33. ...A SARAH NO LE FALTARÁ NUNCA EL AMOR...
—¡Hola, amiga! Otra vez yo —saluda Delci por teléfono a Sarah.
—¡Hola! ¿Qué se te olvidó contarme hace una hora? —pregunta Sarah en medio de risas.
—Boba. Esta vez te llamo, porque me acaban de informar que hay un nuevo programa para mujeres embarazadas en el hospital y quizás, te interese participar en él.
—¡Oh! ¿De qué trata?
—Según escuché por los pasillos, es como un curso para enseñar técnicas a las mujeres gestantes para estar lo mejor preparadas, física y psicológicamente, a la hora del parto.
—¡A
34. ¿QUIERES DECIRME MAMÁ?Esa semana, Marcos y Sarah van al curso pre- natal en las mañanas; luego el hombre, lleva a su esposa a casa y parte al trabajo, dejándola en compañía de su mamá.Los ruidos venideros de la casa de al lado, continúan y aunque Marcos ha revisado varias veces, no ha hallado a el o los causantes de dicho acto.Con respecto al servicio de controladores de plaga, agendó una cita para el fin de semana, así que espera que ellos den con el motivo.Una tarde de viernes, la señora Miller recibe una llamada para asistir a un torneo de juegos de mesa, cerca a Villa Hope.La mujer mayor no quiere ir, por no dejar a Sarah y a Simón solos, ya que Marcos está trabajando.—Ve a tu torneo, mamá —la ani
35. ¡SUENAS A MI PAPÁ!—Cielo, te contaré... — Sarah toma de la mano a su esposo y lo lleva al sofá, donde hace que se siente. Luego, se sube ella en su regazo—. Estábamos en el patio y escuchamos los mismos ruidos de siempre venir de la casa, pero también, escuchamos el maullido de un gatito y fuimos a mirar. Su mamá estaba muerta, quizás envenenada o golpeada y él estaba solito...Marcos sigue sin cambiar su expresión»—¿Nos lo podemos quedar, por favor? —pregunta Sarah colocando sus manos juntas, en señal de súplica y hace su mejor puchero con la boca.—No, ese animal no se quedará en esta casa.—Cielo, por favor. Será nuestra mascota y la de los niños. Simón está muy emocionado y...—Ya dije que no —Marcos la interrumpe.—¿Por qué?—No me gustan y no insistas —le responde él, c
36. ¿ESTARÁS CONMIGO?Medio sentada por las almohadas en su espalda, Sarah mira a los ojos a su esposo que, sin desprender su mirada de ella, succiona uno de sus pezones y le hace sentir palpitaciones en su sexo. La chica trata de recordar lo rabiosa que estaba con él hace unos minutos atrás, pero solo logra gemir cuando su esposo cambia de pezón y succiona con fuerza, haciéndola arquearse de placer.—La instructora del curso habló de la estimulación de los senos para la lactancia —menciona con picardía el hombre, dejando de chupar unos segundos y masajeando los dos senos a la vez.—Ajá y tú eres muy obediente.—Claro, yo siempre sigo las instrucciones —Sarah rueda los ojos, ocultando una sonrisa—. También debemos practicar eso de la flexibilidad para el parto —dice separándose y se arrodilla en la cama.—Ni me hables de eso, que t
37. ESTO ES TU CULPALa feliz familia parte en el carro directo a una veterinaria, para empezar con el primero de sus planes de aquel día.Lina, aprovechando la soledad de la zona, cruza la calle y visualiza a través de las ventanas, hacia el interior del hogar.Rodea uno de los costados de la vivienda y mira adentro del cuarto de la pareja. Intenta entrar, pero como es de esperarse, todo está asegurado. Enfoca la vista en la cuna que está lista para recibir a la pequeña bebé y sonríe con malicia.Ellos le arrebataron a su hijo, ese niño que ella robó, pero que llegó a apreciar como si hubiese salido de sus entrañas.No ha tenido mucha información de Leonardito desde que tuvo que huir y sabiendo que debe esperar un poco más para su cometido,
38. ...QUE VENGA LA SEÑORITA GENEROSIDAD.—¡Mierda, Varela! ¿Por qué hiciste eso? —Oliver exclama con rabia, limpiándose la camisa manchada de chocolate.—Lo siento, señor; pero escuché que usted sufre de diabetes y eso que se iba a comer, tiene mucha azúcar.—¿Diabetes? ¿Quién carajos dijo esa estupidez, Varela?—Lo... Lo escuché en los pasillos, a uno de mis compañeros. No me diga que es mentira, señor.—¡Claro que es mentira! —exclama Oliver, haciendo que su voz resuene en el pasillo. La oficial Deep que está en su oficina se asoma al igual que Jones.—¿Qué pasó, jefe? —pregunta el oficial Marcos. Michelle se recuesta en el marco de su puerta y solo se limita a mirar.—Que aquí Varela me tiró la torta, porque cree que soy diabético y no, yo soy un hombre sano... E
39. ... TÚ DEBES SER VARELA.Aún es de madrugada, cuando Sarah despierta al sentir que los brazos de su esposo se separan de ella y el pitido fastidioso de la alarma, resuena por el cuarto.—¿Ya te vas, amor? —le pregunta adormecida.—Sí, mi vida, voy a alistarme —Marcos la besa en los labios y en la cabeza antes de salir de la cama. Sarah intenta levantarse, pero él vuelve a la cama y la hace acostar nuevamente, colocándole una almohada en su espalda para que se mantenga cómoda de medio lado—. Sigue descansando, te aviso cuando esté listo para irme.Sarah somnolienta asiente y se deja llevar por el sueño nuevamente.Un rato después, sus sentidos empiezan a despertarse; percibe el olor al perfume de Marcos y escucha su voz en susurros. También los movimientos de la bebé, la hacen volver al mundo real. Con l
40. ... ÉL ESTÁ LIBRE.—No puedo creer que haya dicho eso —pronuncia Charlotte, mirando a Varela, a través de la ventana—; entonces Deep tiene razón.—Así es, mamá. Michelle tiene razón —Sarah también dirige su mirada hacia la araña venenosa como decidió llamar a Varela, la misma que está en su auto con la cabeza agachada, leyendo algo en su beeper."Lo logré. Él está libre.", dice el mensaje.Valera levanta el rostro de su mensáfono y se encuentra con los ojos de Sarah; una mirada con lo que parece un toque de miedo, es percibida por la embarazada.°°°Es medio día y como es habitual, Sarah recibe a Simón cuando este, llega de la escuela. Varela se mantiene en su auto observando desde la distancia.—¡Mami! —Simón corre por las escaleras del porche, para ser abrazado p
41. SERVIRÁ DE DISTRACCIÓN.Varela está concentrada mirando hacia la antigua y la actual casa Jones, cuando un golpe a la ventanilla del lado opuesto al que mira, la hace gritar.—Hola, Varela.—¡Oh, Marcos! —exclama la nerviosa chica, tocándose el pecho.—Lo siento, te asusté.—Sí, no pensé que vendrías a estás horas —dice Varela, mirando con preocupación a todos los lados.—Sí, logramos concretar la misión hace unas horas y me vine de inmediato.—¿Y tu auto?—Me quedé varado dos cuadras atrás y vine caminando lo que faltaba de camino.—Ah.—¿Y cómo te fue a ti? Pensé que estarías dentro de la casa.—Tu esposa me echó.—¿Qué? ¿Por qué?—Creo que mal interpretó algo que dije —s