—¿Acaso me evitas? Vamos a charlar un poco —dijo Vicente con un mohín.—¿De qué quieres hablar? —respondió Mariana con indiferencia, dispuesta a tomar una vez más su copa.Vicente le interceptó el paso y le quitó la copa de la mano.—Señorito Sandoval, usted no puede beber —le recordó Mariana.Aún tenía las heridas sin sanar.—Pero ¡qué aburrido sería! —se quejó Vicente, con un gesto de disgusto.Venir a este tipo de lugares era para beber.Mariana le acercó una bebida sin alcohol. —Pruebe esto.—No, gracias —replicó Vicente, empeñado en beber alcohol.Frunciendo el ceño, Mariana le advirtió: —Si se abre la herida, tendrá que ir al hospital.—No importa, ¿acaso no me tienes tú para cuidarme? —dijo Vicente, sonriendo con picardía.Mariana se sintió inquieta.Detrás de esa sonrisa aparentemente inocente.Vicente parecía estar acercándose cada vez más.Decidió dar por terminada la conversación y se alejó de él.Lo que Mariana desconocía era que Walter, desde la distancia, les observaba co
Mariana se quedó perpleja al escuchar esa pregunta.Era tan directa.Pero pronto se calmó. Después de todo, había crecido en el extranjero.Las costumbres y formas de ser en aquel país podía ser más abiertas y directas.Recordaba una vez, cuando fue a una floristería en el extranjero, un hombre muy atractivo le compró las flores y se las regaló, diciendo que era muy bella.Este tipo de coqueteo tan directo era algo que Mariana no había experimentado antes.Pero eso no era lo importante. Lo importante era...—Señorito Sandoval, yo soy la ex esposa de su hermano —dijo Mariana—. ¿Acaso ha perdido el juicio?Vicente ladeó la cabeza. —¿Y qué más da? Ya estamos divorciados, ¿no? —respondió con naturalidad.Mariana chasqueó la lengua. Vaya que este hombre era abierto.¿Cómo se atrevía a coquetear con la ex esposa de su propio hermano?Lo importante era que la relación entre Walter y él era buena. No eran enemigos como Walter y Manuel...—No me gustaría ver cómo ustedes se enemistan por una mu
Creía que tendría mucho miedo del mar.Pero ahora no parecía tan terrible.Sin embargo, si tuviera que nadar...Mariana agachó la cabeza mirando el insondable océano y no pudo evitar tragar saliva.Todavía le daba miedo.Si se cayera, probablemente volvería a sufrir un colapso y quedar paralizada, como aquella vez.Al pensar en caer al mar, inmediatamente apartó la cabeza de mirar la superficie del mar.¡Ding!Sonó su teléfono.Era un mensaje de WhatsApp de Yolanda.Yolanda: [¡Lamento no haber podido ir contigo a la fiesta del crucero! ¡Espero que te lo pases genial, Mari!]Mariana sonrió.Entonces llegó otro mensaje de Yolanda.[He oído que Walter y Jimena también fueron. ¡Si esos traidores te molestan, no te cortes! ¡Sobre todo con esa víbora de Jimena, si puedes, ¡abofetéala! Después de todo, ella se robó tu matrimonio y todavía finge ser la víctima.][Mari, en vez de amargarte, ¡mejor vuelve loca a los demás! Por mucho que importe la dignidad, tu felicidad es lo más importante. ¡Ha
El hombre bajó la mirada hacia el rostro de Mariana.Ella se giró y vio cómo aquel hombre se alejaba, retirándose.Mariana quitó la mano que él tenía sobre su hombro y dijo con tono sereno: —Gracias, señor Guzmán.—No hay de qué —respondió él, con voz grave.Mariana bajó la mirada, dispuesta a irse. Entonces, Walter la llamó: —Mariana.—Sí —Mariana lo miró, con una expresión demasiado tranquila.—Anoche, en el banco del paseo, ¿qué querías decirme? —después de volver, Walter había estado dándole vueltas a eso mucho tiempo, pero no lograba imaginar qué podría querer decirle Mariana.Mariana se mordió el labio, su mirada se volvió más profunda. —Aquí hay mucha gente, no es apropiado hablar de eso. Además, en unas pocas frases no podría explicarlo todo.—¿Es algo muy importante?— preguntó Walter.Mariana soltó una risa ahogada. —Para mí, sí. —porque ella casi había llegado a dar su vida por ello.Pero para él...—No sé si para ti también sea igual de importante —Mariana esbozó una sonrisa
Mariana lanzó una mirada cautelosa a Jimena.Jimena arqueó una ceja: —No voy a hacerte nada, esto es una fiesta, hay gente por todas partes.Mariana se encogió de hombros, no tenía miedo.Mariana y Jimena tomaron asiento juntas.Jacob, bebiendo, observaba el paisaje desde un costado, echando de vez en cuando un vistazo a las dos mujeres.Jimena se sentó frente a Mariana, con los brazos cruzados, con aire de gran dama.Mariana se reclinó en el respaldo de la silla, con elegancia y serenidad.Su atuendo de hoy era mucho más elegante y atractivo que el de Jimena, y sumado a la belleza de Mariana, quedaban en una clara desventaja.Pero a Jimena ya no le importaba eso.Silencio.Jimena fue la primera en hablar: —Quería hablarte del secuestro de Walter.Mariana se quedó por un momento perpleja.Porque en todos estos años, nunca había hablado de ese asunto con Jimena.Jimena le preguntó a Mariana con una sonrisa: —¿Es que durante estos años no has hablado con Walter sobre cómo lo rescataste?
Jimena suspiró profundamente y apuró el contenido de su copa de un trago.Mariana realmente no comprendía a Walter en absoluto.Walter también tenía sentimientos.—Mariana, te voy a contar por qué Walter permanece a mi lado. Por qué te ha estado mimando sin reservas todos estos años —Jimena miró a Mariana con intensidad.¿Por qué Walter había insistido tanto en divorciarse de ella, Mariana, y casarse con Jimena?Mariana esperó a que Jimena continuara.Jimena sonrió. —Es por ti.Mariana frunció el ceño.¿Por ella?¿Por qué?Jimena se inclinó ligeramente hacia adelanteLas palabras a punto de salir de sus labios, cuando de repente la banda cambió la melodía y el ambiente se animó.Jacob se acercó y apremiadamente levantó a Jimena. —No sigas bebiendo, vamos a bailar.Cuando Mariana levantó la vista, Jacob ya se había llevado a Jimena entre la multitud.Jimena lucía molesta y vociferaba: —¡Jacob, tengo algo importante que hablar contigo!—¿Qué podrías tener que decir que no sea causar prob
Mariana se dio la vuelta, dispuesta a irse de aquella cubierta de lujo y desenfreno. Entonces escuchó a alguien preguntar en voz baja: —¿De verdad ha venido el señor Guzmán?—¿Qué tipo de mujeres le gustan al señor Guzmán? Si esta noche no logro subir a su cama, mi madre me matará, así que no puedo cometer ni un solo error...En la entrada del pasillo de seguridad, una chica joven con ropa provocativa estaba hablando por teléfono.Mariana se mordió el labio, la luz era tenue y ella se escondía en un rincón.La chica continuó: —Dicen que la ex esposa y la novia actual del señor Guzmán están en el barco, así que esto se me va a complicar mucho. ¿Podrías ayudarme?—Papá, yo... yo... —la llamada se cortó.La voz de la chica sonaba entrecortada.Mariana entrecerró los ojos, de esas frases había captado información importante. Sus padres la estaban vendiendo.Mariana tosió suavemente.La chica se giró de inmediato.Aunque Mariana no podía ver bien su rostro, ella sí lo veía con claridad: ten
—¿Por qué te resistes tanto a mí solo porque soy amigo de Walter? —Vicente se interpuso en el camino de Mariana.Mariana asintió. —Tú sabes por qué. Además, no estoy interesada en un hombre más pequeño que yo.Incluso salir con alguien maduro como Walter la cansaba, mucho menos con un hermano que no era juicioso y todavía no se había asentado.—¿Acaso es mi culpa ser más joven? Solo nací unos meses después que tú —Vicente extendió los brazos bloqueando el camino de Mariana, retrocediendo para quedar frente a ella.Mariana suspiró con resignación. —Vicente, cuidado, hay gente detrás de ti. Aquí había mucha gente, caminar así no era seguro.—Hermanita, me duele —Vicente suspiró, sujetándose el estómago.Le dolía el área golpeada, pero más le dolía en el corazón.Mariana lo miró con disgusto.Vicente observó la espalda de Mariana mientras intentaba alcanzarla, pero alguien se interpuso en su camino.Vicente frunció el ceño, con desagrado en la mirada, luego se sentó en el sofá. —¿Qué pasa