—Eso les pasa por meterse en la vida de los demás, si no se hubieran puesto en esas nada de esto. Pero bueno —Gera se cruzó de brazos.
—Ay… No pues, la que no hizo nada —renegó Claudia.
—Sí… Aquí todas tenemos la culpa, fuimos a traer a la chica esa y después no ayudamos a Tomás cuando peleó con Gabriel, pero bueno, eso ya pasó. El pobre Tomás cambió desde ese día, como extraño al viejo Tomás —soltó Keidys.
—Mejor cambiemos de tema, nos estamos deprimiendo aquí —pidió Claudia.
—Sí… mejor hablemos de la salida —recomendó Gera.
Llegaron al supermercado y muy emocionadas comenzaron a meter en el carrito de la compra paquetes grandes de papitas, gaseosas, cervezas y muchas cosas más.
—¿No crees que eso es mucha carn
—Así que ustedes también van a salir —le dijo Keidys a Josef cuando lo vio empacar una maleta emocionado.—Sí, prácticamente lo hicimos por Tomás, nos preocupaba mucho —explicó Josef.—¿Y a dónde irán? —interrogó Keidys curiosa.—Es un secreto de grupo —dijo Josef, Keidys hizo mala cara, eran las mismas palabras que ella había utilizado cuando él le preguntó sobre el plan de las chicas.—Perfecto, yo también me voy —Keidys soltó una pequeña carcajada y tomó su maleta.—Oye. Solo no vayan a hacer tantas locuras —pidió Josef.—No, al contrario, cuando te cuente lo que hicimos te vas a emocionar y me vas a amar más de lo que lo haces ahora —dijo la joven y Josef quedó muy curioso.—Los planes de ustedes me asust
—Están haciendo carne frita —soltó Mateo emocionado.—Aquí la cuestión es de hambre, por el tonto este no compramos nada. Vamos, no sean malas, seguramente hicieron bastante —dijo Tomás emocionado. Ellas se impresionaron al ver que se comportaba como el mismo alegre de siempre.—No, esperen —soltó Keidys al ver que los chicos se encaminaron a la cocina a buscar comida y lo peor, el grupo lo encabezaba Tomás.Así fue como Tomás al pasar por el comedor se detuvo en seco al ver a Marisol sentada muy tranquila tomando un vaso con gaseosa. Ella casi se atraganta al verlo ahí.—Marisol —soltó Tomás impactado.—¡Hola…! ¿Qué haces aquí? —saludó Mateo como si nada. Quería que no se formara un momento incómodo entre el grupo.Las chicas entraron al comedor
—Nunca había visto a una persona tan tonta, dejar ir semejante lotería. Esa se va a arrepentir después, ya verás —le dijo Keidys a Alejandra.—Bueno, lo importante es que nosotras hicimos lo nuestro, esa fue la elección de ella. Te apuesto a que ella tiene a otro donde vive, porque dejar ir a Tomás —Alejandra no dejaba de ver cómo la camioneta se hacía pequeña en la gran carretera.—Ni idea.Josef y Santiago se miraron las caras:—¿Crees que fue bueno dejarlo ir? Debe de estar destrozado con lo que hizo Marisol —dijo Santiago.—Por algo se fue ¿no crees? —respondió Josef cruzándose de brazos..—¿Estás segura de lo que hiciste? —le preguntó Claudia a Marisol cuando estaban enceradas en el cuarto.—Claro que sí, no quiero dejar ningún
Alejandra estaba con Noelia y Gera en el restaurante de Claudia comiendo de lo más alegres.—Ay sí, vamos a ver esa película, digámosle a Keidys, ama esa saga —dijo animada Alejandra.—Compramos los vestidos para la fiesta de Tomás y después nos vemos la película, ¿qué les parece? —sugirió Noelia alegre.—Sí, pero Keidys nos va a matar si hacemos ese plan hoy. Si quieres la llamo —dijo Gera.—Voy a llamarla para que nos espere en el centro comercial —Alejandra sacó el celular de su cartera y comenzó a llamar a su amiga.En aquel momento Noelia pudo ver que en el restaurante estaba Marisol comprando algo, rápidamente se acercó a ella para saludarla.—¡Marisol! —se alegró.—Hola, ¿cómo estás? —saludó Marisol.&mdash
Santiago estaba con Keidys frente a Marisol analizando la situación.—Quieres quedarte aquí —soltó Santiago.—Pero, ¿por qué ahora? —inquirió Keidys. Ella por dentro lo sabía, todo ese tiempo lo supo, solo quiso analizarla.Marisol rodó la mirada por la gran oficina, ¿tenía la fortaleza para sincerarse?—Allá están tus padres, aquí no tienes nada —dijo Santiago.—Claro que sí tengo y mucho —explicó Marisol.—Haber, danos una buena razón para dejarte aquí —pidió Keidys bastante seria.—Pienso que es más económico estar aquí, me parece muy pesado el que yo esté viajando periódicamente, aquí tengo mi apartamento cerca de la oficina —trató de explicar.—Haber, nos conocemos fuera de
—Es que ayer discutí con Alejandra. Estaba de mal humor y criticaba todo, hasta se metió con la relación de Tomás y Marisol, la trató muy mal a ella. O sea, no estaba presente, pero decía de cuanta cosa de la pobre y eso me enojó, le dije que dejara de criticar y eso se puso furiosa, terminamos discutiendo, ella se fue de la casa y hasta ahora no hemos hablado —contó Keidys, tomó un respiro—. Lo que me preocupa es lo que dijo Josef anoche, que tal vez es que Alejandra está decayendo otra vez a…—¿A qué? —preguntó Gabriel comenzándose a asustar.—Pues ¿a qué más Gabriel?—Vamos, sabes que soy un poco lento para entender a Alejandra, unas veces está de buen humor y otros días parece una fiera. Por eso me limito a no decirle nada y esperar a que se le pase —explicó Gabriel.
Alejandra se miró en el espejo, ese día era el cumpleaños de Tomás, pero, también sería el día que hablaría con Gabriel sobre su relación. También tenía la fecha en la que viajaría a casa de sus padres, enfrentaría todo lo que la tenía en aquella depresión. Había creado toda una lista de las cosas que debía de hacer que eran las causantes de aquel sentimiento amargo.Llegó a la fiesta y saludó a Keidys que estaba emocionada porque la fiesta para Tomás quedó perfecta.—Amiga, no sabes lo que tuve que pelear con Tomás para que me dejara planear todo. Es que sus otros cumpleaños quedaban horribles, todos sencillos, era una cosa fea —dijo Keidys.—Josef, debes de hacer que Keidys no se meta tanto en la vida de los demás —chistó Alejandra.—Créeme que
Josef estaba aburrido de escuchar a Keidys todo el camino, llegaron al cuarto y ella se estaba quitando los tacones mientras hablaba sobre los planes que tenía de una supuesta reunión familiar que iba a hacer.Josef caminaba por el cuarto tratando de dormir a Luis Ángel que estaba en su regazo, pero claro, con esa habladuría se le hacía imposible. La nana entró al cuarto:—Señor Josef, yo duermo al bebé —se ofreció.—No nana, gracias, quiero dormir a mi hijo. Solo que alguien no me deja —miró a su esposa.—¿Qué pasó conmigo? —preguntó inocente.—Amor, baja la voz, el bebé no se puede dormir por lo fuerte que hablas —le pidió.—Ah… No sabía —Keidys se dirigió al baño.—Señor, téngale paciencia —dijo la nana entre