Después de un largo rato, el Señor Song finalmente habló.

"Mofei, Anyi es todavía una niña".

Shen Mofei comprendió inmediatamente lo que significaban las palabras del Señor Song. El Señor Song se mostraba reacio a entregar a su hija.

Entonces, él se palmeó el pecho para asegurarlo. "Tío, puede estar seguro de que cuidaré bien de Anyi por el resto de nuestras vidas".

"Todo el mundo sabe decir cosas bonitas". El Señor Song le dirigió una mirada fría. "Han Yichen también ha dicho eso antes, pero al final, igual lastimó a Anyi, así que esas promesas no valen nada".

Shen Mofei se quedó sin palabras.

El Señor Song suspiró y continuó: "El tiempo seguro que vuela. Todavía recuerdo cuando Anyi nació, ella era muy pequeña y ahora está a punto de ser madre. Siendo padre, no estoy dispuesto a dejarla ir".

El tono del Señor Song estaba lleno de nada más que desgana y amor por su hija.

Shen Mofei se conmovió y dijo en un susurro: "Tío, amaré a Anyi como usted la ha amado, y nunca per