…Una hora después…El médico que había atendido a Iván decidió que no era necesario que pasara la noche en la clínica, por lo que lo dio de alta. Rebeca estaba en la recepción, esperando que uno de los camilleros llevara a Iván hasta la salida. Ella estaba resignada a llevarlo al apartamento; lamentablemente, no le quedaba otra alternativa. No iba a aceptar, bajo ninguna circunstancia, que le hiciera daño a Diego Armando.Como era protocolo de la clínica, el camillero llevó a Iván hasta la salida en silla de ruedas. Allí se encontraba Rebeca, con una expresión de tristeza en sus ojos. Jamás se imaginó que, después de haber pasado una noche de pasión con Diego Armando, terminaría regresando a su casa acompañada de Iván.—Así me gusta, cariño, que seas obediente. Me encanta que me estés esperando aquí como una esposa abnegada, bueno, como tiene que ser en realidad —le dijo Iván mientras se levantaba de la silla de ruedas.—No puedo creer tu cinismo. Jamás, en diez años de casados, me di
La verdad salió a la luzBetty estaba en shock. No podía creer que Iván no le hubiera dicho nada a Rebeca sobre la relación que tenían. No podía aceptar que había estado engañada durante tanto tiempo. Confiaba demasiado en él; estaba tan ciega como lo había estado Rebeca cuando vivía con él.—¿Cómo? ¿Iván, tú no le has dicho nada a Rebeca? ¿Es en serio? No puedo creer que hayas estado viviendo conmigo durante un año y seas capaz de ocultarlo. —decía llorando llena de impotencia. — ¿Qué clase de hombre eres? ¿Y los planes de boda? Teníamos planes para casarnos. ¿O me vas a decir que eso también es mentira?Iván se encontraba entre la espada y la pared. No quería perder la única oportunidad que tenía de regresar con Rebeca y, además, quería liberarse del compromiso que tenía con Betty. No deseaba casarse con ella; se sentía renuente a atarse a una mujer de la cual no estaba enamorado. Ya había pasado por eso con Rebeca y no estaba dispuesto a repetir la misma historia. Además, sentía l
Después del susto que había pasado Betty con la noticia de su embarazo, salió de la sala de emergencias y en el pasillo, se encontró con Iván. Él estaba sentado en la silla de ruedas muy afligido al haber sido descubierto de la peor forma. No sabía qué hacer y mucho menos a donde ir, Rebeca no quería verlo y después de haber negado su relación con Betty, no podía regresar a su casa.Al ver que Betty salía de la sala, se esforzó por ponerse de pie y le preguntó:— Betty, ¿cómo te sientes? ¿Ya te encuentras bien?— No puedo creer que seas tan cínico. Después de dejarme en ridículo delante de todo el mundo, especialmente de Rebeca, vuelves a dirigirme la palabra como si nada estuviera pasando. Tú y yo no tenemos nada más que hablar. —le dijo caminando hacia la salida, pero Iván la detuvo tomándola por el brazo:— ¡Espera, por favor, Betty! No te vayas así. Al menos dime, ¿qué te dijo el médico? ¿Te explicó la causa del desmayo?— Sí, me dijo las causas del desmayo. Es algo que ya me espe
En ese momento a Rebeca no le importó que Iván estuviera herido, se dejó llevar por el dolor que llevaba dentro de su ser por tantos años de maltratos y vejaciones que la hicieron la mujer más miserable del mundo; haciéndola perder el amor propio y su autoestima. Levantó la mano y en vez de darle una cachetada como era lo esperado, le propinó un puñetazo, tan fuerte o más que el que le había dado Diego cuando cayó por las escaleras. El golpe fue tan violento, que provocó que Iván cayera acostado cerca del sofá. La expresión de Diego Armando era de asombro; no podía creer lo que había sido capaz de hacer Rebeca, ella solo lo miraba con odio mientras él intentaba apoyarse en el sofá para levantarse. Las lágrimas corrían por el rostro de Rebeca, tenía la mirada perdida y se sentía abrumada, fuera de sí; no reaccionaba, como si estuviera en otra dimensión.En ese momento, Iván se agarró la cara, incrédulo de lo que estaba pasando. En todos los años que había estado casada con él, jamás
Diego en medio de su nerviosismo, estaba inmóvil; no le salían las palabras y no sabía cómo podía explicarle en un solo instante todo lo que en realidad había pasado. Sandra se sentía satisfecha con lo que había provocado, no podía aceptar que Rebeca se quedara con el hombre del que siempre estuvo enamorada. —¿Entonces, Diego Armando, te vas a quedar así, callado sin decir una sola palabra? ¿Es verdad lo que acaba de decir Sandra? ¡Habla!—Rebeca, por favor, las cosas no pasaron como lo está insinuando Sandra. Déjame explicarte, por favor.—Solo quiero que me des una respuesta, ¿Estuviste sí o no con Sandra?Él bajó la mirada y le respondió:—Bueno..sí pasó algo, pero yo…es que todo fue muy confuso y la verdad es que no recuerdo bien todo lo que pasó aquella noche. Para Rebeca, lo que le acababa de decir Diego Armando fue más que suficiente para entender que Sandra no estaba mintiendo, pero el error más grande que él cometió fue no explicarle que había sido cuando ellos eran adolesc
Rebeca Bencomo es una mujer de 25 años de edad, tiene una hermosa niña de 9 años y ocupa su tiempo desempeñándose como vendedora en una boutique de damas muy exclusiva de la ciudad. Su vida familiar es complicada, puesto que ella es la encargada de sostener su hogar, además de tener a cargo toda la educación de su pequeña hija. Está casada desde hace varios años con un hombre machista que la maltrata y la rechaza por sus problemas de obesidad. A pesar de que ella se siente acomplejada con su aspecto, es la que está al frente de todo y, de no ser por ella, ni su esposo ni su hija pudieran sobrevivir.Era un día de semana en Nueva York y Rebeca tenía que ir a trabajar. Desde muy temprano había comenzado a arreglarse y dejar listo todo en su hogar, mientras que su marido, que además era desempleado, seguía durmiendo plácidamente.Rebeca, molesta y obstinada al ver a su esposo holgazán, se acercó a la cama y le dijo con voz fuerte:— Iván, por favor, levántate de la cama. ¿Acaso no te has
Rebeca había llegado media hora tarde a la boutique, Sandra la miró con una cara un poco disgustada puesto que se imaginaba la razón que la había retrasado para llegar.— Discúlpame Sandra, entre una cosa y otra no me di cuenta y se me hizo demasiado tarde, es que ni siquiera me dio chance de llevar a la niña al colegio y tuve que pedirle el favor a Iván para que se encargara de llevarla.— Rebeca, por favor ya llevas varios retrasos en menos de dos semanas, sabes perfectamente que el dueño de la boutique monitorea a través de las cámaras si estamos cumpliendo con el horario y si sigues llegando tarde, no voy a tener como justificarlo y lo sabes.Rebeca estaba totalmente apenada porque sabía que Sandra tenía razón, ella por ser su amiga siempre le tapaba las fallas para que no perdiera su trabajo porque sabía perfectamente que lo necesitaba especialmente por su hija, pero Rebeca no trataba de esforzarse un poco más en el cumplimiento de las normas de la empresa.— Tienes razón amiga,
Sandra estaba totalmente devastada porque no quería darle ese trago amargo a su amiga, además de que ella necesitaba su trabajo porque era el sustento de toda su casa.— Rebeca, necesito que hablemos un momento en mi oficina por favor.Rebeca se secó las lágrimas sin decir una sola palabra y siguió a Sandra hasta la pequeña oficina que estaba en la parte de arriba de la boutique, mientras que Cristina se había quedado atendiendo a la clienta.— Por favor Rebeca pasa y siéntate, toma un poco de agua para que te tranquilices.Rebeca intentó calmarse, estaba muy nerviosa, era inevitable sentirse devastada, estaba demasiado deprimida y con lo que acababa de pasarle hace un momento con la clienta, fue la gota que derramó la copa.— No era necesario que me trajeras hasta la oficina y dejaras la boutique sola con Cristina, total ya estoy acostumbrada a este tipo de maltratos.Sandra respiró profundo tratando de pensar de qué forma le decía que estaba despedida, luego se acercó a ella y la to