—¿Quién lo hizo?—Se dice que después del incidente, la comisión disciplinaria vino a la universidad a investigar. Y descubrieron que fue una chica llamada Lorena López quien lo hizo, y esta chica es amiga de la señorita Quiroga.Sergio frunció el ceño. Jaime le dijo: —Señor, tal vez este asunto tenga algo que ver con la señorita Quiroga. ¿Deberíamos seguir investigándolo?Sergio se frotó las sienes. Siendo difamada y acosada, Marina no le había mencionado nada sobre este asunto tan grave. ¿Acaso en el corazón de ella, él era tan insignificante?—La comisión disciplinaria ya tiene la conclusión, así que no es necesario seguir investigándolo —dijo Sergio con indiferencia. —Dile a Sofía que se relacione menos con esos estudiantes, no quiero que la lleven por el mal camino.Jaime dudó, pero al ver la expresión de Sergio, solo pudo responder: —…Sí, señor.…Marina llevó a Regina al edificio dos. Regina no esperaba que Sergio las escuchara a escondidas y que el asunto se complicara:—¡Es
Fabiola había descubierto lo ocurrido la noche anterior y había montado un escándalo en casa.En los Sánchez tampoco había paz; Sandra siempre había querido ver a Marina caer. La noticia de que Sergio había abandonado a su esposa legítima para irse con otra mujer en la fiesta de los García, se había difundido por todo el círculo social.Al mediodía, Daniel casi la dejó sin batería de tantas llamadas que le hizo, pero Marina no respondió ninguna.Cuando Jaime llevó a Marina de regreso a la casa de los Blanco, Fabiola estaba tan enojada que lanzó su taza contra la pared. Mientras Sergio estaba arrodillado en el suelo, sin decir una palabra.Marina vio que la ropa de Sergio estaba desordenada y tenía marcas de golpes por todo el cuerpo; su rostro también estaba algo pálido.—¡Marina, ya lo sabías, ¿verdad?! ¡¿Y aún así dejaste que siguieran con sus tonterías?!Fabiola estaba tan furiosa que su pecho subía y bajaba con rapidez.—A Sergio le gusta, yo no puedo hacer nada —respondió Marina c
—Así que encontraste mis palabras hirientes —Marina esbozó una sonrisa sarcástica: —¿Has considerado alguna vez que las palabras mucho más crueles podrían herirme a mí?Sergio permaneció en silencio un momento y finalmente le dijo en voz baja: —Me encargaré de ello.—No es necesario.Marina se giró para irse.—¿Por qué no me contaste sobre los rumores en la universidad?Marina se detuvo, como si hubiera escuchado un chiste: —¿Contártelo a ti?El tono de Marina hizo que Sergio se sintiera incómodo. Él frunció el ceño y le dijo: —Si me lo hubieras contado, yo…—Si te hubiera dicho que la que difundió los rumores fue Sofía, ¿me lo habrías creído?Marina lo interrumpió de manera brusca.Sergio se quedó paralizado por un momento antes de responder: —Ya le pregunté a Sofía, y no fue ella.Marina se rió con desprecio: —Entonces no tenemos nada de qué hablar.En el fondo, Sergio simplemente creía en Sofía.Marina se volteó para irse, pero Sergio la detuvo agarrándola del brazo con una ex
Al escuchar las palabras de Marina, la sonrisa en el rostro de Sandra desapareció de inmediato. Se levantó de la silla de un salto y elevó la voz:—¿Cómo? ¿Divorcio?—Sandra, ¿Por qué te sorprendes?—¿Cómo puedes divorciarte? ¡Estamos hablando de Sergio!Sandra estaba llena de incredulidad. En el pasado, Marina había estado locamente enamorada de Sergio y había hecho todo lo posible para casarse con él. ¿Cómo era posible que, después de unos pocos meses de matrimonio, quisiera divorciarse?Daniel, tras pensarlo un momento, le preguntó: —¿Es esto lo que Sergio quiere?—No, es lo que yo quiero.—¿Estás segura?Marina afirmó: —Estoy segura.Al escuchar esto, Daniel, como si hubiera tomado una decisión, le dijo: —¡Bien! ¡Entonces divórciate!—¡Idiota! ¿Cómo que divorciarse?Sandra se acercó y empujó a Daniel, gritándole a Marina: —¡Señorita, estás tomando el matrimonio muy a la ligera! Si te divorcias de Sergio, ¿qué haremos los Sánchez? ¿Cómo puedes hacerle esto a tu tío?Marina la ob
—Daniel... gracias.La voz de Marina estaba muy baja. Sabía que divorciarse de Sergio en ese momento haría que la familia Sánchez pasara por un período difícil, pero ella juró que no durarían mucho.Por la tarde, Marina se quedó en la casa de los Sánchez. Después de despachar a los familiares, Daniel la llamó al estudio.En los últimos años, él había envejecido mucho, y su rostro mostraba preocupación por ella: —Marina, ¿de verdad Sergio te trata tan mal?—No es que me trate mal, simplemente no me quiere.—¿Y tú?Marina permaneció en silencio por un momento. En el pasado, había estado profundamente enamorada de Sergio. Pero ahora, ya lo había superado.Daniel miró el rostro de Marina, le dio una palmadita en el hombro y suspiró: —Marina, te he hecho sufrir.Marina negó con la cabeza: —Daniel, hay algo que quiero discutir contigo.—¿Es sobre tu divorcio con Sergio?—No, quiero encargarme del grupo Sánchez por un tiempo.Daniel la miró con confusión, y luego le dijo: —Marina, sé que
En cuanto Lemus terminó de hablar, Marina le dio una bofetada, dejándole media cara roja de inmediato.Lemus se quedó asombrado por unos segundos, luego miró a Marina con incredulidad: —¿Te atreves a golpearme?—Te lo advertí. Si vuelves a decir una palabra más, no me culpes por darte una lección.Marina lo miró con frialdad. La ira de Lemus se encendió de inmediato: —¡Marina! ¡Tu p** madre!Antes de que Lemus pudiera terminar su frase, Marina le dio otra bofetada, esta vez con toda la fuerza. La cara de Lemus se hinchó al instante.—¡Cuida tu lengua! Antes te aguantaba por respeto al tío, pero no te confundas, no soy fácil de intimidar. Si vuelves a provocarme, ¡lo pagarás caro!La mirada de Marina se volvió aún más seria. Antes de casarse con Sergio, cuando vivía en la casa de su tío, Lemus era aún joven, pero bajo la instigación de Sandra, no le faltaron intentos de hacerle la vida difícil.O bien le rompía los cuadernos, o le robaba cosas, entre otras travesuras. Marina nunca los
—Disculpen la molestia de esta noche. Hablaré con Marina con tranquilidad —dijo Sergio, manteniendo la mirada fija en Marina, intentando descifrar sus emociones. Sin embargo, desde que llegó, Marina no le había dirigido ni una sola mirada.—Marina…Daniel quería decir algo, pero Marina ya lo entendió de inmediato: —Tío, me voy.Daniel suspiró con profundidad y le dijo: —Ten cuidado en el camino.Marina afirmó y luego siguió a Sergio hacia la salida de la casa.—Vete con tu coche, yo me llevaré el mío.Dicho esto, Marina se dirigió hacia el garaje. Sergio la agarró de la mano, con el ceño fruncido: —¿Sigues enojada?Marina no respondió. Sergio, en voz baja, le dijo: —Esta vez fue mi culpa. Perdí el control.—Sergio, ese no es el verdadero problema —respondió Marina, retirando su mano:—Hablaremos en casa.Marina se volteó y entró al garaje, mientras Sergio observaba su figura alejarse, un poco distraído.Los dos carros avanzaban uno detrás del otro por la carretera. Sergio sabía que
Ella abrió la puerta del carro y, con gran esfuerzo, logró salir. El humo blanco que salía del carro la hizo toser sin parar.Una vez, Marina vio a Sergio inconsciente en el asiento del conductor, con sangre en la sien y algunas laceraciones en su cuerpo.—¡Sergio! —exclamó Marina un poco angustiada, corrió hacia él y abrió la puerta del carro , tratando de sacarlo lo más rápido posible.—¡Sergio, despierta! ¡Despierta! —le suplicaba mientras miraba a su alrededor, dándose cuenta de que no había nadie más cerca, solo los dos carros chocados. De reojo, vio que del carro de Sergio comenzaba a filtrarse gasolina en gran cantidad, y una enorme sensación de miedo la invadió por completo. Sacudió con fuerza los hombros de Sergio con urgencia: —¡Sergio! ¡Levántate tan rápido como puedas, Sergio!El hombre arrugó un poco el ceño y, con gran dificultad, abrió los ojos para ver a Marina con una expresión preocupada frente a él. Su memoria estaba algo borrosa, pero sentía que esa cara le result