Capítulo84
Sergio solo sentía una rabia contenida:

—¡Pues, si quiere irse, que se vaya!

Al escuchar esto, Sofía dejó de sollozar y, en cambio, levantó muy agradecida la cabeza y lo miró con una expresión lastimera:

—Entonces, ¿realmente puedo quedarme en tu casa?

Sergio le acarició con suavidad la cabeza y le dijo:

—Enviaré a Jaime a tu universidad para recoger tus cosas. No es conveniente que te quedes allí mientras te recuperas, así que quédate en casa.

Sofía aspiró por la nariz, se acurrucó con ternura en los brazos de Sergio y murmuró:

—Gracias, señor Blanco...

El secretario Martínez, que observaba muy atento la escena, frunció el ceño. Como buen observador, él podía ver con claridad que Sofía estaba fingiendo, pero Sergio no notaba nada extraño al respecto.

Esa misma noche, Marina llamó a una empresa de mudanzas y sacó todas sus pertenencias de la casa de Sergio.

Sergio ayudó a Sofía a entrar. La decoración interior había disminuido considerablemente, lo que le daba un aire desolado al l
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