos y un gran corazón. Ella no había aprendido a valorar el regalo que la vida le dió.

—Buenas noches, mi amor.— Murmuró Luke, poniendo cara de bebé y cerrando sus ojos nuevamente.

—Descansa.— Le dijo ella y aunque tenía el anhelo de decir 'Te amo' sabía que seria una hipocresía de su parte.

Al amanecer ella despertó y ya Luke no estaba en la cama. Mientras sus ojos se iban acostumbrando a la luz del sol que se filtraba por la ventana, logro visualizar un papel en la cama. Era una carta.

«Mi amor tenía que salir temprano. Te quería despertar para avisarte. Pero estabas durmiendo profundamente y debo admitir que te veías tierna y hermosa. Me levante y prepare el desayuno. Te deje pan tostado y café en la cocina. Te amo.»

—Luke Haldorn.

Las lágrimas comenzaron a manar de los ojos de Clarisse y de manera lenta se deslizaban por sus mejillas. Estaba arrepentida por lo que había hecho y en el fondo sentía que ella nunca se perdonaría lo que hizo.

Al cabo de dos horas, Clarisse se presentó nuevamente en la oficina de Ray Hammett. Él ya le había dado órdenes específicas a Dora para que la dejara entrar.

—Buenos días.— Saludo Dora con cordialidad, —El CEO Ray Hammett la está esperando en su oficina.

—Gracias.— Dijo Clarisse con gratitud.

Al entrar él la estaba esperando en su silla de mecanismo basculante. Tenía una vestimenta mucho más elegante que la anterior. Ella se sentó y cruzó una pierna por encima de la otra.

—¿Vas a aceptar el dinero?— Preguntó él.

—No.— Nego ella, moviendo la cabeza.

—¿Para qué viniste?— Él observó la hora en su lujoso reloj colocado en su muñeca, —No quiero perder el tiempo y tengo cosas más importantes que hacer.

—¿Estás considerando que nuestro bebé es una perdida de tiempo?— Preguntó ella.

—¡Cállate!— Dijo Ray de manera silenciosa. Pero con una brusquedad que provoco nerviosismo en ella, —Luke o Chanel pueden entrar y escuchar.

—No aceptare tu dinero. Tú te tienes que hacer cargo de este bebé que viene en camino.— Clarisse se froto el estómago con suavidad.

—De acuerdo.— Dijo él con tranquilidad. Clarisse había comenzado a sonreír, —Pero con una condición.

—¿Cuál?— Preguntó ella y su sonrisa se había desvanecido.

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