Capítulo dos

Luke estaba en la entrada de la oficina y estaba esperando una respuesta. El tenía una elegante vestimenta y su cabello negro estaba perfectamente arreglado.

—Luke.— Ray formo una sonrisa cordial, —Adelante.

—¿De qué no me puedo enterar?— Preguntó el nuevamente.

Clarisse se estaba mordiendo el labio inferior con meticulosidad y nerviosismo. Todavía no era capaz de mirar a Luke a la cara ni tampoco tenía la capacidad de darle una respuesta coherente.

—Solamente no queremos que te enteres de la felicidad que siento de que renovaré votos con tu madre.— Mintió Ray. Luke frunció el ceño.

—¿Y por qué no quieres que me entere?— Luke estaba serio.

—Es solamente un decir de tu padre.— Comentó Clarisse, —Se refiere a que no sepas que él se siente feliz hasta que tú mismo lo veas en el altar, renovando votos matrimoniales con tu madre.

Ray asintió con tranquilidad. Luke asintió de manera comprensiva, entendiendo a lo que se refería.

—Me alegra verte por aquí.— Dijo Luke y se acercó a Clarisse para besarla. Ella no rechazo el beso; sin embargo, en su interior sabía que no merecía ese beso.

—Yo también.— Añadió ella.

—Te agradezco por tu cordial visita, Clarisse.— Dijo Ray, —Pero necesito que me dejes a solas con mi hijo. Necesito hablar unas cosas importantes con él.

Clarisse asintió. Pero su mirada de ojos negros estaba enfocada en el rostro de Ray, ¿Acaso no se haría responsable del bebé que llevaba en su vientre? Ya que no obtendría respuesta, decidió salir del lugar, cerrando la puerta detrás de ella.

—¡Dime que Luke no escucho nada con respecto a tu...!—

Clarisse se llevó el dedo índice a sus labios. Jude estaba a punto de decir algo que no debía y que no convenía debido a la gran cantidad de empleados en el pasillo.

—No, Luke por suerte no escucho nada de nuestra conversación.— Contestó Clarisse, —Vamos a salir de aquí para hablar mejor.

Ambas se habían dirigido al pie de unas escaleras. Pero sabían que se demorarían demasiado para llegar a la planta baja. Por lo tanto, decidieron tomar un ascensor.

—¿Estás segura de que Luke no escucho nada?—  Preguntó Jude, después de que ambas salieran del enorme edificio.

—No tengo ni la menor idea. Ray me estaba diciendo que nadie ni Chanel ni Luke se podían enterar de ésto y en ese momento Luke llegó.

—No puede ser.— Dijo Jude llevándose su mano a modo de preocupación sobre su cabeza. Un mechón de su cabello negro cayó sobre su frente, —¿Crees que estaba detrás de la puerta?

—No lo sé.— Contestó ella con preocupación, —No tengo ni la menor idea de cuánto tiempo llevaba Luke detrás de la puerta o si llego a la oficina en ese preciso momento.

—¿Cómo fue su actitud?— Preguntó Jude, tomándola de los hombros con las palmas de su mano, —¿Cuál fue su reacción al verte?

Clarisse se quedó en silencio, pensativa. Ella comenzó a recordar el momento en que Luke llegó y recordó su mandíbula tensa y su mirada seria. Pero después recordó que él simplemente se le acercó para darle un beso.

—Luke estaba serio. Pero después me saludo y me dió un beso.— Contestó Clarisse.

—¿Crees qué ya sepa lo que pasó entre tu suegro Ray Hammett o no lo sabe?

Clarisse se quedó en silencio. Si Luke ya sabía lo que había pasado entre su padre Ray Hammett y ella, había una alta posibilidad de que en este momento padre e hijo estuvieran discutiendo en medio de la oficina.

—Puede que no.— Contestó Clarisse, —Pero no me puedo imaginar lo que podrá pasar cuando la verdad salga a la luz.

—Tú perderías tu relación y Ray Hammett perdería su prestigio y reputación.— Comentó Jude.

—Me arrepiento demasiado de aceptar esa cita con mi suegro.— Clarisse sonaba arrepentida y por su tono de voz era casi sencillo identificar un sentimiento triste, —Nunca pensé que ésto acabaría así.

—No fue tu culpa.

—¡Claro que sí!— Exclamó Clarisse, quitando de manera brusca las manos de su hermana que estaban sobre sus hombros, —No tenía que haber ido a esa cita. Pero es que no le ví nada mal el plan de salir a charlar un rato con mi suegro.

—Vamos a llevarte hasta tu casa.— Dijo Jude en un tono de voz calmado, —¿Quieres qué me quedé está noche?

—No.— Clarisse movió la cabeza de un lado a otro, —Esta noche necesito estar sola. Necesito llorar sola.

—Te entiendo.— Dijo Jude.

Al llegar hasta la casa, Jude se despidió de su hermana, dándole un abrazo y secando las lágrimas rebeldes que estaban esparcidas por todo su rostro.

—Te veo mañana por la mañana y si necesitas algo no dudes en llamarme.— Dijo Jude antes de liberar a su hermana de su abrazo.

Clarisse y apenas logro formar una sonrisa melancólica, observó a su hermana desaparecer en el camino. Entro al interior de su casa y tenía que reconocer que se sentía más segura, más calmada y con la libertad de poder desahogarse y liberar cada una de las cargas que tenía dentro de su corazón.

«No puedo esperar el día en que te vaya a pedir la mano y que me concedas el privilegio de ser tu futuro esposo.»

«¿Sabes? Nunca en mi vida pensé que conocería a una chica tan linda como tú. Eres lo mejor que el mundo me pudo haber regalado.»

«No quiero perderte y sabes que pasaría si te pierdo, lo perdería todo. Tú llegaste a mi vida, cuando mi alma estaba rota en mil pedazos y con tan solo el brillo de tu mirada contruistes lo que alguna vez yo pensé que nunca seria reparado.»

Clarisse se había tirado sobre la cama, envuelta en sábanas, estaba recordando las palabras más hermosas por parte de Luke. Él no merecía ésto y ella tenía que reconocer que no era merecedora de un corazón tan noble como el de Luke.

—Te falle, Luke.— Dijo ella con la voz entrecortada, —No mereces a una mujer como yo.

Finalmente, después de unas horas de llanto y de humedecer la sábana con lágrimas. Ella se sentía liberada, bueno al menos su corazón sí. Pero su mente todavía tenía la carga de consciencia por lo que hizo.

—Necesito comer.— Se levantó y se dirigió hasta la cocina. Por una pequeña ventanilla logro visualizar que ya era de noche, ¿Cuánto tiempo había estado llorando? La respuesta no le importaba en nada, solamente quería retroceder el tiempo y no aceptar la invitación de su suegro el CEO Ray Hammett.

Clarisse está buscando en el refrigerador algún alimento que se pueda preparar rápido: Cereal y leche era la combinación perfecta y podía añadirle algunas avellanas.

—Clarisse.— Alguien estaba llamándola y ella sabía quién era.

Era él.

Ray Hammett.

Él estaba afuera y estaba tocando la puerta de su casa. Pero para que había venido a estás horas de la noche, ¿Acaso quería decirle que Luke ya sabe todo o le venía a decir que se haría cargo del bebé?

Clarisse abrió la puerta y ahí estaba él, Ray Hammett. Elegante en su traje blanco con corbata negra, mirada de ojos verdes y cabello casi blanco en su totalidad.

—Puedes entrar.— Dijo ella, cerrando la puerta después de que Ray entro, —¿Qué me quieres decir? ¿Ya Luke sabe la verdad?

—No.— Contestó Ray. Ella sintió una chispa de tranquilidad dentro de su ser, —Te quiero proponer un trato.

—¿Cuál?— Clarisse elevó una ceja.

—¿Cuánto dinero quieres a cambio de que te vayas lejos de mi familia o para abortar ese bebé?

Clarisse se tomo esa pregunta como una broma. Pero la mirada seria de Ray Hammett le estaban confirmando que esas preguntas si eran enserio.

—¿Te volviste loco, Ray?— Preguntó Clarisse molesta.

—Es la única manera para que ésto no salga a la luz.— Dijo él, llevándose la mano derecha al puente de su nariz, —¿No sabes el escándalo que ésto podría ocasionar?

—Soy consciente del escándalo que se puede armar, Ray.— Comentó ella, —Pero porque no fuimos conscientes de que lo que estábamos haciendo no era correcto y que lastimaría a una persona y no cualquier persona...

—Luke no se merece ésto.— Ray la interrumpió, —No quiero que mi hijo sufra y sepa que su propio padre por una simple tentación se terminó acostando con su propia novia.

—¿Y tú crees que eso a mí no me duele? Mira...— Ella señaló sus propios ojos. Tenían signos claros de haber llorado por horas, —Llore por horas y todavía siento la culpabilidad en mi consciencia.

—Tenemos que tomar una decisión.

—¿De qué decisión estás hablando?— Pregunta ella.

—Para bien o para mal.— Ray saco un cheque y un bolígrafo de su bolsillo y de manera cuidadosa lo coloco en el brazo de un mueble.

—¿Qué crees que haces?

—Anota la cantidad que quieras, este cheque es para que te vayas lejos de mi familia o para que abortes ese bebé.

—Yo no puedo hacer eso.— Dijo ella.

—Y hasta que no coloques una cantidad de dinero en este cheque, no pienso irme de este lugar.— Dijo Ray con seriedad y después se sentó en el mueble con una mirada fría.

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