Diego en medio de su nerviosismo, estaba inmóvil; no le salían las palabras y no sabía cómo podía explicarle en un solo instante todo lo que en realidad había pasado. Sandra se sentía satisfecha con lo que había provocado, no podía aceptar que Rebeca se quedara con el hombre del que siempre estuvo enamorada. —¿Entonces, Diego Armando, te vas a quedar así, callado sin decir una sola palabra? ¿Es verdad lo que acaba de decir Sandra? ¡Habla!—Rebeca, por favor, las cosas no pasaron como lo está insinuando Sandra. Déjame explicarte, por favor.—Solo quiero que me des una respuesta, ¿Estuviste sí o no con Sandra?Él bajó la mirada y le respondió:—Bueno..sí pasó algo, pero yo…es que todo fue muy confuso y la verdad es que no recuerdo bien todo lo que pasó aquella noche. Para Rebeca, lo que le acababa de decir Diego Armando fue más que suficiente para entender que Sandra no estaba mintiendo, pero el error más grande que él cometió fue no explicarle que había sido cuando ellos eran adolesc
Rebeca iba en el taxi llorando sin saber a donde ir. Estaba desconcertada, durante muchos años había sufrido al lado de un hombre que la hizo sentir como una basura, de él no le extrañaba la traición, pero de Sandra y Diego, jamás lo imaginó. Ahora volvía a sentirse sola y desamparada, sin el apoyo de la amiga que siempre había estado a su lado. Había perdido casi todo: no quería regresar a la clínica por temor a encontrarse con Diego Armando y Sandra, y tampoco deseaba volver a su apartamento, ya que no soportaba la presencia de Iván.El taxista, notando su silencio, le preguntó:—Disculpe, señora, pero no me ha indicado a dónde debo llevarla. El tiempo corre y necesito que me diga un lugar específico.Rebeca se secó las lágrimas y respiró hondo antes de responder:—Por favor, déjeme aquí.—¿Aquí, señora? ¿Está segura de que quiere quedarse aquí?—Sí, por favor, déjeme aquí y dígame cuánto le debo.Rebeca pagó al taxista y se bajó con su maleta. No tenía idea de dónde estaba ni
Rebeca ya se encontraba en el apartamento de Betty. Al entrar, miró a su alrededor, sintiéndose realmente incómoda, ya que nunca imaginó pasar por semejante humillación. El destino se había encargado de poner a prueba su fe y su endereza; era irónico que después de todos los años de soportar maltratos y humillaciones por parte de Iván, ahora se encontraba en la casa de quien había sido la amante de su esposo. Era una situación inusual y, sobre todo, muy incómoda para ella.Miraba a su alrededor imaginándose a Iván viviendo allí con Betty, haciéndola recordar todo lo que vivió en su matrimonio. Por un momento sintió la necesidad de querer salir corriendo de allí, pero no tenía a dónde ir, y ambas estaban atravesando situaciones similares. Rebeca estaba ansiosa por saber qué era eso que Betty tenía que decirle.—Bien, ya me cambié de ropa y me siento un poco más relajada. Quiero agradecerte tu hospitalidad a pesar de todo lo que ha pasado.—No tienes nada que agradecerme, Rebeca. La v
Minutos después….Diego Armando había llegado al apartamento de Betty lo más rápido que pudo, al examinarla después de un tiempo en el que ella permaneció desmayada, finalmente despertó. Aunque se sentía un poco mareada y aturdida, su estado parecía estable.—¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?—preguntó completamente confundida llevándose las manos a la cabeza.—me siento mareada. —Te desmayaste de repente, todo fue muy rápido. Me vi obligada en llamar a Diego Armando para que te examinara—respondió Rebeca preocupada y dejándole claro a Diego, que esa fue la única razón que tuvo para buscarlo. Diego permanecía a su lado tomando su pulso que aún estaba débil, al igual que Rebeca estaba preocupado, notó a Betty muy pálida y demasiado débil, no era normal su aspecto, sabía que estaba embarazada, sin embargo, no era razón para que ella estuviera en ese estado. —Efectivamente, Señora Betty, ha tenido un desmayo, pero esta vez fue más prolongado que el anterior. —Doctor Diego Armando, muchas
Un par de horas después, Betty estaba siendo atendida por Diego y su personal médico. La sometieron a todos los estudios pertinentes para descartar cualquier tipo de anomalía. Él principalmente estaba muy preocupado por los síntomas de Betty, deseaba asegurarse de que su embarazo no estuviera en riesgo.—Betty está en este momento con mi equipo médico, y le están haciendo todos los exámenes. Creo que en un par de horas estará lista para que puedan irse a casa —le comentó Diego a Rebeca, visiblemente nervioso y ansioso por hablar sobre lo que había sucedido entre él y Sandra.—Está bien, Diego. Te agradezco mucho lo que estás haciendo.—No tienes nada que agradecerme. Sabes perfectamente que lo hago con gusto, y además, es mi trabajo. Él aprovechando el momento a solas con ella, sintió la necesidad de darle una explicación de como habían sucedido las cosas.—Rebeca…yo necesito que me escuches…—pero enseguida ella lo interrumpió:—Creo que tú y yo no tenemos nada de qué hablar. To
La luz del amanecer se colaba por las cortinas, llenando la habitación con un brillo suave y dorado. Rebeca dormía plácidamente, su rostro se veía tranquilo iluminado por esa luz. Su cabello, estaba algo desordenado, caía sobre la almohada, dándole un toque de ternura. Diego estaba sentado al borde de la cama, mirándola aún incrédulo de que estuviera allí. Sus ojos recorrían cada parte de su cuerpo desnudo, como si cada detalle fuera un pequeño tesoro. Con cariño, acariciaba su piel, sintiendo el calor que emanaba de ella, recordándole lo que habían compartido la noche anterior.El silencio de la mañana creaba una atmósfera íntima, como si el tiempo se hubiera detenido. Diego se perdía en sus pensamientos, imaginando lo que Rebeca soñaría, mientras su corazón latía fuerte, lleno de amor.Cada roce de sus dedos sobre su piel parecía llevar consigo un montón de promesas. En ese momento, Diego se dio cuenta de que su amor por Rebeca era intenso, como un fuego que iluminaba todo a su alr
Rebeca no cabía de felicidad; aún estaba incrédula de lo que estaba viviendo. Miraba a Diego con una expresión de ternura, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. La clínica, con sus paredes blancas y el suave murmullo de las conversaciones a lo lejos, parecía un mundo aparte, un lugar donde la esperanza y el temor coexistían. Era el comienzo de una nueva vida con la que siempre soñó Rebeca. —¿Mi amor, pero acaso estás hablando en serio o solo lo hiciste para molestar a María? —preguntó Rebeca, con su voz temblando de emoción, incrédula de que la vida le estuviera dando felicidad.—Claro que lo estoy diciendo muy en serio. Apenas salga tu divorcio con Iván, tú y yo vamos a casarnos inmediatamente. No quiero esperar ni un solo minuto más para que seas mi esposa.Rebeca lo abrazó emocionada, sintiendo la calidez de su cuerpo y la seguridad que le brindaba. Le dio un beso en los labios, un gesto que parecía sellar un compromiso aún más profundo. Sin embargo, en medio de su felicidad
El timbre de la puerta sonó y Betty fue corriendo a abrir, en el fondo mantenía la leve esperanza de que se tratara de Iván arrepentido pidiéndole perdón, pero se llevó una gran impresión, era quien menos se imaginaba. — Hola, ¿Pero qué sorpresa tenerlos a los dos aquí? Por favor pasen adelante y tomen asiento. — le dijo Betty a Rebeca y a Diego Armando, que habían ido a su apartamento para hablar con ella con respecto a los resultados de los estudios.— ¿Cómo te sientes Betty? — preguntó Rebeca mientras se sentaba junto a Diego. — Bueno la verdad es que me he sentido un poco débil, pero dentro de todo estoy bien, creo que no hay nada anormal en eso. ¿Pero por qué traen esas caras?Rebeca suspiró y miró a Diego, estaba muy nerviosa, no sabía por donde comenzar a decirle lo de su enfermedad. — ¿Pero qué es lo que está pasando con ustedes dos? Ya me están poniendo nerviosa, ¿Acaso tiene algo que ver con los exámenes que me hice ayer?— Sí Betty, tiene que ver con los resultados de lo