El corazón de Tang Ruochu se detuvo y se hundió hasta el fondo. Sin embargo, solo pudo mantener su expresión fría. "No se acerquen, de lo contrario, sufrirán las consecuencias".

Pero ¿por qué los cuatro hombres la escucharían? En un abrir y cerrar de ojos, ya se habían acercado a Tang Ruochu. Dijeron: "Jajaja, esa amenaza no es suficiente. Esta noche, tendrás que ser sumisa y jugar con nosotros. Si nos haces felices a los cuatro, tal vez podríamos dejarte ir".

"¡En tus sueños!"

Tang Ruochu se resistió con una muy mala expresión en su cara.

Mientras ella miraba estos rostros pervertidos, su estómago se sentía muy incómodo.

Cuando ella pensó en ellos poniéndole un dedo encima, un sentimiento de asco surgió en su corazón.

Si realmente llegaran a ese punto, ella preferiría morir que dejar que le pongan un dedo encima.

"Eres bastante terca, ¿no? Pero esto solo lo hace más divertido. Jajaja, hermanos, parece que vamos a tener una noche agradable".

El hombre que estaba parado